Se alocó la malandrada
El viernes 10 de febrero se soltó el demonio; 11 homicidios dolosos en Juárez, y un enfrentamiento a plomazos en Chihuahua. En una entidad como Chihuahua estos hechos violentos son comunes, en estos tiempos, sí, y desde hace muchos, muchísimos años.
¿Qué nos acostumbramos a vivir con hechos sangrientos muy seguido?, pues no porque como ciudadanos que aspiramos a vivir en paz, deseamos que no hubiese violencia en las calles, ni en los hogares.
Bajo esta tesitura tampoco podemos soslayar que, después de la sangrienta fuga del Cereso 3 de Juárez, el día primero del año, el Gobierno del Estado se ha aplicado para dar mayor certeza a la persecución de los delitos y a recuperar el orden en los penales estatales.
El ejecutivo estatal responde por todo lo que suceda bajo su gestión, indiscutiblemente, sin olvidar que la administración pasada se hizo pendeja y dejó de hacer la tarea, y sin olvidar la elusión del gobierno federal de su responsabilidad jurisdiccional para combatir al crimen organizado.
Pero más allá de repartir culpas, lo que importa es que los picos de violencia que se han manifestado en este arranque del 2023 deben atenderse a la voz de ya.
Los cambios realizados por la gobernadora hace unas semanas para responder al reclamo social, están orientados a dar resultados.
El más importante seguramente fue la designación de César Jáuregui Moreno en la FGE, y sus respetivas modificaciones en las Fiscalías de Juárez y Chihuahua, el cual que obedece a la encomienda de dar un portazo a la simulación y a la administración del caos.
No menos importante es que la supervisión de los Ceresos se haya devuelto a la Secretaría de Seguridad Pública, en manos de Gilberto
Loya, área que cuenta con los recursos públicos y humanos para mantener a raya a tan distinguidos huéspedes de los penales.
Es claro que, tras la caída de ‘El Neto’, el decomiso de armas, el aseguramiento de efectivo y el desmantelamiento de las comodidades de reclusos que controlaban el Cereso 3, la fauna criminal busque hacerse de las rutas y territorios que están acéfalos.
No extrañe entonces que las tres bandas dominantes en la entidad se estén dando con todo.
Paralelo a este escenario, justo es reconocer también que, tras la fuga y masacre del 01/01/23, agentes policiacos se están rifando para capturar o abatir a los fugados, de los que sólo faltan 8, de los 30 que se pelaron.
Cruz y Marco, por su lado, le están poniendo duro al “camello”. Ellos hacen su jale, y tienen que lidiar con las inercias y omisiones del responsable directo de atacar al crimen organizado. Pero como se dice coloquialmente, sin Yolanda, ese es el reto de servir a juarenses y capitalinos.
Por su lado, Jáuregui Moreno, muy probablemente el funcionario estatal con mejor destreza política en la actualidad, encara el desafío más importante de su trayectoria hasta ahora.
Son tiempos cruciales y el éxito de los cambios que realizó Maru Campos, depende en mucho de los resultados que brinde el exsecretario general de gobierno. Ella le tiene confianza, aunque a la malandrada -incluida la política- le resulte incómodo.
Que nadie se confunda, los hechos violentos del pasado 10 de febrero son consecuencias de lo acontecido el primer día del año. Y ciertamente son reacciones y reacomodos, pero eso ya no satisface a los chihuahuenses que, en todo caso, sólo quieren resultados constantes y sonantes.
Es cuanto.