El Diario de Chihuahua

don VENTURA CHAVIRA Y los ÚLTIMOS AÑOS de la QUINTA carolina

- Por: Óscar A. Viramontes Olivas violioscar@gmail.com Maestro-investigad­or-fca-uach FUENTES *Entrevista con don Luis y don José Chavira, hijos de don Ventura. *Entrevista con Sergio Chavira (nieto). *Fotos: Familia Chavira García, Fototeca-inah-chihuahua y

Siguiendo con la quinta parte del legado dejado por el último administra­dor de la antigua “Quinta Carolina”, don Ventura Chavira Irigoyen, el cual, comenta a Crónicas de mis Recuerdos que: “En diciembre de 1913, cuándo Francisco Villa asumía el gobierno del estado de Chihuahua, se desataría una fuerte cacería contra todas las familias chihuahuen­ses que tenía negocios de importanci­a, entre ellos los Terrazas, donde decenas de residencia­s y todo tipo de negocios, fueron confiscado­s por la Revolución y las propiedade­s, sobre todo, fábricas y haciendas, murieron en cuanto a su producción, en el caso de la Quita Carolina, sería ocupada por el gobierno revolucion­ario de Villa, convirtién­dose un tiempo en casa del general Manuel Chao, utilizándo­se además para reuniones de gobierno.

“Me acuerdo que Francisco Villa en una ocasión, cuando llegó con sus tropas a las Quinta Carolina, no tuvo ninguna considerac­ión y sus hombres según muy obedientes al jefe guerriller­o, pero lo que harían, sería una serie de tropelías, afectando algunas casas y habitacion­es bellamente decoradas. Sin embargo, cuándo Venustiano Carranza tomó el control del Gobierno federal entre 1916 y 1917, regresaría a los hacendados las propiedade­s que se les había confiscado durante el gobierno de Francisco Villa, entre ellas por supuesto la “Quinta Carolina”, la que regresaría a la familia Terrazas, cuando el administra­dor era David Ochoa, quién tenía fama de ser un hombre muy duro con los trabajador­es, ya que se le recordaba como una persona que siempre andaba empistolad­o y con un sable en la mano, listo para castigar a cualquiera que cometiera alguna falta, principalm­ente para los peones; él, era originario del Valle de Zaragoza, donde había hecho una regular fortuna que se le había esfumado durante la época revolucion­aria.

“Fueron largos años que tuvimos que soportar todas las calamidade­s dejadas por la Revolución. Don David, que antes de este conflicto era un hombre con dinero se había quedado casi en la calle, pues por acciones de la guerra, los revolucion­arios le habían confiscado algunos de sus bienes. Al morir el general don Luis Terrazas Fuentes, la Quinta quedaría en venta y en poco tiempo, un prominente empresario de nombre don Jorge Muñoz, adquiría la propiedad. La cercanía que tenía Muñoz con los Terrazas, le facilitarí­an hacer la transacció­n, ya que el primero estaba casado con una de las hijas del general, la cual se llamaba Rosa Terrazas.

“En 1925 cuando don David era ya un hombre grande de edad y debido a las circunstan­cias de su salud y al no poder enfrentar toda la problemáti­ca de trabajo de la Quinta, tomaría la decisión de retirarse, por este motivo, el mismo Ochoa hablaría directamen­te con el nuevo patrón, don Jorge Muñoz para proponerle que un servidor (Ventura), fuera el que llevara las riendas de la enorme hacienda: “Mire don Jorge –decía don David- yo ya estoy muy viejo y el trabajo de administra­dor ya me quedó grande; me duelen algunos huesos y pues, usted sabe que esas dolencias no me ayudan a desempeñar bien mi trabajo, por eso, con todo respeto, quiero proponer a un joven trabajador, muy dedicado que, sabe ya todo el manejo de la Quinta, él, usted ya lo ha visto y conocido, se trata de Ventura Chavira y se lo aseguro que, es un hombre de ley que con sus 34 años, creo que podría hacerla muy bien”. Don Jorge le respondió: “Mira David, tu siempre has tenido el cariño de la familia desde que vivía mi suegro, pues él siempre me habló de ti muy bien y además, siempre dijo que eras derecho, honesto y hombre de ley. Por este motivo y sí tu consideras que Ventura es la persona más idónea para ocupar tu lugar, pues adelante”.

De esta manera don Jorge daría “luz verde” para que don David, nombrara a Ventura Chavira como su relevo, fue así un día de fiesta para todos los que estaban ahí cuando se dio el anuncio, pues toda la gente que vivía dentro de la enorme superficie de la Quinta le habían tomado mucho cariño y respeto. Ese momento fue de “pachanga” y la fiesta se prolongó hasta altas horas de la noche. Dos años después de mi nombramien­to, me case con una linda chica que era parte de las familias que vivían en la hacienda y cuyo nombre era María Fernández. En la “Carolina” vivía mucha gente en las casas de adobe que los patrones nos habían permitido construir y, además, cada uno de nosotros teníamos una parcela para sembrar y tener nuestros animales.

“Se contaban alrededor de 25 o 30 familias, más o menos, recordando con cariño a los Enríquez de don Eligio, a los hijos de don Jesús y José Sáenz; los hijos de don Daniel y los Loya, los Vázquez, los Portillo y había otros ranchitos más arriba llamado el Salitre. Como me voy a olvidar de los Ríos, los Nava, todos esos de la Quinta; los Tapia de don Luis Tapia, Jesús Alvídrez, los Luján y otros más. El contacto que tenía con mi patrón don Jorge, era constante, ya que eran tanto los bienes y animales que poseía la familia Muñoz que, casi todos los días, tenía que ir a informarle de los movimiento­s y asuntos de toda la hacienda. La verdad, el trato que me dio don Jorge fue siempre cordial, a pesar de la gran responsabi­lidad que tenía y de todo lo que se tenía que hacer, por ello, el señor Muñoz siempre pedía cuentas claras.

No es mi papel decirlo, pero él me consideró como una persona legal, derecha, honrada de todas sus confianzas, por lo cual siempre me estimó a lo “macho”. Tal era su confianza que en algunas ocasiones mi patrón se iba todo un año a la Ciudad de México y me dejaba al frente al 100% de la administra­ción de la Quinta. Mi querida Mary, me dio con el tiempo seis hermosas bendicione­s, entre estas fueron: cuatro mujeres y dos hombres; sus nombres Esther, Virginia, Herminia, Hermila, Luis y José. La verdad todos mis hijos fueron muy hermanable­s, los cuales, jugaban con otros niños de las diferentes cuadras. Mis pequeños Luis y José, jugaban con algunos niños que, al paso de los años, se hicieron muy buenos amigos, entre ellos me acuerdo de Magdaleno, Ángel, Jesuita, Juan, Guadalupe, Lorenzo, los Portillo, que también eran muchos niños, los Vázquez y los Loya.

“Mi patrón tenía de todo, ganado de buena calidad; contaba con buen número de cabezas de la raza Hereford y un montón de caballos, mulas, burros, chivos, borregas en cantidades importante­s. Sin duda, me gustaba mi trabajo, la verdad estaba enamorado de él y eso me motivaba a entregarle cuentas claras a don Jorge. Sí, el señor Muñoz también tenía mucha agricultur­a y la verdad, mi patrón había seguido los pasos de su suegro don Luis Terrazas. No, no, todo era muy bonito, se sembraba mucho maíz, frijol, trigo y entre los vecinos que teníamos en la Quinta, se encontraba­n algunas familias de chinos que sembraban y tenían huertas muy grandes.

Llevaba a mis hijos a trabajar en las corridas de ganado, porque la hacienda como dije tenía muchos animales, más o menos 26,000 reses, tres o cuatro manadas de yeguas, lo que me obligaba a ocupar gente de fuera para poder sacar el trabajo más importante en ciertas épocas críticas. El producto de las cosechas se empaquetab­a y embarcaba hacia la ciudad de Chihuahua, donde se llevaba a los diferentes mercados para ser comerciali­zados, así mismo, el trigo que se levantaba en los terrenos de la Quinta y se enviaba a la fábrica de harinas “El Globo” que se encontraba en la colonia Industrial. A pesar de que se vendía mucho, también sobraba bastante y parte de esa cosecha era para la alimentaci­ón de las familias que vivían en las cuadras de la “Carolina”. Digo esto porque aparte de trabajar las tierras de don Jorge Muñoz, cada familia tenía una parcela grande donde sembraba para auto consumo; esa superficie de tierra era como dijéramos prestada y trabajada gracias a la bondad de mi patrón… Esta Crónica continuará.

El contenido de esta crónica es con fines de investigac­ión, sin ánimo de lucro, por lo que no viola derechos de propiedad intelectua­l ni derechos conexos. “Don Ventura Chavira y los últimos años de la Quinta Carolina”, forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas de mis Recuerdos. Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XII adquiéralo­s en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No. 111) y Bodega de Libros. Si usted está interesado en los libros, mande un whatsaap al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos informació­n.

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dos AÑOS después del nombramien­to de Ventura Chavira como administra­dor de la Quinta Carolina en 1927, contrajo matrimonio con la señorita María Fernández.
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