Mantienen migrantes viva la esperanza de seguir con su camino
El Paso, Tx.– Después de la angustia, la zozobra y los miedos sentidos entre las decenas de refugiados venezolanos asentados en el campamento improvisado en las instalaciones de la iglesia del Sagrado Corazón, muy pronto podrían terminar y seguir su camino luego de haber obtenido el permiso y la fecha de su cita con las autoridades del Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos (USCIS).
Y es que han sido casi cuatro meses los que han permanecido esperando la luz verde para poder establecerse en el país amparados legalmente con un documento que les permita iniciar el proceso de la petición de asilo político.
“La esperanza es la última que muere y desde que llegamos siempre tuvimos la fe de que todo iba a salir bien”, dijo el venezolano Gustavo, quien pronto espera reunirse con sus familiares en la ciudad de Chicago.
Pedro, de 26 años de edad, originario del mismo país, es uno de los padres de familia que espera emocionado junto con su esposa Rosymar y sus dos hijos, Pedro Luis y Verónica Valentina, de 4 y 10 años, su cita de Corte en Denver, Colorado.
Aunque la espera ha sido menor, Pedro y su familia ingresaron a territorio estadounidense el 16 de enero del presente año por la frontera Ciudad Juárezel Paso y después de haber permanecido 21 días en un centro de detención fueron liberados para luego establecerse en el albergue de la parroquia mencionada.
“Ya estamos tranquilos y esperamos pronto poder viajar a Tennessee, lugar donde me esperan mis parientes”, dijo el originario del Estado Vargas La Guaira, situado en la costa central de Venezuela.
Como todos los migrantes que llegan a este país, dijo que su objetivo es trabajar duro para sacar adelante a su familia y darles una buena calidad de vida. “Por fortuna sé hacer un poquito de todo: desde la construcción, plomería y hasta la preparación de alimentos, entre otros oficios más”.
“De entrada ya tengo trabajo”, expresó el hombre que ahora sólo espera juntar un poco de dinero para trasladarse a su destino. El costo del boleto es de aproximadamente 250 dólares por persona y sólo tiene la mitad, manifestó Pedro, quien al igual que sus compatriotas huyó por las condiciones de violencia que privan en su país.
“Necesitamos salir adelante, mejorar nuestra calidad de vida, tener estabilidad económica y que mis hijos cuenten con educación”, refirió el extranjero que busca en el futuro capitalizarse y hacer un patrimonio en su país por si hay que regresar.