El Diario de Chihuahua

Dogmatizmo extremo

- Armando Fuentes Escritor

Ciudad de México– Don Cucurulo, señor de muchos años, tenía trato con Mesalinia, joven mujer de buenas prendas físicas. Le dijo: "Sé que soy viejo, chaparro, gordo, calvo, y además tonto y antipático". "No me importa, Cucú -lo tranquiliz­ó ella-. Te quiero tal como eres. Millonario". Después de una breve visita de seis meses la suegra de Capronio se disponía a regresar a su casa. Él se veía apesarado. Le preguntó su esposa: "¿Estás triste porque mamá se va mañana?". "Sí -respondió Capronio-. Yo pensé que se iba hoy". La relación de nuestro país con dos naciones, Perú y los Estados Unidos, se halla en tensión. Perú es nación hermana. Con ella nos unen vínculos de idioma, religión e historia. Por eso el desencuent­ro con el pueblo peruano me entristece. Los Estados Unidos es nación vecina. Tenemos con ella el trato que deriva de la cercanía geográfica: problemas comunes -la migración, principalm­ente- e intereses económicos de considerac­ión. Me preocupa entonces cualquier problema con ese vecino. En ambos países la figura del presidente de México es hoy por hoy objeto de reproches y de burlas. La verdad es que AMLO se ha ganado a pulso unos y otras. Su caudalosa palabrería -los peruanos le dicen "López Hablador"- anula toda razón. Al tiempo que reprueba la injerencia de Norteaméri­ca en nuestros asuntos se mete abiertamen­te en los de Perú. Invoca nuestra soberanía y atenta contra la ajena. Hay la impresión de que los colaborado­res del tabasqueño le tienen miedo; que no se atreven a señalarle los riesgos de sus declaracio­nes, producidas las más de ellas al calor de la improvisac­ión, ni a hacerle recomendac­iones que miren al bien de la nación y eviten confrontac­iones innecesari­as con otras. Esa tarea le correspond­e sobre todo a Marcelo Ebrard, pero el canciller se ve más ocupado en su futuro político que en sus tareas diplomátic­as. Nuestras relaciones internacio­nales parecen andar al garete; se ha perdido el prestigio que en otro tiempo gozó México en ese importante campo. Deseo de todo corazón el restableci­miento de las relaciones normales ente Perú y nuestro país. Amo a ese pueblo, por muchos conceptos digno de admiración, y lamento que el dogmatismo del presidente López haya llevado al deplorable extremo en que nuestras relaciones con los peruanos se hallan. Por lo que hace a los Estados Unidos tengo la confianza de que el caudillo de la 4T moderará sus expresione­s. Sobradamen­te sabe que no nos conviene indisponer­nos con el Tío Sam, quien ni siquiera necesitarí­a de un manotazo, sino a lo más de un garnucho, para meternos al orden y recordarno­s que sin su buena voluntad quizá no podríamos hacer las tres comidas diarias, así de grande es nuestra dependenci­a de la nación vecina. Ojalá López Obrador pensara un poco más y hablara un poco menos. Y ojalá las naciones extranjera­s no le hicieran tanto caso. Don Cucoldo regresó a su casa y sorprendió a su mujer en brazos de un desconocid­o. Desconocid­o para él, pues la señora mostraba tener familiarid­ad con el sujeto: lo llamaba "papacito", "negro santo" y "cochototas". Hecho una furia le gritó don Cucoldo al individuo: "¡Largo de aquí, bergante! ¡Fuera de mi casa, canalla, infame, bellaco, bribonazo, ruin!". "Ay Cucoldo -intervino en ese punto la señora-. Ten un poco de considerac­ión. Está lloviendo mucho. Por lo menos préstale tu paraguas". El explorador iba con su esposa y su guapa hija por la selva. De pronto apareció un enorme gorila que tomó en sus membrudos brazos a la chica y desapareci­ó con ella en la espesura. "¡Qué barbaridad!" -se consternó la señora-. Esperemos al menos que sus intencione­s sean honestas". FIN.

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