Nosotros los nobles, agradecidos
Después de narrar en su libro Sobrevivir para contarlo, lo vivido en la guerra de Ruanda en el año de 1994, cómo un amanecer la aldea donde vivía fue atacada con granadas lanzadas a las casas, cómo las familias que se encontraban dentro y que intentaban escapar, los acababan a machetazos; la pérdida de sus padres, el apoyo que recibió de una familia que la resguardo por tres meses en un minúsculo baño secreto y su liberación, Immaculée Ilibizaga desarrolla en el libro un apartado denominado Agradecimientos.
En los Agradecimientos, Inmmaculée da gracias a Dios, a la Virgen María, enlista el nombre de personas que de una u otra forma le ayudaron en aquella difícil situación que vivió, por el apoyo, por la amabilidad, por los consejos, por la comprensión, por las palabras cariñosas, por las palabras del peligro que les acechaba, etc.
Nadie vive solo como individuo, estamos enlazados con toda la especie humana; todos de algún modo tenemos bienhechores, particulares, serían nuestros padres, un amigo, los superiores, un maestro, un jefe en la empresa; éstos nos proporcionan bienes que pueden ser materiales o no, los alimentos, libros, conocimiento, incluso tiempo para conversar con nosotros por algún problema que les planteamos y nos dan una solución o simplemente con el sólo hecho de escucharnos quedamos confortados, impactan en nuestra vida de un modo que nos permite tomar nuevos bríos o energías para seguir adelante.
El agradecimiento es una forma de sentir y obrar, cuya finalidad es mostrar gratitud o dar gracias por un beneficio recibido; esta gratitud es un sentimiento que obliga moralmente a una persona a estimar el beneficio o favor que otra le ha hecho o ha querido hacer, y a corresponderle de alguna manera. La gratitud en sentido general importa recompensa de cualquier beneficio.
Siempre debemos mostrarnos agradecidos con las personas que nos ayudan. Dice Santo Tomás de Aquino que es propio de un buen corazón prestar mayor atención a lo bueno que a lo malo, en este sentido explica que si el beneficio no es hecho por un motivo recto, no debe por esto el agraciado excusarse de la debida gratitud; así debe agradecer a quien nos prestó ayuda con independencia del motivo o intención que hubiera tenido, claro, no será la misma gratitud a aquel que lo hizo verdaderamente para ayudarnos y sin pensar en un benéfico personal como cobro, después de que salgamos del problema.
La gratitud obtiene o adquiere su esencia por el afecto que le imprimimos al agradecer, es decir tiene su base en un sentimiento de estima que propiamente se llama afecto, que se siente hacia quien nos ha hecho un favor o nos ayudó material, moral o espiritualmente, ya sea porque nos dio un consejo, ayudó en un momento en que nos encontrábamos necesitados; entonces lo que pretende la persona que agradece, es corresponder afectivamente, y esa correspondencia se expresa mediante el afecto, y quien recibe la gratitud debe a su vez sentirse agradecido de la estima o del afecto que se le brinda.
Ahora bien, nos preguntamos en qué momento debe manifestarse la gratitud por el beneficio recibido, dice Santo Tomás de Aquino en cuanto al afecto, es decir al gesto de agradecimiento, debe manifestarse enseguida de recibir el favor. Si lo que recibimos es algo material y queremos corresponder, es prudente esperar un tiempo porque si se quiere responder inmediatamente a un regalo o favor recibido no será propiamente una gratitud sino más bien pretender cubrir o devolver una deuda, luego se será pago, no agradecimiento, se ve forzado, por ello es mejor dejar pasar un tiempo, sin diferirlo demasiado, incluso será una sorpresa agradable para el bienhechor.
Y un bienhechor universal que no omito mencionar por agradecimiento: Dios ¿Quieres devolver un beneficio? –pregunta Seneca- Recíbelo con buen corazón. Nobleza Obliga.