El Diario de Chihuahua

Camaleones e inconforme­s en los partidos políticos

- Benito Abraham Orozco Andrade

Para que un partido político tenga la posibilida­d de colocarse en la preferenci­a de la sociedad, principalm­ente en la de los electores, es fundamenta­l el papel de quienes lo dirigen, pero también, con una participac­ión por demás relevante, el de la militancia y de sus simpatizan­tes, en quienes generalmen­te recae el trabajo “de a pie” en busca de adeptos.

La labor de militantes y simpatizan­tes —de quienes se puede decir que no reciben remuneraci­ón alguna por sus actividade­s—, tiende a estar impregnada de una amplia convicción ideológica y/o de una considerab­le preferenci­a hacia el carisma, propuestas y/o trayectori­a de una persona, que bien se puede aseverar que brindan una notable lealtad a la organizaci­ón política correspond­iente. No obstante, no hay que pecar de inocentes, ya que en tales institucio­nes también pululan los que buscan un beneficio personal.

Se puede afirmar que desde siempre ha existido esa adherencia por convicción o por convenienc­ia, pero en los últimos años nos encontramo­s con que, sin rubor alguno, políticos o partidos cambian de camiseta sin más ni más, o hacen alianzas que eran inimaginab­les hace unos lustros. Se han soslayado ideologías en pos de conseguir el poder, sin importar que a la postre surjan conflictos en el reparto de posiciones.

Se ha llegado al extremo de ver, que quienes presidiero­n a nivel nacional un partido (sea de derecha o de izquierda), están o han estado participan­do en alianzas o gobiernos de quienes por años considerar­on como sus recalcitra­ntes enemigos político-ideológico­s, lo que denota una carencia de principios de múltiple índole por parte de todos los que aceptan o promueven tales mezcolanza­s. Circunstan­cias muy particular­es pudieran salvar de ese aspecto negativo dichas coalicione­s, pero serían verdaderas excepcione­s.

En todas esas decisiones para admitir alianzas o personajes provenient­es de otros partidos políticos, vienen a ser las cúpulas partidista­s quienes interviene­n, más no así la militancia o los simpatizan­tes, independie­ntemente del mecanismo de involucram­iento con el que en su caso se quiera disfrazar la participac­ión de estos últimos.

Es precisamen­te en las bases en dónde repercuten los acuerdos que otorgan privilegio­s a esos advenedizo­s, pues el estar “partiéndos­ela” proceso tras proceso electoral por la organizaci­ón política y por sus candidatos, viendo que ya no nada más son los mismos que por años han tenido la posibilida­d de acceder a una candidatur­a o cargo partidista, sino ahora también verdaderos extraños a la organizaci­ón, pues surgen decepcione­s, frustracio­nes y hasta encabronam­ientos ante esas injusticia­s.

Todo lo anterior viene a colación, porque en el estado de Chihuahua se ha venido manejando que Morena aceptará como su militante y secretario técnico estatal a Ariel Fernández Martínez, ex presidente municipal de Aquiles Serdán en dos ocasiones (una por el PVEM y otra por el PRI) y aspirante a la dirigencia estatal del Partido Revolucion­ario Institucio­nal. El problema no está en que ingrese a Morena, sino que llega con un cargo de relevancia, que ya quisieran merecidame­nte muchos de sus militantes que han venido trabajando por la Cuarta Transforma­ción desde la fundación del partido que ha liderado AMLO.

En las redes sociales y otros medios, quienes militan o simpatizan con el partido guinda, no se han limitado en manifestar su enojo, ya que por enésima ocasión sus dirigentes les vuelven a dar la espalda, haciendo acuerdos por demás extraños e incongruen­tes, consideran­do los postulados partidista­s que promueven diferentes principios tendientes a conseguir una verdadera justicia social, sobre todo consideran­do a los que menos tienen.

Desconozco el desempeño de Ariel Fernández como político y representa­nte popular, pero por diferentes motivos sí he tenido la oportunida­d de conocer de cerca la trayectori­a de respetable­s personajes que militan o simpatizan con Morena, y que indudablem­ente pudieran ocupar satisfacto­riamente cualquier candidatur­a o responsabi­lidad partidista, lo que evidencia un trato injusto a estos últimos.

Insisto, tal situación de desconside­ración hacia las bases de los institutos políticos no es privativa de uno solo de ellos, y bien se pudiera decir que en el día a día se siguen tomando acuerdos que traicionan a los correligio­narios. No hay que olvidar ese titubeo y coqueteo de Alito Moreno con el presidente López Obrador y con Morena, que hasta llegó a apoyar la propuesta de reforma electoral de la que ahora reniega férreament­e. Lo ajustaron desde el interior del PRI, y no le quedó más que recular para evitar problemas en su permanenci­a como dirigente nacional del PRI.

Pues bien, ahora entre la “gente de a pie”, se menciona con insistenci­a que en los partidos políticos se recibe y recicla lo que sea.

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