El nuevo Fiscal de Chihuahua
Como era lógico, y lo que se esperaba, después del jueves negro en agosto de dos mil veintidós en Ciudad Juárez, y la fuga del Cereso de treinta peligrosos reos (entre ellos líderes criminales, homicidas, extorsionadores y secuestradores sentenciados), también en Ciudad Juárez, la Gobernadora finalmente cambió al Fiscal General del Estado de Chihuahua, porque ambos eventos pudieron evitarse, de haberle puesto atención a lo que sucedía dentro de los Ceresos, particularmente el de Ciudad Juárez, donde quedó en evidencia que los internos (algunos) tenían el control de dicho centro penitenciario.
El relevo, César Jáuregui, quien hasta antes de su designación como fiscal general era el secretario general de Gobierno, un hombre al que propios y extraños le reconocieron el buen papel que venía desempeñando, y de los hombres fuertes de la Gobernadora y por qué no decirlo, del PAN chihuahuense. Por eso, muchos (incluido un servidor) no entendemos su designación como Fiscal, porque su experiencia y desempeño, siempre ha sido de político y operador, de su partido y Maru Campos, y aunque es un político habilidoso y buen operador, tiene nula experiencia de investigador, y por muy eficiente que haya sido su desempeño, ningún político ha salido bien librado de dicha tarea.
Por lo tanto, su designación no es una buena noticia para él ni para el estado. Para él, porque, a menos que la violencia en el estado disminuya y que no sucedan eventos como los que han sucedido en la época de Maru (El homicidio de los padres jesuitas, los multihomicidios, los eventos de violencia en Juárez) o de alto impacto que evidencien la incapacidad de la Fiscalía, él será señalado como uno de los responsables del fracaso de la estrategia de seguridad, junto con la Gobernadora y el Secretario de Seguridad Pública, aunque los Ceresos ya no estén bajo su responsabilidad (ahora están a cargo de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado). Y para el Estado, porque la Fiscalía no debe de designar políticos como responsables de la misma (a menos que hayan tenido experiencia en tareas de investigación con trayectoria y labor reconocida), porque es un área técnica que necesariamente necesita el conocimiento de la institución, de sus operadores y más que nada, de la actividad que desarrolla, porque si no, no va a poder evaluar ni dirigir, sino únicamente delegar (es esa la lógica de designar a Carlos Manuel Salas como Fiscal Zona Norte).
Y es que la Fiscalía no es un área para aprender como mando, porque si no ha llevado investigaciones no será posible que la dirija como debería de ser, porque si bien le va conocerá la institución y a sus operadores (y para esto tendrá una curva de aprendizaje), pero no la actividad, porque para eso debió haber tenido experiencia integrando carpetas de investigación y sustanciando audiencias, y por supuesto, ser abogado penalista. Por eso era necesario un Fiscal General con perfil y trayectoria reconocidas en dicha actividad, para que pueda dirigir y supervisar, un área que conoce y no delegar, al menos, para que pueda cambiar las cosas que no funcionan e implementar medidas que hagan más eficiente la actividad investigadora en el Estado. Y digo al menos, porque para que la Fiscalía verdaderamente dé los resultados que espera la sociedad, necesita un cambio que vaya más allá de su titular, necesita cambiar la misma institución y eso sólo sucederá haciéndola autónoma, como lo señalamos en estas mismas páginas la semana pasada.
Para que dicha institución sea autónoma no sólo del Poder Ejecutivo estatal, también de otros poderes como el Legislativo y el Judicial, lo que generalmente no ocurre porque el gobernante en turno tiene influencia en dichas instancias y por ello también la Fiscalía. Tal vez esta coyuntura de cambio de fiscal es oportuna para que, aprovechando los conversatorios para reformar la Constitución de Chihuahua, se logre la autonomía de dicha fiscalía, lo que le vendría bien a la investigación de los delitos, a policías, Ministerios Públicos y todo el personal que labora ahí, pues poco a poco se mejorarían sus condiciones y prestaciones, pues el presupuesto atendería a necesidades reales y no a cuestiones políticas, impactando benéficamente en el combate a la impunidad.
Tal vez esta coyuntura de cambio de fiscal es oportuna... para que se logre la autonomía de dicha Fiscalía"