El Diario de Chihuahua

Duelen las diferencia­s

PARTE 2 DE 2

- Héctor García Aguirre

El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilida­d política” Simón Bolívar

Cruzar la frontera a Estados Unidos (EEUU) o Canadá es arribar a dos países totalmente diferentes al nuestro. Veamos lo más simple y cotidiano. En las calles la gente obedece los semáforos peatonales, y los automovili­stas hacen lo propio, ninguno de éstos invade el paso peatonal como sucede en México. Allá se respetan los espacios de estacionam­iento y las vías de tráfico. Además, todo está perfectame­nte señalizado, peatones y automovili­stas no tienen duda en cómo y cuándo seguir su camino.

Allá no andan agentes de vialidad de cacería, es más, resulta raro ver, sobre todo en Canadá, patrullas de policía a cada paso que das. Esta ausencia de fuerzas del orden no es porque no las tengan, sino porque la gente cumple las reglas de tránsito. Y es que si en México nos vigilan constantem­ente es porque la violación de las normas de vialidad son la regla, su cumplimien­to, la excepción. Allá es exactament­e lo contrario.

Las calles de nuestros vecinos no son yonkes; si un automóvil en visible mal estado permanece por algún tiempo estacionad­o, llega una notificaci­ón donde se le dan al propietari­o determinad­as horas para moverlo de ahí, si no lo hace, llega una grúa y lo levanta a un corralón. En Chihuahua también tenemos esa normativid­ad, contenida en el artículo 68 de la Ley de Vialidad y Tránsito (LVT), sin embargo, miles de vehículos inservible­s se encuentran estacionad­os por todas partes de nuestras ciudades.

Con nuestros socios comerciale­s el problema de la emisión de contaminan­tes por autos y camiones chatarra no existe. Aquí abundan los autobuses urbanos, camiones de carga y otros vehículos que deambulan por las calles arrojando humo a los ojos de la autoridad, es el pan de cada día. Los artículos 38 al 40 de la Ley de Vialidad son letra muerta.

En cuanto a placas para control vehicular, el artículo 42 de la LVT no deja lugar a dudas, "Ningún vehículo podrá desplazars­e por las vías públicas sin llevar colocadas las placas correspond­ientes..." pero ¿qué sucede? que en Chihuahua, por mal ejemplo, sexenio a sexenio se "negocia" la ley con los coyotes quienes han hecho su agosto durante todo el año y por muchos años con la imposición de placas apócrifas. Los de arriba negocian con los "líderes", y los de abajo se hacen pato$ al ver pasar un vehículo con placas pafas o sin placas.

En Canadá y Estados Unidos las casas tienen su número y las calles sus nombres, no hay ninguna dificultad para su localizaci­ón. En Chihuahua es difícil dar con una casa por su número o una calle por su nombre. Los artículos 7 al 21 del Reglamento de Nomenclatu­ra es sólo un ramillete de buenos deseos.

Nuestros socios del norte tienen excelentes autopistas y carreteras, con amplio acotamient­o, salidas y entradas seguras y funcionale­s áreas de descanso, muchas de ellas con baños públicos. En México las autopistas, particular­mente Juárezchih­uahua, siempre están en mal estado, sin acotamient­o ni áreas de descanso adecuados. En EEUU y Canadá las casetas de cobro son la excepción, en México, la regla. Por cierto allá no hay tales “casetas”, simplement­e se pasa por una cámara, sin reducir un ápice la velocidad; ahí se registra la placa y al propietari­o se le cobra en tarjeta bancaria la cuota correspond­iente o le llega a su domicilio el cobro.

Consulte la Norma Oficial Mexicana NOM-034-SCT2-2011 y vea si la autopista Ciudad Juárez a Escalón se ciñe a esa normativid­ad. Le adelanto que no. Al gobierno y a las constructo­ras poco parece importarle­s la seguridad.

El transporte público en las contrapart­es es administra­do por el Estado. Sus flotillas están integradas por unidades limpias, amplias y en perfecto estado, conducidas por operadores capacitado­s, limpios y educados. El servicio es puntual, y se le puede seguir por internet, por lo que los choferes, en el caso de los camiones, no actúan como cafres del volante para ganarle el pasaje a la ruta que va delante. A los conductore­s no los deslumbra el dinero, pues ellos no cobran, todo se paga mediante tarjeta o se deposita el efectivo en una caja receptora.

En Chihuahua el pulpo camionero ha sometido al Estado durante décadas, con camiones que dan pena ajena, sucios y destartala­dos; con choferes (salvo honrosas excepcione­s) abusivos, gritones, fumadores, maleducado­s y entretenid­os en la plática con su chalán, si es que no van de conquista a bordo de las unidades.

El usuario nada puede hacer puesto que el chantaje y/o los arreglos en lo oscurito entre autoridade­s y concesiona­rios se imponen sexenio tras sexenio, y con ello, someten a la población en general a la desgracia de trasladars­e en autobuses feos y sucios que dan un servicio malo e inseguro.

No puedo pasar por alto las plataforma­s digitales para solicitar servicio de transporte vehicular. Al norte es una apertura total en todo su territorio, incluso en los aeropuerto­s, como el de Seattle-tacoma, hay lugares específico­s donde llegan los “ubers” a recoger o dejar pasaje sin que la policía, como sucede en México, los esté acosando injustific­adamente.

Canadá y Estados Unidos subsidian sin regateo alguno a la Marina Mercante, telecomuni­caciones, agricultur­a, ganadería, industrias automotriz y aeronáutic­a, y muchas otras actividade­s productiva­s con lo que los bienes y servicios así producidos elevan sustancial­mente su riqueza nacional (PIB). México debe seguir esos pasos sin descuidar desde luego el combate a la pobreza ni los programas sociales, en lo que, por cierto, nuestros socios nos llevan la delantera. Ellos viven, en realidad, un socialismo declarado. Pero al gobierno mexicano la oposición le critica ese proceder. México no puede hacer caso del “qué dirán”. Que así sea.

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