La inflación nuestra y la de todos
Armando Sepúlveda Sáenz
Con motivo del último informe del comportamiento del Índice General de Precios al Consumidor que indicaba que la inflación anual a mayo para todo el país descendía, se lanzaron vítores a la política de precios oficial y por otro lado, insistir en el análisis parcial de la dinámica de precios que a todos nos afecta, pero algunos más que a otros, en el sentido de depositar el remedio en las medidas “globales” para limitar la escalada de precios actual en todos los países.
Las limitaciones de este enfoque son fáciles de entender, las economías nacionales presentan canastas de bienes y servicios que intercambian con uno o varios países que se caracterizan por singulares, esto es, su composición y valores son diversos. Para ejemplificar con un caso hipotético extremo, si un país sólo importara como materia prima industrial, para el consumo interno agropecuario y alimentario humano, trigo en grano, pues en las circunstancias creadas por la guerra de Rusia en Ucrania, sus índices de precios al productor y al consumidor se irían a las nubes, y para sectores amplios de su población, significaría hambre y pobreza.
Del mismo modo que dichas importaciones podrían ser poco considerables para otro país, de tal modo que el shock inflacionario podría ser irrelevante. Las economías nacionales presentan ciertas características en cuanto a su capacidad productiva y su grado de complementariedad con las de otros países, que para simplificar algunos denominan relaciones económicas globales. Así que los factores causales de inflación para cada país son únicos, como el tipo (por bienes específicos) y grado de inflación nacional. De modo que la “inflación es un problema global y su solución tiene que ser global” no sirve para definir políticas y programas para abatir la inflación nacional. Son juegos de abstracciones de las determinaciones que inciden en los precios en los mercados nacionales.
Fenómenos semejantes ocurren en el contexto nacional, en el cual concurren economías estatales (y municipales) muy diversas en sus estructuras de producción y consumo y, en grado de desarrollo económico y social.
De ahí que los INPC no muestren ritmos inflacionarios homólogos con el promedio nacional y los estados y para las áreas urbanas principales. El informe del INEGI correspondiente a mayo arroja un indicador de precios nacional anual de 7.65%; las primeras cinco entidades federativas en donde se registra una aceleración de la inflación en mayo fueron: Oaxaca, Durango, Yucatán, Guanajuato, Veracruz, expuestas de mayor a menor inflación. En contrapartida los estados en donde la inflación más decreció fueron: Sonora, Sinaloa, Baja California Sur, Baja California y Chihuahua. Es innecesario exponer las condiciones socioeconómicas que distinguen a estos estados de los primeros.
En cuanto los factores externos que inciden en la dinámica de precios nacional, es preciso asomarnos brevemente a los principales conceptos que presentan acelerados ritmos de crecimiento de los precios: 1) los productos alimentarios transformados en último año (incluyendo mayo) se incrementaron en 11.27%, el rubro que presenta el mayor crecimiento de precios; 2) el segundo rubro que presenta mayor inflación en el mismo lapso fue Productos Agropecuarios, con una tasa de 13.08%. 3) El siguiente concepto es el de Mercancías No alimenticias (productos transformados) con un incremento de 7.61%. 4) Finalmente un concepto que en el pasado reciente tenía gran peso en la determinación del ritmo inflacionario: Energéticos y Tarifas Autorizadas por el Gobierno que dado el poder de intervención del gobierno los precios y tarifas no se comporta conforme a los mercados nacionales e internacionales. Aportó al crecimiento de los precios en el período sólo 5.44%. Esta intervención es sostenible en tanto la incertidumbre y el comportamiento de la oferta de combustibles fósiles se mantenga, esto es, en tanto los ucranianos sigan luchando por su pueblo y territorio. 5) Los otros rubros inciden en menor medida que los mencionados en la evolución de los precios al consumidor.
Un factor adicional y que no se observa directamente en el INPC, son los registrados por INPP (índice de Precios al Productor) y que sugiere que la inflación en los productos sujetos a transformación puede recibir una presión al alza. Dicho índice creció en el último año: 10.52%; en él incidieron más los precios de los productos agropecuarios (14.08%).
En resumen, algunos estados merced a sus fortalezas de mercado tienen mayor capacidad para responder a los embates de la inflación. Geográficamente estas capacidades se distribuyen en dos principales segmentos: el norte y el sur. La inflación global a través de materias primas alimentarias no es significativa en la inflación nacional. En cuanto a los rubros de energía, administrados por el gobierno, los precios internacionales no incidirán significativamente en tanto el gobierno mantenga sus medidas de control de precios y tarifas de energéticos. Por último, nuestra principal debilidad son los productos agropecuarios, cuyo comportamiento hasta ahora no parece responder a las medidas de política pública, y cuyos mercados se comportan atendiendo a una gran diversidad de variables: climatológicas, seguridad, organización productiva, etc.
En suma, sus precios son erráticos.