Hasta en andador llegaron a la plancha del Ángel
Unos caminaron dos o tres kilómetros para concentrarse alrededor de las once de la mañana a un costado de Palacio de Gobierno
No perdonaron el viento ni el sol a quienes acudieron a la concentración en defensa del INE, ayer en el Ángel. Llegaron lo mismo jóvenes que adultos mayores en andador o silla de ruedas. Hasta el hombre araña andaba ahí.
Unos caminaron dos o tres kilómetros para concentrarse alrededor de las once de la mañana en la plancha a un lado de palacio de Gobierno; otros tomaron el Bowie, a unos más los dejaron sobre la Aldama o la Venustiano Carranza, antes de que fueran cerradas dichas calles al tránsito vehicular.
Hubo varios oradores, el más importante quizá por la representación empresarial y liderazgo, fue Luis Corral, el dueño de la Norteñita.
“¡No nos perdonaran nuestros hijos cuando nos pregunten, no haber peleado!”, expresó citando a Ghandi, para arrancar su breve discurso y arrancar aplausos.
Antes que él, un joven y después una señorita, tomaron el micrófono para arengar a los asistentes en la defensa del INE, como una institución fundamental de la democracia.
Hubo conexión vía remota con los oradores en el Zócalo Capitalino en la Ciudad de México, mediante pantalla y bocinas gigantes.
Los vendedores hicieron su agosto con fruta, chicharrones de harina y por ahí algunos todavía con burritos, y el agua fría que no podía faltar.
A un costado del Ángel fueron colocadas un par de mesas, donde seis colaboradores de la organización sacaban copias de credencial de elector y reunían firmas para un juicio de protección de derechos políticos electorales.
Muchos tomaban selfies, aprovechando una credencial de elector con orificio en la foto, otros posaban junto con familia y amigos. Un dron tomaba video y fotos desde las alturas, meciéndose por el viento.
Había funcionarios públicos, pero no se notaron. Fueron discretos. La gobernadora Maru Campos, Mario Vázquez, y otros más del gabinete, el alcalde Marco Bonilla, por ahí anduvieron. No hubo para ellos mención especial ni nada. Fue un acto ciudadano.
Cero actos de provocación ni incidente violento alguno, todo transcurrió en calma. Así como llegaron las miles de personas, así fueron dispersándose, la mayoría haciendo un río humano sobre la Venustiano Carranza, otros por el Bowie, unos más esperando que pasaran por ellos.
Cientos enfilaron sus pasos hacia la Calle Libertad, en busca de un refrigerio, algunos de plano a la Plaza del Mariachi.
A las doce del día, casi para concluir el acto, el viento arreció, y el sol ahora sí, en el cenit, dejó caer sus rayos inclementes. Era hora de regresar a escribir.