‘YA NO SE USA’
Son muchos los que prefieren dilatar el momento de presentar a sus papás a la pareja, otros de plano se niegan a que ocurra
La presentación a los padres ha sido históricamente uno de los puntos de inflexión en la vida de cualquier pareja, un antes y un después que solía significar la materialización más evidente del deseo de compromiso con el otro y el afianzamiento definitivo de la relación.
Un momento tan crucial y compartido a nivel global que ha ejercido como detonante dramático de innumerables obras de ficción y que todavía hoy sigue nutriendo a todo tipo de géneros.
Sin embargo, pese a sus repetidas y vigentes iteraciones en la cultura pop, cada vez son más las parejas que deciden dilatar hasta el extremo este encuentro o que se niegan a llevarlo a cabo.
La periodista Izzie Price se lo preguntaba recientemente en un artículo publicado en la edición británica de Cosmopolitan: “¿qué pasa si no quiero presentar nunca mi pareja a mis padres?”. Para muchos, ésta supone la mejor opción.
Fuera de moda
“Presentar a la familia política parece que no está de moda. Ya no es necesario para tomar decisiones sobre con quién quieres compartir parte de tu vida y los jóvenes no lo perciben como imprescindible para sentir que están comprometidos como sucedía en generaciones anteriores”, apunta la especialista en sexología y terapia de pareja Silvia Sanz.
Entre otras razones esgrimidas por la autora del libro ‘Sexamor’ está la protección de la pareja por temor a que ésta no sea aceptada, patrones heredados más o menos traumáticos o el rechazo a que la entrada en juego de la familia política condicione su rutina y tiempo libre.
Por su parte, la psicóloga y sexóloga Arola Poch también coincide en que la idea de conocer a la familia de la pareja “no se plantea con facilidad” en pleno 2022. “Los motivos tienen que ver con que las relaciones no se consideran tan ‘serias’, se establecen más parejas y más ‘informales’, con una menor duración. Relaciones más líquidas, en las que los pasos habituales dentro de un noviazgo serio no se siguen”.
No avanzar en la escalera
“Conocer a la familia política siempre me ha parecido arriesgado”, sostiene Rosa (seudónimo), que reconoce el miedo que sintió cuando su novio, con el que tenía una relación basada en la independencia (“nos vemos casi a diario, pero no vivimos juntos”) la invitó a un evento familiar. “Son situaciones en las que descubres muchos detalles de tu pareja que hasta ahora nunca te habían sido mostrados. Patrones de conducta en sus padres que podría repetir, su propio comportamiento cuando está con ellos o hábitos en la convivencia que pueden resultar decepcionantes”.
Poch reseña el desafío que esto supone para la convención social de la “escalera de una relación”, en la que supuestamente debemos subir los peldaños establecidos para que la unión sea formal y acabe en el destino correcto. “Hay personas que no quieren seguir ese camino clásico de construcción de las relaciones y prefieren seguir su propia escalera, con sus propios pasos, según su orden y según sus tiempos”.
Sea cual sea el motivo de la negativa a dar el paso, las expertas coinciden en que hay que apostar por una comunicación honesta, argumentada y con tacto para que la relación no se resienta.