SIDEPROTE y vana curiosidad
Las altas montañas ejercen sobre el corazón del hombre mayor atracción que el mar. Un compañero de primaria, Alex a quien Pepito, otro compañero, le apodó el Chori, estaba dotado de una gran concentración, era innata en él la virtud de la estudiosidad. Lo apasionaban las matemáticas, el ajedrez; de pequeño devoraba libros, al estudiar se olvidaba de sí y de cuanto le rodeaba, los compañeros de grupo buscaban formar parte de su equipo de trabajo por su talento creativo a la hora de desarrollar las tareas, fue el primer lugar de la generación; brillante pues el chavito para su época.
A veces nos preguntamos ¿por qué no aprendemos más? ¿por qué el rendimiento de algunas personas en el estudio, en el trabajo o quehacer diario es mínimo? Hoy comento sólo dos obstáculos como una de muchas respuestas a lo anterior, el SIDEPROTE y la vana curiosidad.
Hay quienes se consideran pozos de ciencia, creen que han aprendido cuanto han de saber, presumen un conocimiento respaldado en redes sociales, blogs o páginas que obran en internet, es común escuchar en estas personas frases como: “no necesito estudiar más“, “tengo mucha experiencia y conocimiento” ¿qué me puede enseñar otro? “me lo sé todo”, sabiondos, polluelos recién salidos del cascarón que resuelven todo con un desparpajo que asombra.
Esta actitud es común en personas que creen que ya no tienen algo nuevo que aprender, ninguna rutina nueva que intentar, nada que necesite atención, disciplina y esfuerzo de su parte, ¡Falso! no es lo mismo 10 años de experiencia, aprendiendo, asimilando y aplicando conocimiento, planeando y ejecutando planes de diversa índole, que un año de experiencia repetido por 10 años. A esta actitud la llamo Síndrome de Producto Terminado, SIDEPROTE.
Otro vicio que no permite avanzar en el verdadero saber, es la vana curiosidad, explicada desde la Filosofía es un apetito, esto es, una inclinación o tendencia, es vana y por tanto desordenada cuando se busca saber cosas inútiles o perjudiciales que no contribuyen al perfeccionamiento intelectual, moral o profesional. Puede referirse tanto al conocimiento intelectivo como el sensitivo. En la curiosidad como conocimiento intelectual la persona lo busca para ensoberbecerse de la ciencia, sentir que sabe más sobre este tema o querer conocer lo que excede de nuestras fuerzas y capacidad, por un afán de saberlo o investigarlo todo, pero sin un fin, sólo por saberlo.
El hombre desea naturalmente conocer, nada más noble y legítimo, pero este apetito o deseo natural de saber más puede extraviarse por los caminos de lo ilícito o del error, o ejercitarse más de la cuenta, abandonando otras ocupaciones, descuidando el conocimiento de las verdades necesarias para el cumplimiento de los propios deberes. Para regular todo esto, dirigiendo el apetito natural de conocer según las normas de la razón, tenemos la virtud de la estudiosidad, ésta nos ayuda a moderar, según las reglas de la recta razón, el apetito o deseo de saber; se le oponen dos vicios la vana curiosidad: Por exceso: la curiosidad; por defecto: la negligencia en la adquisición de la verdad.
Acerca del conocimiento sensitivo, por la curiosidad la persona tiende a buscar el conocimiento por morbo, por un interés infundado o bien interesarse de la vida de una persona para denigrarla, así vemos gente pegada a las redes sociales buscando información de las personas para hablar y comentar de ellas sin fin alguno productivo, solo por morbo, aparte de perder las horas.
Mientras sigas tus estudios, sea en tu casa, en la escuela, en la Universidad, concentra toda tu atención en lo que estudies; no aprendas las lecciones como las cotorras, ¡desafíate! busca desentrañar y comprender su sentido; busca buenos libros, el trato o la conversación de personas cultas y discretas. Gracián dice: “Gran suerte es topar con hombres de su genio y de su ingenio; arte es saberlos buscar; conservarlos, mayor fruición (placer o gozo) es el conversable rato y felicidad la discreta comunicación”.