Corral, Quirino y la embajada en España
El pasado 6 de junio el rey de España Felipe recibió al nuevo embajador de México en ese país. En una solemne ceremonia con todo el protocolo real y diplomático el exgobernador priista de Sinaloa, Quirino Diaz Coppel fue recibido por el monarca y le entregó sus cartas credenciales. Esta ceremonia fue un duro golpe para Javier Corral Jurado. Demoledor para el ego del exmandatario chihuahuense quien ya se consideraba con el nombramiento.
El exgobernador Corral en algún momento de la recta final de su fallido y cuestionado mandato hizo ver que una vez terminada su administración, estaría encantado de pasar un tiempo en Europa, concretamente en España.
Hablaba Corral como si mereciera esa estancia en la madre patria. Pero lo interesante es que detrás de ese inocente comentario, existía todo un plan elaborado por el entonces mandatario estatal para concretar sus ambiciones. Afortunadamente, para el exgobernador sinaloense Quirino Díaz Coppel y para el Rey Felipe VI, los planes de Corral se vinieron abajo estrepitosamente.
Tal y como ha quedado demostrado, el todavía panista Javier Corral pactó con el delegado federal morenista, Juan Carlos Loera de la Rosa y con el propio inquilino de Palacio Nacional para allanar el camino a la gubernatura al gran amigo de AMLO. Promesa que a pesar de que burdamente se esmeró por conseguirla, no la pudo cumplir. Corral intentó hasta el cansancio impedir que Maru Campos quedara como candidata al Gobierno del Estado, pero falló. Luego quiso evitar a toda costa que ganara en las urnas, pero tampoco pudo. Sin embargo, había toda la intención presidencial de cumplirle al exgobernador chihuahuense con lo pactado, una embajada. Al menos fue eso lo que comentó en varias ocasiones el presidente de México. Afirmó que a varios exgobernadores de distintos partidos los nombraría embajadores.
Dejando ver claramente que Corral era uno de ellos y apuntando todo hacía España. De no haberle ocultado al presidente y al canciller Marcelo Ebrard que había nacido en El Paso, Texas, quien hubiera sido recibido por el Rey de España habría sido Corral y no Quirino Díaz como finalmente ocurrió hace unos días en Madrid.
Debe haber sido muy tormentoso para el ego de quien estaba muy acostumbrado a viajar, a jugar golf y tenis, pero nunca a gobernar, ver las imágenes de la fastuosa ceremonia donde el nuevo embajador acreditaba su nuevo cargo al monarca español en representación del Estado Mexicano. Se le escapó de las manos ese momento a Corral, y qué bueno porque habría sido muy vergonzoso que tarde que temprano la corona y el gobierno español conocieran las andanzas y denuncias del aspirante a embajador. Ni España ni México se merecían que alguien con los antecedentes como los del exgobernador paseño pudiera recibir el trato diplomático de un embajador. Poco faltó.
Le habría quedado muy grande el importante cargo de embajador a alguien que en los cinco años al frente del Estado de Chihuahua no hizo algo significativo para mejorar la calidad de vida de sus gobernados. Un exgobernador repudiado por los ciudadanos y ya muy poco defendido hasta por sus huestes.
En estos momentos en que la relación Méxicoespaña se encuentra trastocada por una serie de posicionamientos del presidente mexicano, lo que se requiere es limar asperezas y fortalecer la relación con el país ibérico. Con tantos entrenamientos de tenis y tantas ganas de no hacer nada, Corral no hubiera tenido tiempo para dedicarle al quehacer diplomático. Por eso que bueno que Corral nació en El Paso, y no fue embajador, sino, pena ajena con el Rey, con el presidente y con el pueblo español.