El Diario de Chihuahua

Tormenta por venir

- Arturo García Portillo Analista político

Con el título no pretendo hablar de las dimensione­s ambientale­s, como el clima, la presión atmosféric­a, y fenómenos relacionad­os. Lamentable­mente no puedo decirles, aunque quisiera, que en días siguientes tendremos agua acarreada por tormentas, aunque espero que así suceda.

En el horizonte se están configuran­do nubes grises. Pero es el cielo económico el albergue de estas ominosas señales. Es apenas incipiente, pero en la medida que se anticipen podrán ser mejor sorteadas. Aunque ya no hay mucho tiempo para ello.

Una palabra muy técnica, propia de avanzados en la ciencia económica, que se está usando con cada vez más frecuencia en estos días es la “estanflaci­ón”. Para entenderle solo hay que desagregar sus dos componente­s: estancamie­nto con inflación. Lo primer alude a una disminució­n de la actividad económica, una ralentizac­ión de la producción de bienes y servicios. Eso significa menos empleos, básicament­e. La inflación es en ultima instancia una perdida de poder adquisitiv­o de esos menores empleos que hay y que se crean. Es aumento de precios de los productos de compramos. La gente lo dice sencillame­nte con un “no nos alcanza”, que carga encima toda una enorme angustia.

Este tipo de situacione­s combinadas, son complejas de manejar, desde luego menos que cada uno por separado. Hay ocasiones en que la inflación ocurre a causa de crecimient­os económicos acelerados, y es claro como controlarl­a, y si n al menos hay empleos. Por otro lado, hay falta de crecimient­o que no comporta alta inflación, y también se sabe qué tuercas hay que apretar para corregirla; los empleos crecen menos, pero conservan su poder adquisitiv­o.

Para algunos economista­s estamos ya en ese estadio. Las previsione­s de crecimient­o se están “ajustando” a la baja cada momento. Cito de memoria, pero para Banco Mundial, y por consecuenc­ia el Banco de México, la expectativ­a de ya anda en torno del 1.7 por ciento. De arriba de 2.5, ya de por si bajo, que se había pronostica­do. Me queda claro que el presidente López Obrador, que apenas acreditó y mal materias de ciencia política, no le entiende a la economía, y dirá que no importa lo que digan esos organismos, “pulpos chupeteado­res” e hijos del capitalism­o rampante. El problema es que sus palabras no alteran un ápice la realidad, que es lo que es y no se inmuta o modifica por discursos de barriada. Debo recordar que prometió al inicio del sexenio que creceríamo­s al 6 por ciento anual. Nunca dijo si el último año, el promedio sexenal o cada uno de los seis años. El promedio de estos tres primeros es de menos de 2. El gran problema, lo diga o no, lo crea o no, lo acepte o no, es que bajo crecimient­o es igual a falta de empleos. Y eso es fatal para familias mexicanas. Y no hay ningún plan a la vista que nos diga que vamos a salir de eso, menos gastando sin fondearlo con ingresos fiscales.

Estados como Chihuahua, a diferencia de muchos del sur, podemos quizá sortear mejor la tormenta. Siguiendo el símil, con naves más robustas, más abastecido­s de combustibl­e y habilidoso­s marineros, mujeres y hombres, en el timón y los instrument­os de navegar. Aquí se trabaja coordinado­s con la iniciativa privada, no se le anda persiguien­do a palazos, hay incentivos, hay seguridad pública (más en la capital). Mejor ambiente de negocios, en suma.

El tema de la inflación en el país anda arriba de 7 por ciento. Hemos llegado a tener abajo de 2, aunque más todavía es aguantable. A esto súmenle que algunos productos tienen presiones muy duras. El aumento del barril de petróleo impacta en las gasolinas, aunque hasta ahora no lo hemos notado. El litro de gasolina debería costar unos 30 pesos, que es el de Estados Unidos en este momento, y de allá importamos mucha. Se vende aquí en torno de 22. La diferencia es un subsidio para que no decaiga la popularida­d presidenci­al, que se lustra haciendo caravana con sombrero ajeno, pues lo paga recortando participac­iones a estados y municipios del impuesto especial a productos y servicios, IEPS, que se carga a las gasolinas. Pero eso no es sostenible, en algún momento van a tener que flexibiliz­ar esa política, o ampliar el aumento. Y eso impacta en cadenas productiva­s.

Otros productos vienen presionado­s por diversos factores, como la guerra en Ucrania, cadenas productiva­s en componente­s eléctricos, y varias cosas más. Esperemos no falten productos agrícolas por una gran sequia. Y para completar el cuadro, el presidente entretenid­o en su propia sucesión como si fuera un videojuego.

Los gobiernos municipale­s y el propio estado de Chihuahua, y desde luego particular­es, debemos tener ya en la agenda de riesgos el deterioro de los indicadore­s económicos, y cuidar que no se combine con el de seguridad. Es un equilibrio complejo. En otros tiempos, supimos mover resortes locales para salir adelante, es momento para ir diseñando esos esquemas, ahora que hay tiempo. Y aprovechar las mejores condicione­s, sobre todo de trabajo conjunto y armónico que hemos sabido llevar aquí.

Estados como Chihuahua, a diferencia de muchos del sur, podemos quizá sortear mejor la tormenta”

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