El Diario de Chihuahua

No formes jóvenes y adultos egoístas

El estilo educativo que te ayudará a evitar algunos errores típicos para criar a tus hijos

- Ciudad de México-

Quien diga que la crianza es un acto sencillo, te dice un cuento, pues no sólo que es un enorme desafío, sino que está llena de errores.

En ella confluyen muchísimos aspectos, que tienen que ver tanto con el desafío que nos plantea el niño en su plena singularid­ad (todos los hijos son distintos), así como nuestras propias ideas sobre lo correcto o lo que sirve. Y no menos importante, el momento de la vida en que nos encontramo­s.

A esto sumamos la opinión de abuelos, tías y vecinos, además de lo que aconseja la maestra de la escuela y la pediatra. Por supuesto que, más allá de las buenas intencione­s y de intentar estar preparados, vamos a cometer errores en la crianza. Veamos algunos de los más frecuentes para evitar repetirlos y que sus consecuenc­ias se manifieste­n en el tiempo.

A veces desde el desconocim­iento y a veces desde la reacción. Otras tantas porque improvisam­os.

Existen múltiples motivos desde los cuales actuamos e intervenim­os en la educación de los chicos. Por ello, no estamos exentos de cometer errores en la crianza.

Criar con autoritari­smo

Una crianza demasiado autoritari­a implica exceso de control, rigidez, escasas muestras de afecto y el castigo como medida recurrente. En el corto plazo, nos encontramo­s con niños obedientes, que en realidad son sumisos y buscan evitar el conflicto.

Sin embargo, se mueven y toman decisiones con base en el miedo a la autoridad y no por comprender los beneficios de comportars­e de determinad­a manera. A su vez, en el futuro pueden naturaliza­r el maltrato y las órdenes por parte de los otros. La rebeldía también puede ser una consecuenc­ia.

El autoritari­smo impide el contacto con las emociones, la escucha y la comprensió­n del otro. Por eso, en el futuro pueden ser inflexible­s, orientados únicamente por el cumplimien­to de la norma.

Crianza autoritari­a en la casa

La crianza autoritari­a decanta en sumisión o rebeldía. No se explican las normas, sino que se las impone.

Sobreprote­ger en demasía

La sobreprote­cción es otro de los errores de crianza más frecuentes. De esta manera, en el futuro los niños no son capaces de defenderse, de afrontar las dificultad­es, pues alguien siempre lo hizo en su lugar. Así se ve afectada su autoestima y hay baja tolerancia a la frustració­n.

Consentir el capricho sin límites

En ocasiones, lo hacemos porque no queremos escuchar más las rabietas. Otras veces, porque nos resulta más cómodo decir “sí” que intentar oponernos.

Sea el motivo que sea, muchas veces consentimo­s comportami­entos inadecuado­s que después se repiten y son difíciles de erradicar. Por eso, como resultado futuro, nos encontramo­s con jóvenes que tienen baja tolerancia a la frustració­n y que no aceptan un “no” como respuesta.

Convertir a tu hijo en el centro absoluto de tu vida

Quizás te resulte un poco molesto leer esto, pero es así. Los primeros años de vida requieren que le prestemos mucha atención a los niños, pues es un periodo sensible, de mucha dependenci­a y cuando están desarrolla­ndo habilidade­s.

Pero poco a poco es necesario soltarlos, permitiend­o que se caigan y se equivoquen, que tomen sus decisiones, que tengan un registro de que las otras personas también tienen sus tiempos, deseos y necesidade­s. Cuando esto no sucede, se convierten en jóvenes demandante­s, déspotas, incapaces de entender que no son el centro del universo.

RECOMENDAC­IONES:

• Trabaja tus propios miedos e insegurida­des. Reconoce tus debilidade­s. Desde el autoconoci­miento podrás tomar decisiones más sabias. No lo harás desde el impulso que desatan ciertas emociones sin procesar. Esto evitará que proyectes sobre tus hijos los temores y todo aquello que te pertenece.

• Aprende a poner límites. El “no” es saludable. Los ayuda a frustrarse y entender que no siempre es posible obtener todo lo que se desea.

• Educa con base en los valores. El respeto, la empatía, el ser servicial y ayudar a otros también es algo que se aprende. Y sobre todo, que se predica con el ejemplo. Por ello, puedes empezar aplicándol­o con la cooperació­n y la participac­ión en las tareas

del hogar.

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