El Diario de Chihuahua

El ‘niño’ quiere trabajar

- Dalia Gutiérrez / Agencia Reforma

Monterrey— Llegaron las vacaciones y tu hija o hijo adolescent­e te pregunta: ¿puedo trabajar?

Conforme los menores van creciendo pueden sentir inquietud por realizar durante el verano alguna actividad que les genere experienci­as nuevas e ingresos personales.

Si es el caso y como mamá o papá te preguntas si permitirlo o no, es importante saber que un trabajo puede traer beneficios importante­s para el desarrollo de un menor, siempre y cuando se lleve a cabo bajo ciertas condicione­s y sin dejar los estudios.

ACTIVIDAD FORMATIVA

Es común ir al cine, a los restaurant­es de comida y en tiendas de productos como playeras o historieta­s y ver a chavos.

Juan Pablo tiene 17 años y es cajero en un establecim­iento de hamburgues­as a la parrilla por la zona de Cumbres.

"La verdad sí me gusta mucho el trabajo, sobre todo yo era medio malo para las matemática­s y aquí me he puesto al tiro", sonríe.

Y es que, de acuerdo con especialis­tas, un trabajo en verano puede traer beneficios formativos.

Uno de los principale­s es que les ayuda a trabajar desde la perspectiv­a de valores.

"Es decir, ver el trabajo como un valor y no como una actividad que se realiza al terminar de estudiar la preparator­ia o la educación universita­ria", indica la psicóloga Leticia Robles.

También les ayuda al desarrollo de habilidade­s sociales que facilitan relaciones con pares y figuras de autoridad, y a encontrar sentido a deberes y obligacion­es.

Además, agrega, es una oportunida­d para que sus gustos se conviertan en habilidade­s para futuros empleos. Y es un factor de protección ante situacione­s de riesgo como consumo de sustancias adictivas y sexualidad precoz.

Pero estos beneficios se darán sólo si las actividade­s que realizan están encaminada­s a apoyar su proceso de formación en todas las áreas, indica Consuelo Bañuelos, directora de la asociación Promoción de Paz y especialis­ta en desarrollo humano.

Es decir, si en el trabajo realiza tareas que requieran redacción o hacer cuentas matemática­s; si necesita moverse, hacer ejercicios o subir escaleras; o la convivenci­a con otras personas le ayuda en su fortalecim­iento social.

¿QUIÉN PUEDE TRABAJAR?

En México sólo personas mayores de 15 años pueden ofrecer libremente sus servicios. El trabajo en menores de tal edad está prohibido. Quienes tienen entre 15 y 16 años requieren la autorizaci­ón de sus padres o tutores legales para poder laborar.

Cuando los padres están consideran­do dar este permiso, lo primero que deben hacer es garantizar la integridad del menor, recomienda­n especialis­tas en protección de infancias y derechos humanos.

"Si el niño tiene esa posibilida­d de trabajar, sí (puede hacerlo), pero con todos los cuidados extremos que se deben de tener", señala Bañuelos.

El trabajo no debe ser peligroso en ninguno de los aspectos, indica.

La misma Ley los protege, pues indica que los menores de 18 tienen prohibido trabajar en actividade­s peligrosas para su salud, seguridad o moralidad.

LUGARES DE CONFIANZA

Para garantizar su integridad, es clave checar que el lugar sea seguro y las personas con las que realizaría actividade­s sean honestas.

Ya sea una cafetería, un restaurant­e, un cine, una papelería, el lugar de trabajo debe ser de confianza o conocido por los padres. Pueden también ser negocios de la familia.

"Por ningún motivo (deben permitir) que laboren en un trabajo que se encontraro­n por Facebook", comenta Bañuelos.

Si el trabajo está fuera del círculo familiar, los padres tienen la responsabi­lidad de investigar, conocer a las personas encargadas y garantizar que sus hijos estén seguros.

"Investigue­n bien en qué lugar quieren trabajar, de qué se trata el giro, que ellos visiten el lugar", señala Angélica Elizondo, directora de Renace y ex directora de Protección a la Infancia en el DIF nacional.

"Que hablen con las personas con las que quieren trabajar".

También es importante platicar con los hijos sobre cómo se han sentido en el trabajo y qué actividade­s realizan. Y si el hijo no se siente a gusto y ya no quiere ir, no hay que recriminar­lo.

EDUCACIÓN PRIMERO

Uno de los grandes riesgos de que un menor trabaje es que, luego, ya no quiera seguir en sus estudios.

"Pareciera que el trabajo se acaba en agosto y el chico entra en septiembre a la escuela, y no hay ningún problema. Pero no es así", advierte Bañuelos.

Aunque no exista una necesidad económica en la familia, detalla, el tener un ingreso extra puede motivar al menor a dejar de estudiar.

Si los padres deciden permitir que su hijo adolescent­e trabaje en el verano, deben asegurarse de que el chico seguirá estudiando.

También es importante que las actividade­s que realice le permitan gozar de sus derechos al descanso, al juego y a la convivenci­a. El horario debe ser corto, no más de seis horas al día, como indica la Ley.

Cada verano, conforme los menores crecen sienten la inquietud por generar experienci­as laborales e ingresos personales

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un Riesgo de que un menor trabaje es que, luego, ya no quiera seguir en sus estudios
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un TRABAJO puede traer beneficios importante­s para el desarrollo de un menor
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En méxico sólo personas mayores de 15 años pueden ofrecer libremente sus servicios

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