El Diario de Chihuahua

No revisó la calidad de la mercancía

- Armando Fuentes Escritor iudad de México--

CVoy a decirlo sin rodeos: doña Trisagia asesinó a su esposo. Le administró una pócima hecha con una tercera parte de cianuro, una tercera parte de estricnina y lo demás de arsénico. Eso, dictaminó el forense, habría bastado para enviar al otro mundo a todo el ejército ruso, incluido su jefe, el hideputa Putin. El crimen de doña Trisagia conmovió no sólo al barrio, sino al pueblo entero, y aun a la comarca, pues la asesina era mujer de gran religiosid­ad, piadosa y de muchas devociones. Fungía como secretaria perpetua de la Cofradía de la Reverberac­ión, y encabezaba siempre la procesión de San Sabitas, patrono del lugar, llevando el estandarte con la estampa del santo y el lema "Llora y ora". El juez le preguntó a la asesina por qué había dado muerte a su marido. "Ya no lo aguantaba, su señoría-replicó ella-. Y no me iba a divorciar de él como una hereje". (Durante mucho tiempo el divorcio estuvo prohibido en Italia por motivos de religión. Entonces la única manera que una esposa o un esposo tenía de desatar el vínculo matrimonia­l era dar muerte a su cónyuge. Eso se conoció como "divorcio a la italiana", título precisamen­te de una divertidís­ima película de Mastroiann­i.). Metido a la trata de esclavos -eso son los médicos cubanos enviados a México-, López Obrador ni siquiera revisó la calidad de la mercancía que le vendieron a altísimo precio. He recibido mensajes de especialis­tas internacio­nales en ciencias de la salud, conocedore­s de la medicina que se practica en Cuba, que me dicen que el nivel actual de los médicos cubanos, comparado con el de los médicos mexicanos, es el de un paramédico o técnico sanitario. Para colmo los médicos de la Isla no conocen la farmacopea mexicana, y por tanto no están en posibilida­d de ejercer debidament­e su profesión, Deberían ser objeto de un examen previo aplicado por los colegios o institucio­nes correspond­ientes a fin de certificar su grado de conocimien­tos y nivel de práctica, como se hace en cualquier país antes de permitir que un profesioni­sta extranjero ejerza ahí su oficio. La verdad es que la contrataci­ón de los multicitad­os médicos cubanos es sólo una añagaza para entregar dinero mexicano al régimen dictatoria­l de Cuba. Cara nos está costando la medalla -ésa sí verdadera corcholata- que el gobierno opresor de la Isla entregó a AMLO. En este caso nuestro Presidente está haciendo el papel de lo que en lenguaje marxista se llama "tonto útil", o sea el ingenuo simpatizan­te del cual se pueden obtener ventajas y provecho a cambio de adularlo y hacerlo sentir importante. Lo siguiente será traer astrónomos nicaragüen­ses y arqueólogo­s venezolano­s. Un rabino judío y un cura católico tenían buena amistad entre sí, a pesar de que las cosas de religión suelen suscitar enemistade­s. Acostumbra­ban reunirse a sostener sabrosas pláticas. En una de esas charlas el sacerdote arriesgó una declaració­n poco ortodoxa. "No sé por qué -dijo- nuestras religiones nos imponen tabúes que no parecen propios ya del tiempo en que vivimos. Por ejemplo a ti tu religión te prohíbe comer carne de cerdo, en tanto que la mía me veda tener trato con mujer". Ponderó el rabino: "Y he oído decir que la carne de cerdo es bastante sabrosa". "Y yo -suspiró el cura- he oído decir que el trato con mujer es mucho más sabroso aún". Una encuestado­ra le preguntó a Babalucas: "¿Está usted a favor de la pena capital?". "Sí -respondió él-, a condición de que no sea demasiado severa". Llegó una linda chica a la farmacia y le pidió a la encargada: "Me das por favor una caja de toallas sanitarias". Después de hacer ese pedido alzó los brazos al cielo y exclamó llena de felicidad: "¡Gracias, Dios mío!". FIN.

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