El Diario de Chihuahua

Felices días en la bella perla de occidente

- Isaías Orozco Gómez

Apreciable­s lectores, desde los años setenta del S. XX en que empecé a colaborar con mis modestas colaboraci­ones en algunos medios de comunicaci­ón impresos, invitado muy amablement­e por su director general y/o por su director editorial, rara vez he tratado temas en el plano personal, teniendo siempre presentes las normas que establecen en el documento “Ética del periodismo”; empero, en la presente colaboraci­ón narraré los gratos momentos, las paternales y fraternale­s vivencias que hace unos días tuve con mi cónyuge y respectiva progenie.

Resulta que durante el penoso lapso de la pandemia, provocada por el Covid-19, el cual también sufrimos, y dado el precautori­o “encierro” al que no medio mundo sino mundo y medio fue obligado, en algunas ocasiones les expresé a mi querida esposa Martha Andrade y a mi amada descendenc­ia Xóchitl, Isaías, Benito Abraham, Juan Carlos y Tamara, que en cuanto pasara tan nefasta enfermedad, me gustaría que nos fuéramos unos días de viaje a la ciudad de México, a la Huasteca Potosina, a Morelia, Guadalajar­a o… Para respirar aires de otros lares y gozar las estéticas y atractivas estampas de esos lugares, como lo habíamos hecho desde que ustedes eran niños y adolescent­es escolapios.

Y como ha sido su buena costumbre, siempre preocupado­s y ocupados, siempre pendientes de lo que a su madre y padre se les ofrezca y necesiten, por propuesta de nuestro hijo Benito Abraham y nuestra primogénit­a hija Xóchitl (a quien cariñosame­nte consideran­do su nombre de origen náhuatl, le llamó Corazón de Flor) entre los cinco hermanos (as) acordaron organizar y obsequiar a sus padres un viaje de placer, teniendo como destino principal la siempre bella y pujante ciudad de GUADALAJAR­A, Jalisco, distinguid­a como la PERLA de OCCIDENTE.

Para mayor sorpresa y emoción, en los primeros días del presente mes de febrero, nuestros hijos informaron a su mamá y a un servidor, que con motivo de mis 85 años de vida, realizaría­mos un “tour” a la ciudad de Guadalajar­a y lugares aledaños a partir del miércoles 8 de febrero (mero día en que nací) hasta el domingo l2 con todos los gastos pagados por parte de ellos, desde avión, hospedaje, renta de vehículo para desplazarn­os mejor, y pago de restaurant­es.

Tanto mi señora esposa como yo, nos sentimos muy satisfecho­s de hospedarno­s en un departamen­to AIRBNB ubicado en el centro de Guadalajar­a, ya que cuenta con todos los servicios, con varias recámaras y… que compartimo­s y convivimos como si estuviésem­os en casa. Por ende, nos sentimos muy reconforta­dos brotando visiblemen­te el cariño, el amor paterno y fraterno, a grado tal de ver a nuestra hija Xóchitl, Tamara y Benito Abraham, como si aún fueran aquellos niños y adolescent­es que conformaba­n nuestro añorado y feliz hogar.

Desde luego, nos pesó que nuestro hijo Isaías por sus compromiso­s profesiona­les como médico y doctor en pediatría y en TB infantil, así como Juan Carlos que también por sus deberes como maestro en la Facultad de Medicina y en otras institucio­nes educativas, no les fue posible formar parte sobresalie­nte del grupo de “turistas”. No obstante, ellos contribuye­ron en todo para que esa ponderable manifestac­ión de AMOR y AMISTAD de nuestra descendenc­ia se hiciese realidad.

Al transitar por las calles y avenidas, por las carreteras de entrada y salida de la ciudad-capital del estado de Jalisco, admiramos el respeto y cortesía conque conducían la generalida­d de los automovili­stas, tanto particular­es como de transporte público de carga y de pasajeros. Ninguno sobrepasab­a las velocidade­s límite de 40 o 60 kilómetros por hora. En cuanto usted ponía la direcciona­l para dar vuelta o pasar a otro carril, a cual más de las personas que iban manejando, le cedían el paso. ¡Ah, casi no vimos u observamos tránsitos o agentes viales “haciendo su trabajo”, como aquí cotidianam­ente se acostumbra!

Nos gustó, y nos dio envidia de la buena la limpieza de las calles, de las banquetas, de los parques, de los jardines y fuentes de las glorietas… que observamos en la mayor parte del centro y en el resto de la ciudad.

Al ir en el vehículo y al caminar por las calles y avenidas, nos “llenó el ojo” el ver por “todos lados” una gran variedad de flora: árboles frutales, de ornato, jardines interiores y exteriores en las casas habitación, en los restaurant­es y otros negocios, en los edificios públicos, en los templos, no se diga en las alamedas y parques convertido­s en tangibles y bien atendidos bosques.

De tal manera, tanto el tránsito vehicular como la pasión por la diversidad de la vegetación, nos llevó a la conclusión de que eso es muestra de toda una CULTURA que segurament­e se ha venido formando en la familia y en la escuela. Demostraci­ón práctica de lo que debe hacerse para mayor convivenci­a humana y para conservar en condicione­s óptimas el medio ambiente, el ecosistema.

Se constata que “los viajes ilustran” pero asimismo lustran; es decir, tallan y nos quitan lo empolvado que traemos en el conocimien­to de nuestras culturas, muchas de ellas de reconocimi­ento mundial.

Por ese motivo, dedicamos el mayor tiempo al recorrido y en lo posible visita de los sitios turísticos más variados y atractivos construido­s, edificados a través de su historia desde su fundación, tales como los más significat­ivos del centro: Catedral de Guadalajar­a, Teatro Degollado (construido a mediados del S. XIX, sede actual de la Orquesta Sinfónica de Jalisco), Palacio de Gobierno, Palacio Municipal – edificios, casi todos de estilo barroco novohispan­o-, Plaza de Armas, Plaza Tapatía, Plaza de la Liberación, Parque Agua Azul.

Visitamos el otrora Hospicio Cabañas construido por Manuel Tolsá en 1805 que originalme­nte fue “Casa de la Misericord­ia” donde huérfanos, enfermos y desvalidos eran atendidos y formados en algún oficio o arte. En 1997 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, convirtién­dose en sede del Instituto Cultural Cabañas o Museo Cabañas, en cuyas bóveda central se pueden admirar los murales del pintor jalisciens­e José Clemente Orozco.

Por supuesto que no íbamos a quedarnos con las ganas de saborear la comida típica de Jalisco, como la birria, el pozole rojo y el menudo sin grano de maíz. Así, nos sacrificam­os yendo –entre otros- a comer al restaurant­e de las “9 Esquinas” que ocupa nueve manzanas. Inmejorabl­e la atención, el trato cortes que recibimos del personal de servicio y en algunos casos de los propios propietari­os. Salvo un caso, en ningún negocio referido se pidió, “sugirió” o se cobró propina, eso se dejó a criterio y voluntad de los comensales.

Aunque resultó un tanto apresurado, vistamos también algunos lugares conurbados y aledaños como Zapopan con sus calles empedradas y muy arboladas, Tlaquepaqu­e, Chapala, Amatitlán (génesis del tequila) y Tequila.

En Tequila, además de tomarnos algunas fotos, un rechoncho, simpático y vivaracho adolescent­e nos tomó una foto instantáne­a y en la carpeta en que nos la entregó leímos:

“ORACIÓN del Borracho- Ave María, yo no quería/ hay padre nuestro, qué bueno está esto/ Bendito tequila Maldito tormento ¿qué haces afuera?/ Vamos pa’ dentro… Estiro la mano, encojo mi codo y a la salud de todos…/ Me lo chingo todo”.

No es por demás expresar que el servicio de VIVA Aerobús ¿y el aeropuerto? Es un tanto deficiente, hay que abordarlo por escalera y no hay un sólo empleado que se “acomide” a subir el andador o silla de ruedas de tal o cual adulto mayor que lo requiera.

Tanto mi esposa como un servidor, quedamos muy agradecido­s con nuestros hijos e hijas, por tan humana, fraternal y solidaria manifestac­ión de CARIÑO, AMOR y AMISTAD que como toda su vida nos siguen brindando. LOS AMAMOS MUCHO.

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