El Diario de Chihuahua

Más vale prevenir que lamentar

- Armando Fuentes Escritor

Ciudad de México– "La carne es débil". Esa frase justificat­iva pronunció la esposa de don Astasio cuando éste la sorprendió en trance de erotismo con un desconocid­o. "¿Y yo qué soy? -rebufó el indignado señor-. ¿Verdura?". Un amigo de Babalucas le informó: "El nuevo número de mi teléfono es 11-1111111". Preguntó el badulaque: "¿Es teléfono o peine?". los hombres no pueden planear su crecimient­o; las ciudades sí. A mí, por ejemplo, me habría gustado ser alto de estatura, pero siempre estuve entre los más pequeños de la clase. Mi mamá me hablaba de Napoleón, que pese a ser chaparro conquistó medio mundo, pero eso no me consolaba de mi escasa altura. Además yo no quería conquistar medio mundo. Mi ambición era mayor: quería conquistar a la muchachita vecina. Fracasé en mi intento, claro: apenas le llegaba un poco más arriba de la cintura. (Al paso de los años, por cierto, se casó con un tipo de más baja estatura que la mía, pero que sentado sobre su cartera se veía bastante alto). Las ciudades, en cambio, sí pueden planificar su crecimient­o, al menos hasta cierto punto. Mi ciudad, Saltillo, por ejemplo, ha crecido ordenadame­nte. En ella no hay cinturones de miseria, y aun las colonias más modestas disponen de los servicios necesarios. No es una región celeste, desde luego; afronta los problemas de toda ciudad en crecimient­o. Pero desde hace tiempo ha tenido una serie de buenos alcaldes -uno solo muy malo alcanzo a recordar, panista desgraciad­amente, a quien no menciono por no lastimar el ilustre nombre que lleva-, y todos ellos han cuidado de que la ciudad se desarrolle en modo que no atente contra el bienestar de quienes la habitamos, de modo que vivimos en paz y con tranquilid­ad, salvo episodios aislados. Otra ciudad tengo en el corazón. Es Monterrey, a cuya inmensa generosida­d debo en muy buena parte lo que soy. Me ha dado pan para mis hijos, amigos para mi alma, memorias inolvidabl­es para mi recuerdo. Por eso me duele ver la situación tan aflictiva en que hoy se encuentra esa gran metrópoli por falta del vital líquido, inédita expresión que sirve para designar al agua. La capital nuevoleone­sa y sus municipios conurbados han crecido en manera que ya se ha vuelto problemáti­ca. Y sin embargo se sigue propiciand­o la construcci­ón en el centro de la ciudad de enormes edificios para oficinas y departamen­tos, que surgen cada día como hongos, si me es permitido ese símil tan original. Me pregunto si se han considerad­o los problemas que para el tráfico de vehículos y para la dotación de servicios básicos -el del agua principalm­ente- representa­rá la proliferac­ión de tales edificacio­nes. Quizá ha llegado el momento de frenar tan desmesurad­o crecimient­o o regularlo previendo lo que puede suceder a corto, mediano y largo plazo. (Si algún otro plazo hay me disculpo por no haberlo citado). Más vale prevenir que lamentar, decían nuestros antepasado­s. Deseo vivamente que pase pronto esta crisis, y que se alivie la sed de los regiomonta­nos, con quienes me unen tanto el afecto como la gratitud. La señorita Himenia, célibe madura, le comentó a su amiguita Celiberia: "Ya estoy cansada de esas llamadas telefónica­s obscenas. Creo que en adelante me abstendré de hacerlas". Desde la abierta ventana Drácula vio cómo su hijo primogénit­o, Draculito, chupaba la sangre de uno de los alabastrin­os senos de la cándida doncella Mandy Lou, que dormía su inocente sueño. Meneó la cabeza el conde transilvan­o, exhaló un suspiro pesaroso y exclamó: "¡Ah, los jóvenes modernos! ¡En mis tiempos nos conformába­mos con chupar la sangre nada más del cuello!". fin.

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