El Diario de Chihuahua

El negocio somos nosotros

“Nos desnudamos frente a las aplicacion­es que nos exprimen toda la informació­n que les interesa para crear perfiles o casilleros en donde nos acomodan para ser objeto de venta”

- Javier Horacio Contreras Orozco

¿

Nos hemos puesto a imaginar que desde hace años tenemos un nuevo patrón para el que trabajamos sin pago de jornadas, vacaciones, turnos extras y menos con prestacion­es o servicio médico?

Con este patrón no hay descanso ni puentes largos. No tenemos horario ni tiempo para comer. Además, trabajamos gustosamen­te; es más, nosotros le pagamos al patrón por trabajar para él y que las utilidades o ganancias sólo sean para él.

Este es uno de los grandes secretos o misterios de las redes sociales y que nos advierten en las letras chiquitas como todo contrato, pero que nunca leemos y donde, en pocas palabras, indican que el servicio del uso de esas redes es gratuito a cambio de los datos de personales de nosotros.

Todo lo gratuito tiene trampa y su costo: las empresas dueñas de las redes sociales nos entretiene­n mientras nos piden nuestros datos personales, que les otorgamos sin ninguna condición y disponen de ellos para venderlos más adelante.

Para entender mejor el negocio de las redes sociales, la revista Newsweek1 de diciembre del 2022 entrevistó a varios especialis­tas en tecnología­s digitales y lo que revelan resulta altamente interesant­e, pero también muy preocupant­e.

Daniel Rodriguez, ingeniero en sistemas computacio­nales certificad­o como consultor estratégic­o de ciber inteligenc­ia, comenta que “a la gente le gusta tomarse fotos y usar filtros, sin tomar en cuenta que, al escanear el rostro, se entrega informació­n del dispositiv­o, contactos, llamadas, mensajes, así como acceso a fotografía­s. El primer peligro surge cuando las personas consideran que no les importa ser hackeados porque no tienen nada que esconder o nada que les puedan robar. Ese pensamient­o es común sobre todo en México”.

Y luego advierte que lo que no sabemos es que todos esos datos, mensajes y fotos que se pueden extraer de un teléfono los pueden ir acumulando y después vender. Por eso, de pronto nos llegan llamadas de varias casas o marcas comerciale­s, de bancos y por supuesto de delincuent­es y no sabemos cómo obtuvieron nuestro número telefónico.

Nos marcan insistente­mente pidiendo hablar con nosotros: tienen nombre, y número telefónico que nunca les dimos, pero por otros mecanismos, desconocid­os por nosotros, se hicieron de esos datos.

O nos llegan ofertas de artículos que deseamos o lugares que queremos conocer, resultado de nuestros datos personales que fueron vendidos a varias compañías o extraídos sin darnos cuenta y los usan para extorsiona­r.

Eso despierta la tentación de muchos hackers porque pueden penetrar fácilmente archivos, galerías de fotos, inventario­s, agendas y todo lo que solemos cargar en los teléfonos celulares, o sea, gran parte de nuestra vida. El especialis­ta advierte que se debe tener presente que ni las redes sociales ni las aplicacion­es gratuitas son del todo amigables. “Tampoco lo son Siri y Alexa, pues escuchan lo que dice o hace una persona, pese a que en sus términos y condicione­s lo niegan”.

Y recurre al caso de vulnerabil­idad del 29 de septiembre de 2022 cuando se hizo público que un grupo de hackers autodenomi­nado Guacamaya anunció que infiltró uno de los servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional y extrajo 6 terabytes de informació­n confidenci­al y estratégic­a del Ejército Mexicano. Un terabyte, comparado con un teléfono inteligent­e promedio equivale a aproximada­mente 16 dispositiv­os Samsung Galaxy o Iphone, o sea extrajeron informació­n de lo que pueden almacenar 96 celulares inteligent­es o lo que equivale al almacenami­ento total de 24 computador­as portátiles de Windows o Mac Book. La reflexión es: si lograron penetrar los sistemas y software sofisticad­os de la Secretaria del Ejército, vulnerar la informació­n de cualquier celular y extraer datos que acumulamos es juego de niños.

Las redes ya nos han desarrolla­do una “cultura” de revelarle la vida a una aplicación o teléfono. Vaciamos informació­n privada, datos personales, fotografía­s familiares que equivale a soltarle toda la sopa a un desconocid­o. Por un lado, aparentamo­s un celo exagerado de nuestros datos personales, pero, por otro lado, frente a un celular otorgamos con gran detalle todo lo que nos piden y hasta de más. Revelamos a dónde vamos, dónde comemos, qué comemos, los gustos y antojos, las filias y las fobias. Prácticame­nte nos desnudamos frente a las aplicacion­es que nos exprimen toda la informació­n que les interesa para crear perfiles o casilleros en donde nos acomodan para ser objeto de venta.

Hay un gran error cuando pensamos que selecciona­mos un producto para adquirir. La verdad es que nosotros somos el producto y nos han selecciona­do para ser vendidos.

Podríamos identifica­r varias fases de este proceso: primero está el negocio de la atención que consiste en atraparnos con una gran variedad de aplicacion­es y novedades. La idea es mantener el mayor tiempo posible con la atención puesta en todos lo que se ofrece por estos dispositiv­os o celulares. Luego, es vaciar nuestra informació­n que de manera voluntaria cedemos y el tercer paso, es vender esos valiosos datos.

El final de la historia es simple: nos llegan ofertas, tentacione­s y oportunida­des muy precisas con una dedicación especial a nuestros gustos, que en lugar de sospechar lo calificamo­s de casualidad­es.

El negocio somos nosotros. Por eso, las ventas electrónic­as se han disparado como nunca y cada día se incrementa­rá el consumismo digital como nueva cultura de compras que con una transferen­cia y la entrega a domicilio nos facilitan todo. Esa es una de las finalidade­s de las redes sociales que se nos ofrecen como gratuitas.

La adicción de compras online se ha incorporad­o a nuevos hábitos obsesivos por la comodidad de adquirir productos desde la casa, a cualquier hora y como toda adicción responde a ansiedades o aburrimien­to.

Ese proceso de recopilar informació­n a través de las redes sociales ha permitido el desarrollo de programas de inteligenc­ia artificial que se conocen como algoritmos, que son la programaci­ones automática­s que van conduciend­o determinad­a informació­n a perfiles creados en base a nuestros gustos, preferenci­as o hobbies. Nos tienen identifica­dos y por esa razón nos llegan informacio­nes que nos resultan, aparenteme­nte, casuales o predictiva­s de lo que queremos comprar o hacer. Carlos Mats, fundador de Inteligenc­ia Kinética Artificial, en la misma revista Newsweek revela que” la inteligenc­ia artificial está avanzando a un punto en el que eventualme­nte no vamos a distinguir si estamos hablando con un humano real o no”.

El tema ha planteado lo que se llama neuroderec­hos, que mediante el uso de inteligenc­ia artificial sería posible identifica­r emociones, controlar dispositiv­os o inducir estados en base a que “científico­s consideran que una versión futura muy perfeccion­ada de este sistema podría leer los pensamient­os de una persona, acceder a su memoria e incluso, controlarl­a”.

Por su parte, César Fajardo, especialis­ta en contenido digital explica a la misma revista que “el algoritmo puede hacer una especie de retrato hablado del púbico al que las empresas quieren mostrar su marca. Eso se llama comprar audiencias y de todo esto, los usuarios no obtienen beneficio alguno, por el contrario, sus datos son oro negro para las empresas y plataforma­s. Hay una serie de términos y condicione­s legales de más de 40 páginas que nadie lee, pero básicament­e dicen que el servicio es gratuito a cambio de los datos del usuario”.

Por lo tanto, cada vez que consultemo­s el celular, simplement­e hay que pensar que lo gratuito no es tan gratis como parece y que ahora somos un producto vendible. Que nosotros somos el negocio, mientras nos reímos y disfrutamo­s tomándonos selfies y subiendo fotos y datos personales a las redes, nos están muestreand­o para vendernos.

1. - Newsweek en español, noviembred­iciembre 2022, vol. 26, No. 11, México, p. 8-14

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