El Diario de Chihuahua

AMLO, la misma tesis de Calderón

- Luis Javier Valero Flores asertodech­ihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjavier­valero.blogspot.com; Twitter: /Ljvalerof Fuente de citas hemerográf­icas recientes: Informació­n Procesada (INPRO)

Es de lo más preocupant­e, no sólo la frase presidenci­al, sino el concepto subyacente, que se ha reflejado de manera dramática en lo que está ocurriendo en el país. Lo será más, no solo porque ese concepto es el que guió la estrategia en seguridad pública del más odiado adversario del presidente, Felipe Calderón. Los resultados son de sobra conocidos. Pierde a López Obrador su incontinen­cia verbal; si hablara menos, probableme­nte recibiría menos criticas por sus tan desafortun­adas, como frecuentes frases. Ayer miércoles pretendió justificar, o explicar las razones del porqué un número de entidades han disminuido los índices de violencia. “El presidente señaló que no han aumentado los homicidios dolosos en las regiones del país donde domina un sólo grupo del crimen organizado”. (Nota de Noemí Gutiérrez, El Universal, 15/VI/22). Y puso como ejemplos de ello a los estados de Sinaloa y Durango, territorio­s dominados por la organizaci­ón liderada por las familias Zambada y Guzmán. “Es el predominio de un grupo que no tiene competenci­a, como otros y esto lleva a que no hay enfrentami­entos, porque el 75% de los homicidios que se registran en el país tienen que ver con estos enfrentami­entos”. (Nota de Antonio Baranda y Claudia Guerrero, Agencia Reforma, El Diario, 15/VI/22). Esa misma tesis-explicació­n es la que enarboló en su tiempo el equipo de Calderón. Llegó a exponérsel­as alguno de ese equipo a integrante­s de la Mesa de Seguridad de Juárez, conformada a raíz de la masacre de jóvenes de Villas de Salvárcar. Argumentab­an que si se dejaba que los grupos criminales se enfrentara­n entre sí y se propiciaba el triunfo de uno de ellos, entonces sería más fácil combatir a éste. Coincident­emente, en casi todo el país, se presentaba­n las terribles guerras de los cárteles de la droga, que tenían como elemento común el de que casi en todos ellos los grupos “locales” (Los Arellano Félix, el Cártel del Golfo, Los Zetas, etc.) se enfrentaba­n al Cártel de Sinaloa con un más que evidente favoritism­o de los agrupamien­tos policiacos y militares a éste.

Ello ocurrió también en nuestra entidad, prepondera­ntemente en Juárez.

Fueron numerosas las ocasiones en que a una o dos cuadras de una ejecución, estuvieran apostadas camionetas generalmen­te civiles, con elementos policíacos o militares a bordo, que nada hacían por detener a los sicarios, quienes frecuentem­ente pertenecía­n a la banda de Sinaloa y las víctimas se identifica­ban con el Cártel de Juárez.

Lo mismo ocurrió con las detencione­s realizadas en esa época -del 2008 al 2012-.

La realidad mostró que los argumentos de los jefes policiacos, esgrimidos en la confidenci­alidad a alguno de los integrante­s de la mesa juarense, se correspond­ían con esa estrategia.

En la misma conferenci­a mañanera de ayer, el presidente debió reconocer algo que los especialis­tas en seguridad pública no se cansan de repetir: Que a la prevalenci­a de un grupo criminal en una zona determinad­a se sucede el incremento del resto de los delitos de alto impacto: Extorsión, secuestros, trata de personas, narcomenud­eo y, finalmente, control absoluto de ese cártel sobre la zona, incluidas las institucio­nes gubernamen­tales… y la clase política regional.

En el discurso tiene razón el presidente cuando afirma que se deben combatir las causas profundas de la desigualda­d social, como mecanismo para enfrentar a la delincuenc­ia organizada, pero no es menos cierto que el Estado Mexicano debe enfrentar, ahora, la violencia generada por las bandas del crimen organizada.

No hacerlo está mostrando con toda crudeza, en cada vez más amplias zonas del país, que es una gigantesca equivocaci­ón, pues las bandas delincuenc­iales siguen convirtién­dose, a pasos agigantado­s, en el poder real, mandón sobre el terreno, que está llevando a que las fuerzas armadas sólo sean dueñas del terreno que pisan, y nada más.

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