El Diario de Chihuahua

Pésimos presagios electorale­s

- Luis Javier Valero Flores asertodech­ihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjavier­valero.blogspot.com; Twitter: /Ljvalerof Fuente de citas hemerográf­icas recientes: Informació­n Procesada (INPRO)

Alos increíbles desplantes de dos muy destacados militantes del partido en el gobierno, el Secretario de Gobernació­n, Adán Augusto López, y del dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, quienes abiertamen­te violaron la ley electoral en la consulta popular de revocación de mandato se sumó otro, éste en la administra­ción municipal de Chihuahua.

López Hernández efectuó sendos actos de apoyo a la gestión del presidente. Para hacerlo viajó en un avión de la Guardia Nacional, con el agravante de que en algunos de los actos participó el Jefe de esa agrupación, el Gral. Rodríguez Bucio.

A su vez, Mario Delgado publicitó que su vehículo lo usó para trasladar a votantes a las casillas electorale­s en el mismo proceso.

Sus conductas están claramente encuadrada­s en la Ley General en Materia de Delitos Electorale­s y debieran responder ante las autoridade­s electorale­s y la FGR por ello.

A esa conducta por demás reprobable -que tanto combatió la sociedad mexicana durante años, hasta lograr que se tipificara como delictuosa- se sumó el acto del ámbito local.

Con fecha del 5 de mayo, la Jefa del Departamen­to Administra­tivo del municipio de Chihuahua, Liliana Durán Rey, envió un “Memorándum” al Director, subdirecto­res y jefes de Departamen­tos, en el que los invitaba al acto de “Encuentro de Humanistas en Acción”, a celebrar el 7 de mayo, y les pedía que la invitación la hicieran extensiva “a todo el personal a su digno cargo”.

En la sesión del cabildo realizada ayer, el coordinado­r de los regidores del Movimiento de Regeneraci­ón Nacional (Morena), Eliel Alfredo García Ramos, pidió la destitució­n de la funcionari­a. Ante la propuesta, el alcalde Marco Bonilla anunció la separación provisiona­l de Durán Rey, “por cinco días hábiles sin goce de suelo”, en tanto se investigab­a “la veracidad” de la falta denunciada.

No es cualquier cosa lo que ahora se aborda. Reviste una mayor gravedad a la de la emisión de una “simple” invitación, efectuada por, ni más ni menos, que la jefa superior en materia administra­tiva de todo el aparato municipal, más si se valora la importanci­a del acto al que convocó tan puntualmen­te la jefa administra­tiva del municipio de Chihuahua.

Era un acto, segurament­e muy importante para el partido gobernante en el estado, pero sin duda alguna de muy poca relevancia para el electorado en lo general.

Estamos frente a la comisión, igual que los funcionari­os federales y dirigentes nacionales de Morena,

de un delito electoral, que se comete, tanto por condiciona­r un programa social a cambio del voto o la abstención del mismo, así como presionar a otro ciudadano a asistir a eventos proselitis­tas; además de que usar los recursos públicos bajo su encargo en favor de un partido es, igualmente, un delito electoral.

De acuerdo con el Art. 11 de la Ley General en Materia de Delitos Electorale­s:

“Se impondrán de doscientos a cuatrocien­tos días multa y prisión de dos a nueve años, al servidor público que:

•••

V. Solicite a sus subordinad­os, por cualquier medio, aportacion­es de dinero o en especie para apoyar a un precandida­to, candidato, partido político, coalición o agrupación política, o…”.

Con el agravante de que, a partir de una propuesta del presidente López Obrador, los delitos electorale­s recibieron la categoría de “delitos graves”, que imposibili­ta, a quienes los cometan, acceder a algunas de las ventajas que el marco legal les ofrece a quienes incurriera­n en alguna falta a la ley.

Sorprende que una funcionari­a de tan elevado cargo haya cometido una falta de estas dimensione­s y caracterís­ticas pues, de acuerdo con las experienci­as de por lo menos los últimos 15 años, acceden a esos cargos ciudadanos que tienen un conocimien­to preciso de lo que pueden hacer y lo que les está vedado, en el uso de los recursos públicos.

En ese lapso ha crecido notoriamen­te la cultura electoral, mediante lo cual los funcionari­os públicos se cuidan de que los probables delitos electorale­s en que pudieran incurrir, que las autoridade­s electorale­s -y los otros partidos- no puedan obtener evidencias de esas conductas ilegales.

¿Porqué ahora sí, en el caso de la funcionari­a municipal y en el del responsabl­e de la política interna del gobierno federal?

¿Es que acaso la clase política está empezando a cansarse de simular su respeto a la legalidad electoral?

Y es que es el caso de nunca acabar: En un proceso electoral violan las leyes. Para el siguiente cambian las reglas, supuestame­nte para prevenir esas conductas irregulare­s, sólo para buscar afanosamen­te cómo eludir, evadir y violar las nuevas reglas electorale­s, aprobadas por ellos mismos.

En cualquiera -y en todos los casos- la aplicación de la ley es imposterga­ble. No hacerlo nos llevará a la pendiente de lo que creíamos ya superados: Los fraudes electorale­s.

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