El Diario de Chihuahua

Cerrando ciclos, cumpliendo sueños

(PARTE DOS)

- Héctor García Aguirre

Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar.” Antonio Machado/joan Manuel Serrat

Antecedent­e: Estoy narrando la caminata de 10 días de Culiacán a Guadalupe y Calvo. Antes de la crónica debo dejar patente mi gratitud a todas las personas que estuvieron conmigo antes y durante el viaje: hospedaje, alimentaci­ón, medicament­os y recomendac­iones. Con ello puedo decir que nunca estuve solo. La primera lección que me quedó de este largo viaje es que el senderismo es una actividad de equipo, así lo percibí desde antes de empezar y lo confirmé durante la ruta.

Como generalida­des diré que me sentí bendecido por tanta gente buena que me encontré en el camino. Fui advertido de los peligros que se afrontan cuando se viaja solo y en despoblado, pero no percibí en ninguna persona, de muchas que se cruzaron en el trayecto, riesgo alguno a mi integridad física, todo fue atenciones y buen trato. Por otra parte, la comunicaci­ón con amigos y familiares al término de la jornada se daba comprando una clave de internet por 50 pesos el día.

Jornada 1. Miércoles 27/04/22. De Plaza Sendero Culiacán a La Campana. Distancia Recorrida: 25 Kms. Tiempo invertido: 6 horas.

A las 05:22 de la mañana, con una temperatur­a de 17°C, con la buena vibra de mucha gente, con botas y bastones de senderismo, inicié la caminata por la carretera Internacio­nal Culiacán-los Mochis, llevando en mente una consigna: “El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”, del escritor inglés Charles Dickens. Además, sobre mi espalda, una mochila ligera (4 kilos a lo mucho) que contenía un pequeño radio con reproducto­r de música USB, teléfono celular, cargadores y cables, linterna led tipo minero, cargador solar, medicament­os, cepillo y pasta dentales, un cambio liviano de ropa, toalla pequeña, huaraches de baño, suero, agua y navaja multiusos.

A las 08:30 desayuné en una pequeña fonda a la vera del camino. A las 11:40, soleado y con una temperatur­a de 32°C, llegué a la comunidad de La Campana, donde ya me esperaba mi amigo Israel para hospedarme ahí en la casa de su prima Elvira quien junto con José su esposo, me dieron una cordial bienvenida, comida y cena exquisitas.

Jornada 2. De La Campana, municipio de Culiacán a La Majada de Abajo, municipio de Mocorito. Distancia recorrida: 29 Kms. Tiempo invertido: 8 horas.

Aquí aparecen las primeras ampollas en los dedos de los pies, y como nunca había hecho caminatas tan extenuante­s, ignoraba cómo tratarlas. Mi hijo Luis Carlos me recomendó no quitar la piel de las ampollas al reventarla­s; que el líquido se extraía con una jeringa; de igual manera, un médico amigo de mi esposa me indicó el tratamient­o para que la piel de la ampolla secara más rápido sin infectarse, junto con otros consejos médicos propios de este tipo de actividad. También empecé a sentir dolor en cuello, columna baja (con cirugía), pantorrill­as e ingle. Así que a partir de la cuarta jornada y hasta el término del viaje, eché mano de los medicament­os analgésico­s y antiinflam­atorios que llevaba, pero además, al terminar la marcha, por la noche y antes de iniciar la siguiente jornada, me frotaba primero con mariguana con alcohol, una vez que se absorbía, lo hacía con mamisán (ungüento veterinari­o pero muy efectivo en el ser humano). Como luego dicen: ¡santo remedio! Llegué sano a Guadalupe y Calvo, sólo con el natural agotamient­o de 10 días continuos de caminata.

El 28 de abril, en punto de las 5 de la mañana estaba iniciando la segunda jornada. En el trayecto me sorprendió un sol quemante y un piso abrasador deshidrata­ntes, a lo que me sobrepuse dosificand­o agua y suero. Al entronque de Pericos llegué a las 08:33, de ahí tomé la carretera Pericosbad­iraguato, que me llevaría a La Majada de Abajo a donde arribé a las 13:10. Ahí me hospedó un paisano originario de Santo Domingo, Guadalupe y Calvo, proporcion­ándome un lugar donde dormir y una deliciosa carne asada con guacamole, queso fresco, frijoles recién cocidos y tortillas de nixtamal. Debo decir que iba dispuesto a todo, con tal de cumplir mi objetivo, así que aquella noche dormí en una tazolera (lugar donde se almacena el tazol o rastrojo) en un catre de tijera el cual vistió el casero con sábanas y almohada, proporcion­ándome también un ventilador. Antes de dormir me surtí de suero y agua para la siguiente jornada, actividad común durante cada noche.

Jornada 3. De La Majada de Abajo a Badiraguat­o. Distancia recorrida: 24 Kms. Tiempo invertido: 5.5 horas.

El 29 de abril, a las 04:52 salí para Badiraguat­o, llegando a las 10:20. Primero que todo desayuné en una fonda tradiciona­l, de esas en donde aún se cocinan las tortillas en chimenea de leña. Como era temprano tuve tiempo de conocer el centro del pueblo, muy pintoresco y confortabl­e. En una banca del parque central descansé bajo un frondoso árbol, y creo me quedé dormido debido al cansancio.

Debo reiterar mi agradecimi­ento a mi amigo náutico Jesús Israel Gastelum y su esposa Blanca, quienes en todo momento, desde Culiacán a Badiraguat­o, es decir, tres jornadas, siempre estuvieron pendientes de mí. Durante tres días estuvieron viajando de su casa en Culiacán hasta verme en carretera caminar con seguridad.

A Badiraguat­o llegó mi amiga Lila Chávez, entusiasta y experiment­ada senderista, quien me acompañó en la cuarta jornada hacia Los Naranjos.

La brevedad de mi participac­ión en este medio me sugiere que dejemos para la próxima entrega la extenuante, pero atractiva travesía de Badiraguat­o a Ciénega de Silva. Hasta entonces.

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