"HAN SIDO 50 AÑOS PLENOS, FELICES"
Bodas de oro sacerdotales de Mons. Padilla
Una vocación, de parroquia y de familia
Octavo de 13 hijos de don Leonardo Padilla Jiménez y doña Lidia Lomelí González, Luis Leonardo nació el 2 de septiembre de 1945 en Chihuahua, Chih. Son sus hermanos: Rafael, Jesús, Ma. de los Ángeles, Esther, Joaquín, Francisco, Amelia, Rosa María, Juan de Dios, José Luis, Bulmaro y Arturo.
Si bien recibió todos sus sacramentos en la Catedral de Chihuahua: Bautismo, Confirmación, Primera Comunión, Diaconado y Presbiterado, su parroquia de origen es Santo Niño de Atocha y su comunidad, Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa. "Evidentemente que la vocación siempre surge en la familia, pues tuve un ambiente muy adecuado. Nací y crecí en una familia católica, mi mamá era una mujer muy comprometida con la Iglesia y la sociedad y también tuve la oportunidad de tener una buena catequesis en mi barrio y una muy buena relación con el párroco, P. Alberto Durán, y con el vicario P. Simón Benavides, que en aquel entonces fundó un grupo de scouts al cual pertenecí".
De su infancia, recordó su Primera Comunión, que recibió a los 7 años de edad de manos del Sr. Obispo Antonio Guízar con ocasión de la celebración de su 50º aniversario sacerdotal en la Catedral, que "estaba llena de todos los niños de la ciudad". Acólito en Santo Niño, fue ahí donde participó en unas jornadas vocacionales: "Escuché las pláticas de los padres y yo sentí claramente que el Señor me llamaba. Al terminar las jornadas me apunté con los seminaristas para, al terminar la primaria, ingresar al Seminario".
A los 13, un camino de 12
Concluyó la primaria en la "Escuela Centenario 217" y recién cumplidos los 13 ingresó al Seminario Conciliar de Chihuahua al llamado Curso Previo (1958-1959), que en total serían cinco años, que incluyeron la educación secundaria, preparatoria y latín.
En 1963 inició la Filosofía. Fue también en este periodo que realizó un curso de periodismo con el Mtro. Vicente Leñero. En Chihuahua comenzó la Teología, pero a los meses todo el grupo fue enviado al Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos (ISEE) en la Cd. de México para cursar tres de los cuatro años.
En total fueron 12 años de Seminario, vividos en el pre, durante y el post Concilio Vaticano II. Al respecto, refirió: "Me tocó vivir las tres etapas y seguir con mucha emoción cada una. Ya recién ordenado, se formó el Grupo al Servicio de la Renovación Diocesana (GSRD), para implementar la renovación de la curia, la fundación de muchos entes como la Comisión de Laicos, de Religiosas, el mismo Notidiócesis".
órdenes Menores y órdenes Mayores
Luis Leonardo recibió la tonsura (1969) y las llamadas Órdenes Menores: Ostiariado y Exorcistado en 1969 y Lectorado y Acolitado en 1970.
Terminado el último año de Teología, fue enviado en 1971 a la parroquia de Pablo Apóstol en Meoqui para una experiencia pastoral que duró dos años.
El 18 de febrero de 1973 recibió el diaconado, ¡y menos de un mes después!, el presbiterado, el 12 de marzo siguiente: "Me ordené solo. Recuerdo que me estuve preparando una semana. Viví profundamente la celebración, con mucha alegría y en la fe, sabiendo que ante todo es eso, un ministerio de fe. Don Joaquín Díaz fue el ceremoniero y me ayudó muchísimo, me regaló las estampitas que se obsequian ese día como recuerdo, preparó toda la celebración e incluso me pidió una de las primeras Misas en su parroquia de San Felipe".
Además de su fraternal relación con el P. Díaz, comentó que tuvo "la suerte que desde muy joven de gozar de una muy buena relación con los sacerdotes de mayor edad, como Mons. José de Jesús Alarcón, los padres Víctor Manuel Peña, Vicente Gallo, José Cereceres, Raúl Trevizo, a quienes recuerdo con mucho cariño y de quienes recibí mucho".
Destinos y encomiendas
Al iniciar su ministerio fue designado capellán del asilo de ancianos "Bocado del Pobre", asistente diocesano del Movimiento Familiar Cristiano (1973-1978) y encargado del centro pastoral del Espíritu Santo, que llegaría a ser vicaría fija y luego parroquia el 4 de mayo de 1978, siendo el P. Padilla el primer párroco, gusto que le duró muy poco ya que fue enviado a Roma, a estudiar la licenciatura en Teología Dogmática a la Pontificia Universidad Gregoriana.
En cinco décadas ha desempeñado muchos cargos y responsabilidades, entre los cuales destacan:
Rector del Seminario (1980-1993) y maestro del mismo hasta la fecha; miembro del Consejo Pastoral Diocesano (1980-1991); responsable del Secretariado Diocesano de la Fe (1980-1991); asistente espiritual de la Asociación Mexicana de Superación Integral de la Familia y de la agrupación de Esposas Cristianas (de 1994 a la fecha); Censor eclesiástico (1995-2009); coordinador del I Sínodo Diocesano (1993-2000); encargado de la Comisión para la Doctrina de la Fe (2000-2009); asesor diocesano del "Centro San José" y asistente espiritual del Apostolado del Manto de la Santísima Virgen de Guadalupe desde 2011; vicario episcopal de la zona Chihuahua Norte (2012-2015). Publicó en 1983 el "Taller de Evangelización fundamental y proceso evangelizador", en 1987 el libro "La enfermedad, ¿ruptura o encuentro?" y ese mismo año el "Taller de Catequesis".
Cabe señalar que en 2002 fue distinguido con el título de "Capellán de Su Santidad" por San Juan Pablo II.
De sus parroquias, manifestó haber deseado siempre ser cura rural, "siempre me ha gustado mucho ir a los pueblos, la vida del campo, y esa era mi expectativa... y alguna vez me ofrecí pero no"; sin embargo, todas sus encomiendas como párroco han sido dentro de la ciudad episcopal: San Juan Bautista (1993-2002), San Francisco Javier (2002-2003), Divina Providencia (20032008), San Felipe Apóstol (2008-2013), Santa Rosalía (2013-2019) y Santo Niño Jesús de Praga en la actualidad, misma comunidad que le estará festejando estos 50 años de ministerio con la Misa solemne al mediodía del domingo 12 de marzo.
¡50 años!
Afirmando no haber pasado jamás por dudas ni crisis, aseguró categóricamente: "El sacerdocio me ha llenado. Estoy muy agradecido con Dios por estos 50 años que han sido muy plenos, muy felices. Dios siempre nos da más, Él realmente cumple sus promesas y nos dará el ciento por uno y después la vida eterna; yo verdaderamente lo he experimentado en todas las parroquias y en todos los oficios y servicios que me han encomendado".
Recordando con cariño la frase de don Adalberto: "'Donde está la voluntad de Dios, ahí está la gracia de Dios', así yo realmente lo he descubierto". Y, sobre lo que viene para su ministerio, refirió lo que el Evangelio señala: "'A cada día le basta su afán'; entonces es vivir plenamente cada día y como dice el Papa Francisco: 'Dejarnos sorprender por Dios'. Él tiene sus caminos, yo no me hago ninguna expectativa porque siempre los caminos de Dios son mejores que los que nosotros podemos imaginar. Mi disposición es a servir mientras yo pueda, mientras el Señor me lo conceda y mis superiores, mi Obispo, me lo permitan". Concluyó agradeciendo infinitamente a la gente, "porque el sacerdocio se vive siempre en unión con los laicos".