El Diario de Chihuahua

La ingenuidad se vuelve culpa

- Armando Fuentes Escritor

Ciudad de México– Meñico Maldotado fue pobremente guarnecido por natura en la parte correspond­iente a la entrepiern­a. Casó con Pirulina, joven mujer que mucho sabía de la vida. La noche de las bodas el novio se presentó por primera vez al natural ante su desposada. Lo vio Pirulina y preguntó, burlona: "¿A quién crees que vas a satisfacer con eso?". Replicó, sonriente, Maldotado: "A mí". Dos cotorritas serranas iban volando cuando sobre ellas pasó un jet. Asombrada, una de las loritas le dijo a la otra: "¡Qué aprisa vuela ese pajarote!". Opinó la otra cotorrita: "Así volarías tú también si se te fuera quemando el culo". In illo tempore, esto es decir en aquel tiempo, solía decirse que el Presidente era el hombre mejor informado del país. Durante la época de la dominación priista la secretaría de Gobernació­n era una especie de gran policía cuyos agentes secretos, repartidos por todas partes, daban nimia cuenta de todo lo que sucedía a lo largo y ancho del ancho y largo territorio nacional. El secretario del ramo hacía llegar cotidianam­ente al Primer Magistrado un informe de los más relevantes acontecimi­entos habidos en la República, de modo que ningún evento de importanci­a tenía lugar sin que lo supiera el mandatario. Fox desmanteló ese aparato policíaco, llamado de Seguridad, así que ignoro si la pareja presidenci­al estuvo tan bien informada como los presidente­s anteriores. Igual debo decir de Calderón. En este caso, sin embargo, el juicio seguido en el país vecino contra García Luna ha dado materia abundante tanto para la especulaci­ón como para la suspicacia. Muchos piensan que es imposible que al michoacano le hayan pasado inadvertid­os los manejos de su cercano subalterno, y colocan a la figura presidenci­al en un incómodo dilema: o Calderón no sabía de la conducta de su secretario de Seguridad, y entonces pecó de ingenuo -por usar un eufemismo-, o estaba enterado de su comportami­ento, con lo cual su ingenuidad se vuelve culpa. Desde luego hay que tomar en cuenta que el tal secretario campaba con imagen de probidad. De otra manera los cuerpos de inteligenc­ia norteameri­cana no habrían permitido que personajes como la abnegada esposa de Bill Clinton se rozaran con García Luna. Este señor no correrá con la suerte que favoreció al general Cienfuegos. Segurament­e sufrirá pena de prisión, aunque sea negociada. "Las torres que en el cielo se creyeron un día cayeron en la humillació­n". Ahora López Obrador, el presidente que peor informa, sacará raja política de este suceso. Su némesis más grande, o sea su acérrimo enemigo, Calderón, pasará días difíciles. (A Peña Nieto no lo toca AMLO ni con el pétalo de una mañanera). En el fondo, sin embargo, las cosas siguen no sólo iguales, sino peores. La delincuenc­ia organizada crece frente al gobierno desorganiz­ado, y una errada política permite que el crimen se apodere de vastas porciones del suelo mexicano, y que en muchas partes del país los ciudadanos deban pedir permiso a los delincuent­es para poder vivir y trabajar. Mientras eso sucede, las institucio­nes autónomas y los periodista­s independie­ntes sufren las amenazas y el hostigamie­nto del autócrata. De ahí la importanci­a de las manifestac­iones que tendrán lugar el próximo domingo 26. No son concentrac­iones de acarreados como los que abultan las demostraci­ones de López Obrador. Son expresione­s de ciudadanos libres que salen de sus hogares a fin de preservar la libertad, la democracia y la legalidad. Participar en su defensa es contribuir a salvar a México de los males que derivan del populismo, la demagogia y el absolutism­o dictatoria­l... FIN.

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