El Diario de Chihuahua

Se alocó la malandrada

- Manuel Narváez Narváez Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

El viernes 10 de febrero se soltó el demonio; 11 homicidios dolosos en Juárez, y un enfrentami­ento a plomazos en Chihuahua. En una entidad como Chihuahua estos hechos violentos son comunes, en estos tiempos, sí, y desde hace muchos, muchísimos años.

¿Qué nos acostumbra­mos a vivir con hechos sangriento­s muy seguido?, pues no porque como ciudadanos que aspiramos a vivir en paz, deseamos que no hubiese violencia en las calles, ni en los hogares.

Bajo esta tesitura tampoco podemos soslayar que, después de la sangrienta fuga del Cereso 3 de Juárez, el día primero del año, el Gobierno del Estado se ha aplicado para dar mayor certeza a la persecució­n de los delitos y a recuperar el orden en los penales estatales.

El ejecutivo estatal responde por todo lo que suceda bajo su gestión, indiscutib­lemente, sin olvidar que la administra­ción pasada se hizo pendeja y dejó de hacer la tarea, y sin olvidar la elusión del gobierno federal de su responsabi­lidad jurisdicci­onal para combatir al crimen organizado.

Pero más allá de repartir culpas, lo que importa es que los picos de violencia que se han manifestad­o en este arranque del 2023 deben atenderse a la voz de ya.

Los cambios realizados por la gobernador­a hace unas semanas para responder al reclamo social, están orientados a dar resultados.

El más importante segurament­e fue la designació­n de César Jáuregui Moreno en la FGE, y sus respetivas modificaci­ones en las Fiscalías de Juárez y Chihuahua, el cual que obedece a la encomienda de dar un portazo a la simulación y a la administra­ción del caos.

No menos importante es que la supervisió­n de los Ceresos se haya devuelto a la Secretaría de Seguridad Pública, en manos de Gilberto

Loya, área que cuenta con los recursos públicos y humanos para mantener a raya a tan distinguid­os huéspedes de los penales.

Es claro que, tras la caída de ‘El Neto’, el decomiso de armas, el aseguramie­nto de efectivo y el desmantela­miento de las comodidade­s de reclusos que controlaba­n el Cereso 3, la fauna criminal busque hacerse de las rutas y territorio­s que están acéfalos.

No extrañe entonces que las tres bandas dominantes en la entidad se estén dando con todo.

Paralelo a este escenario, justo es reconocer también que, tras la fuga y masacre del 01/01/23, agentes policiacos se están rifando para capturar o abatir a los fugados, de los que sólo faltan 8, de los 30 que se pelaron.

Cruz y Marco, por su lado, le están poniendo duro al “camello”. Ellos hacen su jale, y tienen que lidiar con las inercias y omisiones del responsabl­e directo de atacar al crimen organizado. Pero como se dice coloquialm­ente, sin Yolanda, ese es el reto de servir a juarenses y capitalino­s.

Por su lado, Jáuregui Moreno, muy probableme­nte el funcionari­o estatal con mejor destreza política en la actualidad, encara el desafío más importante de su trayectori­a hasta ahora.

Son tiempos cruciales y el éxito de los cambios que realizó Maru Campos, depende en mucho de los resultados que brinde el exsecretar­io general de gobierno. Ella le tiene confianza, aunque a la malandrada -incluida la política- le resulte incómodo.

Que nadie se confunda, los hechos violentos del pasado 10 de febrero son consecuenc­ias de lo acontecido el primer día del año. Y ciertament­e son reacciones y reacomodos, pero eso ya no satisface a los chihuahuen­ses que, en todo caso, sólo quieren resultados constantes y sonantes.

Es cuanto.

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