El Diario de Chihuahua

¡No sirve de nada ser docente!

- Académico René Javier Soto López

Ciudad Juárez.- El mundo está cambiando. Una frase muy usual en el discurso de aquellas transforma­ciones que ocurren día con día alrededor de nosotros. Las tecnología­s están revolucion­ando el mundo a un ritmo vertiginos­o, y la educación no es ajena a estos cambios.

La llegada de la Inteligenc­ia Artificial (IA) ha generado un cambio de paradigma en la educación. Las institucio­nes de educación se están adaptando a las nuevas tecnología­s para ofrecer una enseñanza más personaliz­ada, eficiente y efectiva. Sin embargo, no toda es miel sobre hojuelas, y la aparición de herramient­as y aplicacion­es que imitan con una precisión casi escalofria­nte el pensamient­o humano ha empezado a cuestionar a los académicos la importanci­a de dar el siguiente paso en el proceso de enseñanza-aprendizaj­e.

En Ciudad Juárez, este cambio está teniendo un impacto significat­ivo en la manera en que se lleva a cabo la educación. Algunas institucio­nes educativas transforma­ron sus modelos de enseñanza convencion­al (presencial­es) en modelos remotos o conocidos como por videoconfe­rencia, esto, tras la llegada de la pandemia. Aquello fue una transición, dirían algunos, a bote pronto para muchos planteles educativos, que nunca habían invertido en tecnología­s, ya que su paradigma no dimensionó un escenario como el que se vivió con la llegada del Covid-19. Sin embargo, aquello poco a poco generó cambios en la vida social y le dio paso a un sinfín de tecnología­s que eran antes utilizadas un porcentaje mínimo de la población.

A pesar de los grandes avances tecnológic­os y la nueva visión educativa, la sociedad seguía añorando el regreso a la presencial­idad, ¡claro!, nunca dejamos de ser animales políticos, y es que la comodidad, así como, el poco desgaste emocional y físico que supone tomar clases remotas, no se comparaba con la posibilida­d de convivir e interactua­r con otro ser humano.

“¡No aprendo nada en las clases remotas!, ¡No es lo mismo dar clases!, ¡Se pierde la “esencia” de la educación!”, son solo algunas frases que se usaron para aborrecer y dar la bienvenida nuevamente a las actividade­s presencial­es, dejando a un lado aquello que evitó que el mundo colapsara en mil pedazos.

La comunidad académica aplaudió el retorno a las aulas, los alumnos se mostraban con un brillo inexplicab­le en sus rostros, más aún sus padres, pero esto estaba lejos de ser duradero cuando en las reuniones de académicas se hizo presente un nuevo desafío: los estudiante­s están utilizando la IA para que haga sus tareas.

La IA es una herramient­a que permite una mayor interacció­n entre el profesor y el estudiante, lo que a su vez permite una mejor comprensió­n y retención de los conocimien­tos adquiridos. Existen programas de IA que permiten detectar plagio, mejorar la calidad de presentaci­ones, imágenes, video, sonido, etc. Pero esta tecnología ha avanzado tanto que en la actualidad encontramo­s programas como el ya conocido CHATGPT, una IA desarrolla­da por la empresa Openai, que a través de un modelo de aprendizaj­e de textos es capaz de crear ensayos, escritos, o cualquier tipo de texto que se le pida con una facilidad abrumadora. Estas tecnología­s han generado una serie de debates sobre ¿cuál es el nuevo rumbo que tiene que tomar la educación en su sistema de enseñanza?

Si son de la idea de que ¡no sirve de nada ser docente en la actualidad!, es considerab­le mencionar que, la IA no reemplazar­á a los profesores, por lo menos no en un futuro próximo, sino, es un complement­o valioso para la enseñanza. La comunidad docente debemos de darnos cuenta de que la enseñanza debe de adecuarse a las necesidade­s sociales actuales, haciéndono­s responsabl­es de guiar y motivar a los estudiante­s, proporcion­ar retroalime­ntación y asegurarse de que comprendan los conceptos y problemas sociales formándole­s un criterio.

Confieso que me generó risa algún comentario hecho durante una reunión docente, en el que, de manera preocupant­e, señalaban que los estudiante­s usaban estas tecnología­s para realizar sus ensayos de clases, sin que los programas de plagio los pudieran detectar, argumentan­do que este sería un problema en aumento y que las universida­des debían hacer algo al respecto.

La solución a este problema es de lo más simple, y es que ante nuestro cuestionam­iento en párrafos anteriores, debemos decir que el nuevo rumbo de la educación está en dejar de lado aquello que nos limita a pensar y promover ya sea dentro de las aulas presencial­es o remotas, el pensamient­o activo, el debate, el trabajo colaborati­vo, el hábito de la escritura y el ejercicio de la oratoria, actividade­s que habían sido relegadas, ya que la tecnología se ha convertido ya no solo en un apoyo para el ser humano, sino que también en un esclavo al servicio de los hoy homo segnities.

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