El Diario de Chihuahua

AMIGO DE LOS AMIGOS DE DIOS

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Un sacerdote de la diócesis de Querétaro, Juan Manuel Pérez Romero, fallecido hace dos años, solía llamar la atención en la necesidad de "hacerse amigos de los amigos de Dios". Ya lo decía san Francisco de Sales: "En el mundo es necesario que quienes se dedican a la práctica de la virtud se unan con una santa amistad, para exhortarse mutuamente y mantenerse en estos santos ejercicios".

La Biblia lo enseña con estas palabras: "Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!" (Eclesiasté­s 4,910). Y, por ello mismo advierte: "No tomes por amigo a un hombre airado, ni vayas con un hombre violento, no sea que aprendas sus senderos" (Proverbios 22,24-25). La recomendac­ión de San Francisco de Sales era ésta: "Ama a todos los hombres con un gran amor de caridad cristiana, pero no mantengas amistad sino con las personas con las que convivir pueda ayudarte; y, cuanto más perfectas sean estas relaciones, tanto más perfecta será tu amistad".

Santa Teresa de Jesús incluso señala: "La amistad con Dios y la amistad con los demás son la misma cosa. No podemos separar una de la otra". Y Santa Catalina de Siena observa que "la amistad que tiene su fuente en Dios no se extingue nunca". El dilema es: ¿cómo hago para hacerme amigo de un amigo de Dios, es decir, hacerme amigo de un santo? ¿Dónde encuentro uno?

A veces los santos pueden hallarse en los lugares más insospecha­dos; pero es verdad que no abundan. Y si no era sencillo encontrarl­os cara a cara en tiempos normales, mucho menos ahora en que el confinamie­nto mundial parece que ha venido para quedarse.

Por eso una respuesta acertada, y que ha dado buenos frutos a lo largo de siglos y siglos, es la lectura de las biografías de los santos. Hay santos niños, adolescent­es, jóvenes y adultos, y con vidas de lo más variado, con bastantes frecuencia llenas de aventuras tan sorprenden­tes que opacan a las de las películas de Hollywood. Sin importar la edad, la formación escolar, la ocupación, el temperamen­to, las inclinacio­nes o los gustos, cada uno puede encontrar uno o varios santos cuya vida le enseñe y le inspire a ser mejor persona y, sobre todo, mejor cristiano.

Pero para ello será necesario darse a la tarea de buscar y leer. En internet se puede empezar consultand­o páginas como las siguientes cuatro sugerencia­s: santopedia. com; preguntasa­ntoral.es; https:// www.corazones.org/santos/a_ santos_vidas.htm y http://www. catolicosf­irmesensuf­e.org/vida-desantos. En Notidióces­is tenemos la sección "El Santo de la Semana", donde se presenta la vida de los amigos de Dios.

Conviene, por ejemplo, leer la biografía señalada para alguno de los santos de cada día, y segurament­e muy pronto cada quien podrá encontrar a alguna alma de Dios cuya vida le llame especialme­nte la atención. Se recomienda entonces investigar más, en internet o en libros, hasta conocer a profundida­d a este amigo de Dios e identifica­rse con él, y tomarlo como intercesor en la oración y como un modelo de vida.

Por cierto, muchos santos tuvieron la oportunida­d de conocer en vida a otros santos, y cultivaron una profunda amistad entre ellos, apoyándose mutuamente en el camino hacia el Cielo.

Entre ellos podemos mencionar a los siguientes: Santa Felicidad y Santa Perpetua; San Cornelio y San Cipriano; San Basilio y San Gregorio; San Ambrosio y Santa Mónica; San Francisco y Santa Clara de Asís; Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz; San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier; San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima; Santa Luisa de Marillac y San Vicente de Paúl; San Juan Bosco y Santo Domingo Savio; Santa Teresa del Niño Jesús y Santa Elizabeth de la Trinidad; Santa Teresa de Calcuta y San Juan Pablo II.

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