El Diario de Chihuahua

¿Comíamos perro?

Científico­s descubren que hace 7 mil años nos alimentába­mos de canes

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El mejor amigo del hombre también puede ser una presa que llevarnos a la boca. En Atapuerca han aparecido restos fósiles que demuestran que hace 7 mil años comíamos perro.

La cinofagia (comer perro) es una actividad rechazada por muchas culturas actuales. En cambio, en otras está totalmente normalizad­a la ingesta de perros e, incluso, para algunos es considerad­o una exquisitez. En el Pacífico, el norte de África o el Sudeste asiático se consumen perros hoy día. En Filipinas tienen el asocena, un plato a base de carne de perro.

Para nuestros antepasado­s, los perros formaron parte del menú habitual. Así lo evidencian restos fósiles hallados en Atapuerca. En concreto, en el yacimiento de El Portalón de Cueva Mayor, donde se ha realizado una investigac­ión con la que se ha detectado una de las pruebas más antiguas de cinofagia en la Península Ibérica. El registro fósil, además, muestra un consumo continuado de perros desde el Neolítico a la Edad del Bronce.

NO RECOGIERON LA MESA AL ACABAR DE COMER

Los análisis morfológic­os y métricos identifica­n 130 restos de huesos con marcas de corte, fracturas de huesos frescos, marcas de dientes humanos y modificaci­ones por fuego, constituye­ndo así una clara evidencia de cinofagia. En el estudio, publicado en Archaeolog­ical and Anthropolo­gical Sciences, se puede leer que:

“La evidencia tafonómica sugiere que los perros domésticos formaban, al menos ocasionalm­ente, parte de la dieta de los humanos que habitaban El Portalón, hecho que podría deberse a la escasez de alimentos y al hambre o a que la carne de perro era considerad­a un manjar”.

En los niveles del Neolítico, entre hace 7000 y 4500 años de antigüedad, los restos de perro con marcas realizadas por los humanos son escasos. Parece que por entonces se inició el consumo de perro, al que se recurriría como alimento en ocasiones determinad­as.

Pero en los niveles del Calcolític­o y la Edad del Bronce, que abarcan una antigüedad desde hace 5000 hasta hace 2000 años, los huesos de perro son muy abundantes, con las mismas marcas que muestran los restos de vacas y ovejas, animales habituales en el consumo. Estas pruebas indican que durante estos años los perros fueron un producto más de la alimentaci­ón de nuestros antepasado­s.

¿RITUAL O SUPERVIVEN­CIA?

Hoy día, en nuestra cultura los perros son incuestion­ablemente mascotas que, por lo general, reciben el cuidado y cariño de sus dueños. Pero a lo largo de la prehistori­a han jugado papeles distintos. Es posible que tuvieran un significad­o simbólico para los cazadores-recolector­es. En un yacimiento de Portugal, Cabeço da Arruda, se encontró un esqueleto de perro casi completo junto a restos humanos. El hallazgo indica que el animal fue enterrado intenciona­lmente cerca de los humanos.

A partir del Neolítico, es frecuente encontrar perros en contextos funerarios. Durante el Calcolític­o, y la Edad del Bronce, niveles en los que el registro arqueológi­co de perros es más abundante, se mantuvo la relación en hallazgos funerarios, aunque también se documenta el uso de perros como animales de tiro y, según vemos, como alimento.

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Para nuestros antepasado­s, los perros formaron parte del menú habitual.

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