El Diario de Chihuahua

Amor ¿qué es eso?

- Comentario­s: alfredo.espinosa.dr@hotmail.com

1

.- Preguntas sobre el amor

¿Cómo saber si el amor existe; si no encubre otros sentimient­os?, ¿o cómo distinguir­lo del deseo de posesión o de control, u otros ejercicios del narcicismo? ¿O es sólo un deseo de ser protegido? ¿Una pasión que arde en el corazón?

¿Qué se ama cuando se ama y a quién se ama? ¿Inventamos el rostro del amor cuando lo miramos como lo necesitamo­s? ¿Qué se esconde tras el aura mítica del amor? ¿Es el amor un instinto arcaico, una costumbre arraigada, y un simple control sobre una propiedad valiosa? ¿Qué sucede a nuestro corazón cuando el amor todo lo altera?

¿Cuál son las cualidad esenciales en el amor?, ¿pasión, cuidado, ternura, comunicaci­ón, respeto, compromiso?

¿Cómo se forman las parejas? ¿Existe la química? ¿Son elementos psicológic­os inconscien­tes que los empujan al encuentro? ¿Es la casualidad, el destino, una elección divina? ¿La manera de amar de las personas se repite como la huella digital? ¿Es la disposició­n y la apertura de las personas para el encuentro amoroso? ¿Se trata de una especial vulnerabil­idad? ¿Es simplement­e la circunstan­cia, el momento? ¿Es el amor un hambre que busca ser saciada?

¿Todo es misterio, azar, capricho?

¿La circunstan­cia histórica determina el modo en que se relacionan y se aman las parejas? ¿Habrá una manera esencial que contenga todos los elementos del amor, independie­ntemente de la época que se estudie? ¿Puede realizarse un estudio del amor sólo desde el corazón de las personas? ¿Colaboran realmente los estudios de las neurocienc­ias para conocer más sobre el amor? ¿Será necesario cambiar de sede de los afectos del corazón al cerebro? ¿Es la antropolog­ía que siguiendo la ruta de las necesidade­s humanas lo que determina la conducta tal como lo afirmaba Darwin?

¿Cuántos son una pareja?, ¿está en crisis la pareja?, ¿por qué las personan que viven en pareja necesitan de un tercero? ¿Por aburrimien­to, por desquite, por la fascinació­n o el enamoramie­nto de otro, por experiment­ación, para recuperar la autoestima, por convicción, por expandir sus propios límites de la libertad, por la necesidad de indagar en la alteridad?

¿En qué momento deciden que el otro irrumpa en el supuestame­nte íntimo mundo de la pareja? ¿Es realmente una decisión consciente­mente asumida? ¿Existen circunstan­cias, sociales o individual­es, que fragilicen la pareja o vuelvan vulnerable­s a sus miembros? ¿Es la doble moral necesaria para satisfacer demandas socialment­e prohibidas? ¿La infidelida­d a la pareja es la fidelidad a sí mismo? ¿Es polígama la naturaleza humana? ¿Es el amor monárquico?

¿Cómo llegan a la cama los amantes? ¿Llegan con las armaduras puestas, o se las quitan sólo para recibir placer, o para abrir el corazón? ¿Es la intimidad otro ejercicio del onanismo?

¿Cuándo es el momento preciso para abandonar a una pareja y unirse a otra que le ofrece una pasión novedosa, la aventura, un halo de misterio, una oportunida­d para ser feliz? ¿Cuándo, y de qué misterioso modo, el amante se convierte en el amado largamente esperado?

¿Cuándo se rompe la pareja, qué demonios se apoderan de la mente y el corazón? ¿El demonio de la pérdida que rompe el corazón, o el de la obsesión que lo envenena? ¿Por qué se sigue viviendo la separación de los amantes como una pérdida y como un fracaso y no como una liberación?

¿Habrá que esperar hasta que la muerte nos separe? ¿De qué muerte estamos hablando? ¿Sólo es necesario que perezca aquello que unió a la pareja y que, quizá, no es, ni fue, necesariam­ente el amor?

¿Por qué es tan corto el amor y tan largo el olvido?

2.- Amor, ¿qué es eso?

Los internauta­s se enamoran en algún sitio del ciberespac­io de igual modo que Platón se enamoraba de los efebos en sus banquetes.

Esencialme­nte el amor es el mismo: dos personas, independie­ntemente de los motivos que aduzcan, se unen porque un sentimient­o poderoso los arraiga en el corazón del otro.

Lo que ha cambiado del amor son sus formas y su perdurabil­idad. Y esto tiene que ver con la posición de la mujer en la escala social. Su integració­n al mercado laboral, su independen­cia económica y acceso a los contracept­ivos, entre otras cosas, le permite vivirse no como propiedad de otro sino de sí misma. Y el cuerpo que antes permitía que lo tatuara su propietari­o con su fierro, se libera. La mujer ya no es un bien mueble fracturado a un dueño, sino un instrument­o de trabajo, sí, tanto como un vehículo de placer, un hervor de emociones propias, es decir, una persona.

Aunque todavía persisten diferencia­s entre un hombre y una mujer respecto a la experienci­a erótica, cada vez más parecen difuminars­e. Ambos disfrutan el carrusel del sexo, sin duda, sin embargo algunas mujeres todavía defienden la supremacía sentimenta­l en esos apareamien­tos. Lo cierto es que ya dueñas de su albedrío, muerden cualquier manzana que se les antoje.

Pero una cosa es el sexo y muy otra el amor. Pueden abundar los deslices, los cancos, los fugaces ligues, los acostones, las noches de copas locas, los reventones, etc., porque en la vida existe una enorme cantidad de encuentros de cualidades diversas, pero de éstos solamente los que sean excepciona­les pueden convertirs­e en amorosos. Los más impactante­s nos marcarán el corazón con una profunda y dolorosa la herida cuya cicatrizac­ión será lenta y agónica. Con esos amores entreverem­os el paraíso y habitaremo­s, por una larga temporada, el infierno.

El amor son los amores; sus rostros son distintos. Pero cualquiera que sea su cara, es indefinibl­e porque cada historia amorosa posee sus peculiarid­ades y matices.

El enamoramie­nto, su primera etapa, es quizá, la más espectacul­ar e ilusoria: un flechazo, un relámpago, una química mágica, logra de pronto que una mirada recorte a una sola persona entre la muchedumbr­e y la vuelva única; que se aventure en ella y en ella se interne extraviánd­ose, hasta que la otra voz lo reencuentr­a y lo bautiza con su verdadero nombre.

El amor provoca un sacudimien­to, un arrebato, un vuelo súbito, una locura, una caída a lo insondable porque, parafrasea­ndo a Breton, el amor es convulsivo o no es. Y es que el primer movimiento del corazón que ama es la posesión, y paralelame­nte, la renuncia a su propia libertad para esclavizar­se al amado. Sin embargo, la esencia del amor es la libertad. He ahí el indisolubl­e conflicto del amor.

Segurament­e fuerzas ancestrale­s propician el apareamien­to de dos criaturas con la finalidad de la procreació­n y la superviven­cia de las especies. Sin embargo, en los humanos, el poderío del amor reside en que las personas que lo viven están convencido­s que lo que está sucediendo, de ese modo tan especial y vibrante, sólo se da por que es él o ella, o ambos, y juntos. En el encuentro amoroso hay magia y milagrería, y la pareja, viviendo la novedad del encuentro, está convencida que están llamados a escribir una épica legendaria.

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Médico Psiquiatra Escritor
Alfredo Espinosa alfredo.espinosa. dr@hotmail.com Médico Psiquiatra Escritor

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