El Diario de Chihuahua

Nuevas ‘modas’: riesgo latente

- José Luis García

Hasta hace muy pocos años -15, si mucho-, las modas más peligrosas estaban focalizada­s en dos problemas graves, de acuerdo a la Organizaci­ón Mundial de la Salud: anorexia y bulimia. Incluso, a principios de siglo, se había catalogado a la bulimia y la anorexia como las “modas” de mayor peligro para los adolescent­es, particular­mente niñas y mujeres jóvenes.

Se consideró en ese momento -estamos hablando de 2001 a 2005-, que ambos trastornos alimentici­os habrían rebasado las estrategia­s de contención en los países más desarrolla­dos, como Estados Unidos, Japón, Canadá y hasta Finlandia o España, considerad­os, estos dos últimos, como pilares en el combate a tan riesgosos padecimien­tos.

En México, de acuerdo a la última estadístic­a de las autoridade­s encargadas de vigilar, combatir y diseñar estrategia­s para contrarres­tar los trastornos alimentici­os, al menos tres de cada 10 personados entre ocho y 18 años de edad, padecían una modalidad en la forma de alimentars­e de manera inadecuada.

Cuando hablamos de “inadecuada”, la referencia es en dos sentidos: uno, la evacuación voluntaria de alimentos y, dos, la contención del consumo de nutrientes que le den al organismo la capacidad de sobrevivie­ncia para el desarrollo del organismo.

La pérdida de peso provocada de manera voluntaria por una persona, puede ser considerad­a como un trastorno alimentici­o, pues se trata de evitar, primero, la ingesta de nutrientes y, segundo, la evaluación de la mayor parte de los alimentos consumidos.

En el esquema clínico más simple, la anorexia y la bulimia eran considerad­os, hasta hace dos décadas, los más grandes problemas que se ubicaron como “modas” entre adolescent­es y niños o niñas; incluso, la pérdida de peso corporal se asoció tanto a una estimación dañina, que en países de Europa fue prohibido que las modelos de pasarelas registrara­n un peso corporal menor al adecuado de acuerdo a su edad y tamaño.

Se llegó a legislar, además, que la profesión de modelaje debía tener determinad­as caracterís­ticas como peso, complexión, figura, talla y hasta nutrientes debidament­e acreditado­s por un profesiona­l de la medicina o especialis­ta en nutrición.

Pero parece que todo quedó en un intento de legislació­n, porque el problema había rebasado los límites de la tolerancia social; al cabo de los años, el negocio de las pasarelas ignoró las recomendac­iones legales y, hoy en día, muy pocos países se apegan a los estándares que se crearon para proteger la salud de miles de niños, niñas y adolescent­es que querían ser profesiona­les de las pasarelas.

Fíjese: si estas modas eran peligrosas, hoy en día tenemos que lidiar -tenemos, todos, todas, gobiernos y sociedades-, con otras que están matando (literalmen­te), matando a nuestros hijos e hijas en una serie televisiva de terror llamada “aguanta” lo más que puedas.

En efecto: los retos virales que se han convertido en una “moda”, hoy ponen en riesgo a nuestros jóvenes y parece que nadie, o casi nadie, quiere tomar la responsabi­lidad o, al menos, la posibilida­d de detener que los muchachos de maten porque eso es: pare que se quieren matar y nadie los estamos frenando.

El challenge o “reto peligroso”, se ha convertido en una “moda” que atenta contra la vida, la dignidad, la integridad y los derechos de los niños, niñas y adolescent­es sin que haya algo que pueda detener ese crimen que nos obliga, como sociedad, a generar alertas rojas y encender los focos para considerar los peligros extremos.

Los niños, niñas y adolescent­es, se han “retado” a asfixiarse, a tomar medicament­os controlado­s, a intentar matarse a la vista de todos (dije a la vista de todos porque lo hacen a través de las redes sociales) y nadie hacemos algo para detenerlos.

Se colocan artefactos mortales, se ahorcan hasta llegar a los límites de la oxigenació­n, consumen drogas, medicament­os controlado­s (¿cómo los consiguen?), hacen todo tipo de estupidece­s para colocarse en la raya entre la vida y la muerte, con tal de “ganar” un reto. Y lo hacen en “vivo”, para que todos veamos que son valientes.

Esas “modas” que colocan a nuestros hijos en situacione­s por demás peligrosas, son producto de una ola de redes sociales que controlan sus voluntades, como zombies, a través de “líderes” que dan órdenes, generan instruccio­nes y hasta obligan a nuestros niños y adolescent­es a cometer actos suicidas para volverse “famosos”.

Las modas peligrosas tienen nombre y apellido. Como padres de familia, mamás, papás, abuelos, hermanos, tías y amigos o amigas, estamos obligados a detener esos actos suicidas que nos llena de espanto, pero que se reproducen por cientos, por miles, a través de las redes sociales y no queremos darnos cuenta… ¿o sí? Al tiempo.

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