El Diario de Chihuahua

La violencia engendra más violencia

- Email: narvaez.manuel.arturo@ gmail.com

Después de la tempestad, viene la calma. Como el refrán, tras la marcha 8M, todo vuelve a la normalidad. Lo ocurrido el miércoles 8 de marzo en la capital del estado, durante la conmemorac­ión del Día Internacio­nal de la Mujer, invita a muchas reflexione­s, pero en serio.

El legitimo y vigente reclamo de las mujeres para que la fregada IGUALDAD sea una realidad y no un mero precepto constituci­onal de adorno, como sucede con gran parte de nuestra carta magna, no puede estancarse en un sólo día.

Deberán transcurri­r otros 365 días, porque 2024 será bisiesto, para que las mujeres salgan otra vez a las calles a exigir al sistema, al público y al privado, respuesta a su lucha.

Sin soslayar que hay avances, lo cierto es que se avanza lento; más que nada porque se le quiere reconocer ese derecho a las mujeres como si fuera una concesión, como de buena onda, de parte del gobierno y la clase empresaria­l.

Llama poderosame­nte la atención que desde 2019 el tamaño de la asistencia a las marchas aumentó considerab­lemente. Ya no son cientos, ni miles, sino decenas de miles de mujeres en las calles -por ciudad- clamando JUSTICIA.

Aparejado a las multitudin­arias marchas y a las voces que se escuchan fuerte, la virulencia y vandalismo, que no de un enojo genuino, sino sembrado por verdaderos imbéciles enemigos de todo, provocan destrozos y daños a la infraestru­ctura urbana y a los comercios.

No se vale embarrar a las que asisten por convicción que, en un 99%, acuden a marchar enérgica y pasivament­e.

Ese discursito bananero y temporal de personajes grises, en el sentido de que incendiar edificios públicos, destruir el equipamien­to urbano y provocar el cierre de toda actividad pública y comercial, no se equipara a siglos de injusticia contra las mujeres, es una excusa vil y huérfana de argumento.

Jamás se podrá equiparar la vida de una persona con lo material, NUNCA. Sin embargo, eso no obsta para que, quienes recién llegaron al poder, se aprovechen de una justa para sabotear al Estado mismo. ¿Dónde estaban antes de 2018?

Cómo es posible que un puñado -20 o 30- pelafustan­es (hombres y mujeres) desvirtúen el verdadero propósito de las manifestac­iones. Son desquiciad­os que tratan de manchar la memoria de muchas mujeres en el mundo, en México y en Chihuahua, que pagaron con su vida (o siguen en desventaja) al exigir JUSTICIA E IGUALDAD.

Al final del día, el costo de los daños se cubre con recursos públicos o en su defecto, por las asegurador­as.

Ahora bien, la ineficacia del reclamo es que éste se da solamente el día de la conmemorac­ión. Para que el Estado, el sistema haga caso y cumpla con el mandato constituci­onal, debe ser PERMANENTE. Aunque sea cada 15 días, mensual o bimensual.

La lucha por la justicia, por la igualdad, por la libertad, por la democracia y por la vida, en una tarea DIARIA. Como dijo Manuel Clouthier “la democracia es como el amor, hay que practicarl­o todos los días”.

Dicho lo anterior, tomemos en cuenta que:

1.- El Poder Ejecutivo (federal, estatal o municipal) es el garante de que las políticas públicas cumplan con lo mandatado por la constituci­ón, y es el que dispone de recursos públicos para terminar con la desigualda­d, además de perseguir delitos como la violencia doméstica, la violación, abuso sexual, acoso y feminicidi­o.

2.- El Poder Judicial (jueces, magistrado­s y ministros) se supone garantiza la supremacía de la ley. Si hay malos elementos, que los hay, sin duda, es la judicatura federal o estatal la que debe sancionar al juzgador que se hizo wey.

3.- El Poder Legislativ­o (diputados locales, federales y senadores) son los que hacen las leyes. Si las hacen mal, el Poder Judicial no puede juzgar a capricho y el Poder Ejecutivo tampoco se ve limitado para hacer su trabajo.

Ciertament­e los legislador­es tienen vela en el entierro, por eso es fundamenta­l entender que gran parte de las injusticia­s de hoy, es responsabi­lidad de éstos.

Padres de familia, mamá, papá, tíos y hermanas, desde casa eduquen a sus hijos, sobrinos y hermanos para que respeten a las mujeres y le reconozcan desde la infancia que todos somos IGUALES ante la ley. Esa tarea es insustitui­ble.

Y si tienen que reclamar algo, háganlo con toda libertad, pero sin perjudicar los derechos de terceros.

Es cuanto.

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