El color de la voz
Quiero empezar este artículo diciendo que a las voces de nuestro entorno le falta una voz poderosa, de muy definido color, la voz del analista Erasto Olmos, claro de ideas y sin neutralidades complacientes, Don Erasto, si no fuera mucho pedir, regálenos con su voz, que buena falta nos hace.
Mi padre, el escritor Gabriel Borunda, nunca fue hombre neutro, el amor al prójimo era en él una militancia decidida e inequívoca. Cuando un niño de sexto de primaria se lía a golpes con el pequeñín de primer grado, decir que es un pleito entre niños, que aprendan a arreglarlo solos, es manifestar una postura, es la complicidad con el más fuerte y neutralidad, es nuestra manifiesta aprobación para que se abuse del más débil.
Mi padre era algo más que un rojillo, era rojo, rojo, por eso no dudó en que mi primera formación académica fuera en la escuela del Partido Comunista, bajo el paradigma del humanismo socialista, y no dudó en unirse a la construcción de Nicaragua Libre, que por entonces enfrentaba a la contra nicaragüense, que en realidad era la recontra gringa; junto a Ernesto Cardenal organizó la Secretaría de Educación en un país que pretendía estrenar su libertad.
Las jóvenes maestras no tenían más material que un cuaderno didáctico, un pizarrón, un gis y un arma. El cuaderno, el pizarrón y el gis eran perfectamente prescindibles, el arma era necesaria para defender la revolución y la vida de los niños que querían aprender. Se quedó hasta que pudo, hasta que las balas le rozaron muy cerca, siempre manifestó su respeto por un pueblo que defendía con tanto empeño, y tan poca neutralidad, su patrimonio educativo y cultural.
Será por eso que las voces neutras, las voces sin color, me parecen tan ofensivas, tan hipócritas, tan engañosas, tan en busca de quedar bien con todos, con el que sea, con el que quede en el poder, con el que pueda ofrecer algún dinero, a cambio de tan descolorida voz. MI bisabuela tenía una forma muy certera de describir esas voces amables que siempre te dicen lo que quieres oír: labiosos. Labiosos, mentirosos y convenencieros, o convenencieras.
Hace meses que muchos hemos señalado la urgente necesidad de vacunar a los niños de menores de 12 años, las farmacéuticas internacionales y la OMS, han presentado evidencia de que distintas vacunas contra el Covid-19 son seguras para los menores desde el quinto mes de vida, se han levantado firmas, se han presentado infinidad de amparos, y durante estos espantosos años de confinamiento la vacuna contra el Covid-19 no se ha materializado para los niños, quizá porque los niños no son una población políticamente importante, no tienen credencial de elector y no irán a las urnas para agradecer con su voto una vacuna a la que tienen derecho por ley.
En cambio, se han dejado caducar lotes enteros de vacunas que pudieron ayudar a muchas personas. Se acaba de abrir el registro para vacunar a los niños menores de 12 años, espero que este registro se haga realidad y que del plato a la boca no se nos caiga la sopa. Y sí por fin estamos a punto de saldar esta deuda con los niños, se lo debemos a esas voces poderosas que han criticado, sin miedo a los colores, la falta de una campaña de vacunación infantil, a los que levantan firmas, hacen plantones o presentan las demandas de amparo en nombre de los niños que nadie quiere ver para no ir a romper la amable neutralidad.
No se vale andar de descoloridos, porque más vale una colorada que cien descoloridas, diciendo que no debemos presionar en este punto, porque sería pegarle al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y sería como seguirle el juego a sus opositores, pues ni modo, así son las democracias, si el señor Presidente está equivocado, se dice, y se dice en voz alta, sí el dictador de Maduro tuvo la suficiente clarividencia de vacunar a los niños desde el principio de la pandemia, no espero menos del presidente de México democráticamente electo.
La demora en esa vacuna nos ha costado un rezago escolar escalofriante, los niños que iniciaban sus aprendizajes básicos en el momento que se cerraron las escuelas han sufrido una agresión a sus procesos cognitivos difícil de resarcir, se necesitará un gran esfuerzo y sensibilidad de padres y maestros.
Tampoco podemos andar de descoloridos siguiéndole el juego al PRI y al PAN, sin la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República, jamás habría visto a los senadores del PRI y el PAN trabajar, por fin leen las iniciativas del Ejecutivo antes de aprobarlas así nada más a lo descolorido, jamás los habríamos visto discutir, tomar acuerdos, hacer contrapropuestas o defender las instituciones públicas. Con frecuencia el amor al prójimo y el humanismo no sólo no nos permiten tener una voz amable con todos, ese amor al prójimo y a la verdad, nos exigen el esfuerzo moral de quedar mal con todos, de señalar a todos los bribones por más que estos quieran matizar el color de su disfraz.
Por ejemplo, no puedo ser neutral y conformarme con esa explicación tullida de que Vladimir Putin es el libertador de los pueblos latinoamericanos porque se opone a la hegemonía de los Estados Unidos. El equilibrio de poderes que impide a los gringos pasarse de lanza y de la rayita geográfica de cada país, es la democracia socialista que funda y sustenta la Unión Europea de Naciones, que requieren tanto de cuidar su democracia que para eso tienen eurodiputados, para tomar acuerdos comunes, y que se funda apenas dos años después de la caída del bloque soviético, como la mejor manera de tener un equilibrio de poderes en un mundo tironeado lo mismo por la voracidad gringa, que por los fundamentalismos religiosos.
No me pidan que me destiña la voz cuando los delincuentes actúan activamente contra los agentes de la paz como los grupos ecologistas o los sacerdotes jesuitas en las misiones serranas, donde no llega la ayuda de un color ni de otro, y nada más para quedar bien en una charla de café; por eso no es aceptable hacerse la tonta, la quedabien, la que no ve cómo la guerra llama a nuestras puertas.
Es la hora de las voces que toman partido, de las voces que definen su color, que dejan de decir las cosas amables que el político en turno quiere oír. Debemos decir las cosas desagradables que tienen que padecer en silencio las grandes mayorías, no es hora de quedar bien con los hombres poderosos, es hora de prestar nuestra voz, una voz fuerte y comprometida, a los que nadie quiere oír, es principio básico del periodista salir a escuchar lo que no se oye, porque lo que todos oyen y repiten no es noticia, es propaganda.
De acuerdo con la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), México forma parte de los lugares más peligrosos para la prensa, junto con Afganistán, Pakistán, India y Yemen. En suma, y como dice Paco Ignacio Taibo II en su novela Olga Lavanderos “El periodismo es la última pinche barrera que nos impide caer en la barbarie”.