Mujeres, confrontación o construcción
El miércoles 8 de marzo ocurrió nuevamente una jornada de eventos en el marco del Día internacional de la mujer. Aun no se ha repetido suficiente que no se trata de un festejo, sino de conmemorar, con-memoria, lo que se ha hecho y lo que falta por hacer, en el largo proceso de lograr algo que es elemental en la vida humana: que mujeres y hombres sean plena y esencialmente iguales en la posibilidad de ejercer sus derechos, en el trato cotidiano.
Desde hace algunos pocos años el eje de esta jornada está siendo una marcha, básicamente organizada desde diversos grupos que reivindican los derechos de las mujeres, o dimensiones concretas de ello. A falta de otro espacio para manifestarse, muchas mujeres más, particularmente muy jóvenes, se han ido sumando con fuerza y emoción recargadas.
Tampoco será suficiente decir y gritar que es totalmente legítima la indignación por que no se avanza en diversos aspectos, como la igualdad laboral bajo la regla de igual salario a igual trabajo. La previsión de acciones de violencia, creación de entornos físicos y sociales seguros. La sanción efectiva y expedita de delitos que se comentan contra ellas. Y una larga lista de cosas que no funcionan bien en el orden social y dolorosamente en mayor parte se decanta en contra de la mujer. Es decir, hay desde luego motivo de sobra para tomar la calle y exigir una ruta de mejora rápida y efectiva.
Así ocurrió de nuevo en Chihuahua. Hoy sin embargo hubo varias novedades en la protesta. Empezamos porque agregaron dos puntos a la ruta de años anteriores, que fue el paso por las sedes del Congreso estatal y el gobierno de la ciudad, en la Plaza de Armas, y de nuevo al final en Palacio de Gobierno, con daños en su exterior y el último con un conato de incendio, lo mismo que las instalaciones de esta casa editora Diario de Chihuahua. Desde este momento es obligado precisar, como ellas mismas lo afirman, que ningún edificio, ningún vidrio, ni madera, ni papel, ningún monumento, es más valioso que una sola mujer. Absolutamente irrefutable, lo suscribo sin condición. Si con un costo tan ínfimo se resolvieran estos problemas, bienvenido eso y más, valdría la pena.
El asunto es que, como lo observamos, por un lado, hay un contingente enorme que acudieron legítimamente a levantar la voz, solidarizarse, y exigir cambios. Pero junto a ellas, también hay grupos que canalizan estas protestas en busca de otros objetivos. Una buena causa secuestrada. Se sabe con toda precisión que mucho de lo que pasó estuvo cuidadosamente diseñado, coreografiado. Organizadoras se distribuyeron roles y se prepararon para cada uno, distinguiéndose con códigos de colores. Hay financiamiento sin duda alguna, entrenamiento. La pregunta es porqué. Porque no lo entiendo. Con un análisis lógico muy simple hay contradicciones entre lo que reclaman y lo que hicieron. Utilizar la violencia (aquí solo fue contra instalaciones materiales, pero en otros lados ha sido contra personas también) es contradictorio con el reclama de desterrar la violencia. No lo entiendo. No hay tampoco valentía en ello, unos rodeados de una multitud armada y encapuchada, con muchos hombres encabezando esas acciones violentas, como se registra en videos. Fue mucho más valiente, se me eriza la piel de recordarlo, la señora que, a rostro descubierto, sola, sin armas, impidió se pintara Catedral. Otra contradicción es la aplicación de la ley. ¿Se puede exigir aplicar la ley contra quienes agreden a mujeres, pero invitando a transgredir la ley? Solamente digo que no le entiendo, y que me parece contradictorio, aunque pueda decir que no es lo mismo.
Para mí no es igual tener indignación que tener odio. El odio destruye. La indignación construye. Nos define lo que construimos, no lo que odiamos. Construir una sociedad igualitaria, no permanentemente confrontada. Y justo lo que me parece que falta en todo esto es saber qué es lo que nos proponemos construir. Hace años como diputado fui integrante de la comisión de equidad de género. El único hombre de cuarenta. Porque pensé que las mujeres deben tener entre los hombres a aliados y no enemigos, para conseguir mejorar sus condiciones, aprobar presupuestos con perspectiva de género y políticas transversales. Antes de eso, hace mas de 20 años en el CEN del PAN, con Margarita Zavala, por cierto, nos propusimos aumentar la participación de mujeres en candidaturas y cargos públicos, con acciones afirmativas. Maru Campos es sin duda simpatizante de estas causas, defensora. Ella misma ha padecido muchas veces en carne propia el problema de la violencia contra mujeres, y se ha superado y ha salido adelante. Es una aliada, lo mismo que la magistrada presidenta del Poder Judicial Myriam Hernández, y la presidenta del Congreso Adriana Terrazas. Pienso que ayuda más acordar con ellas, y con muchos hombres, una agenda de soluciones. Las circunstancias en Chihuahua propician avanzar. Y si luego de ello y adicionalmente quien quiera acabar con los edificios a martillazos, a pesar de las contradicciones, habrá valido la pena.
Para mí no es igual tener indignación que tener odio. El odio destruye. La indignación construye. Nos define lo que construimos, no lo que odiamos"