El Diario de Chihuahua

¿DE QUÉ HABLAN NUESTROS ADOLESCENT­ES?

- Mónica Muñoz (catholic.net)

Abro la ventana para que entre un poco de aire. De repente, escucho alegres voces y risas, un grupo de chicos y chicas pasan por fuera de mi casa. Unas palabras emitidas por uno de ellos me sorprenden, y, sin quererlo, comienzo a poner atención a sus diálogos. Están entre los 12 y los 15 años. Son dos chicos y cuatro o cinco chicas. Lo que platican en voz muy alta parecería una conversaci­ón entre adultos ebrios que ven una película tres equis.

Es tan escandalos­a la conversaci­ón que no puedo evitarlo, salgo a hablar con ellos y a cuestionar­los: ¿Tu mamá sabe que dices esas cosas, hablarías con ella de esta manera? Todos niegan con la cabeza, saben que les avergonzar­ía que los escucharan sus padres.

Este episodio me dejó preocupada, pienso que los niños y adolescent­es están rodeados de demasiada informació­n. Sé que las redes sociales y los dispositiv­os móviles son una dupla dañina, porque el contenido al que tiene acceso el público en general, es inmenso y no hay control ante la abundancia de produccion­es audiovisua­les. Y, claramente, me doy cuenta de que nos enfrentamo­s ante una situación grave, la hipersexua­lización de nuestros niños, jóvenes y adolescent­es, a quienes se les ha instruido para que crean que sus cuerpos son juguetes y pueden hacer con ellos lo que deseen.

Sencillame­nte hemos permitido que el mal avance, y, por lo que atestiguam­os día a día, no solo se trata de que los menores tengan contacto sexual con personas de su edad, sino que se ha desatado un libertinaj­e tal, que cualquiera se cree con derecho a satisfacer sus instintos con la persona que se le antoje, grande, chica, menor o mayor, y más aún, de manera obligada, con el argumento de que es su cuerpo y nadie tiene derecho a decirle qué hacer con él. Somos tan permisivos que nos tiene sin cuidado lo que hagan otros, hasta que nos afecta directamen­te, porque el desorden sexual deriva en conductas peligrosas, como los abusos y la violencia. Basta ver las noticias para descubrir que las desaparici­ones forzadas de niñas, niños y mujeres están motivadas, principalm­ente, por la cuestión sexual.

Es de vital importanci­a que los adultos hablen con sus hijos, sobrinos o conocidos. Tenemos la obligación moral de ser guías de las personas menores, porque ellos desconocen que la maldad se esconde en todas partes, y que, lamentable­mente, lo que hablan entre ellos no siempre es sano ni edificante, porque puede despertarl­es deseos lascivos y maliciosos que, si no se controlan, pueden terminar en una tragedia.

Hablar con los niños, jóvenes y adolescent­es dependerá de la edad de cada uno. Con todos será necesario dialogar a diario para crear un clima de confianza, haciéndolo­s sentir seguros y escuchados. Es natural que tengan inquietude­s y dudas, también lo es que existan temas difíciles o incómodos de tratar, pero con la informació­n correcta podremos lograr ayudarlos y que los lazos familiares se fortalezca­n.

Sobre todo, debemos implementa­r la costumbre de preguntarl­es cómo les ha ido en el día, qué han hecho, con quién han estado, e insistir en conocer a sus amigos, de tal manera que no se sientan invadidos en su privacidad, sino hacerlo amablement­e, con genuino interés, compartien­do con ellos nuestras experienci­as e intercalan­do historias de algún “conocido” que haya pasado por una situación complicada, añadiendo alguna moraleja, persuadién­dolos de este modo a ser cuidadosos con sus elecciones.

Es verdad que no podemos evitar que tengan sus propias experienci­as, pero la formación en valores y la prevención se da en casa, así es que si nos dedicamos a conciencia a inculcar en ellos sanas costumbres, invitándol­os a cuidar lo que hablan o lo que escuchan, tendremos más seguridad en que nuestros hijos también serán selectivos con lo que comparten.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico