Nos estamos acabando el agua
¿Nuestros gobiernos qué están haciendo para el cuidado del agua? Los humanos nos estamos acabando inconsciente y conscientemente el vital líquido y estamos propiciando un calentamiento global irreversible. En la ciudad de Chihuahua tenemos, al parecer, reserva desahogada para 8 años, ¿y luego qué sigue?
En América latina, según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la disponibilidad de consumo por habitante ya se redujo en un 22% en los recientes 20 años.
Casi nadie se ha dado cuenta que el campo enfrentará en breve una de las peores amenazas en sus cultivos y con ello la supervivencia de la población latina. Y es que el crecimiento poblacional y el desarrollo de las industrias, han sido los factores para este perjuicio.
En este informe anual que presentó la ONU, se lee que más de tres mil millones de personas viven actualmente en áreas agrícolas en el mundo pero con una gran escasez de agua y casi la mitad de ellos, 1200 millones, se enfrentan a graves limitaciones al respecto.
En Asia la limitación de consumo por persona no está exenta y se dice que para ellos ha disminuido en un 27%, nada qué ver con África donde el consumo por persona está resumido en un 41%, lugar habitado por alrededor de 50 millones de personas donde su sequía es severa.
Muchos han sido los estudios y las determinaciones de las causas que están propiciando un problema que pocos ya detectaron. A consecuencia de las declaraciones del reconocido Kamel Athié Flores, miembro destacado del Comité del Agua del Colegio de Ingenieros Civiles de México, es que me aboqué a consultar sobre el tema y de ello existen interesantes declaraciones y estudios.
Según informes científicos, el cambio del clima ha permitido daños irreversibles. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, asegura que el calentamiento global ha adelantado este desgaste natural, mismo que continuará ascendiendo considerablemente.
¡Mexicanos… chihuahuenses… estamos en código rojo! La humanidad entera estamos en peligro. Nuestros hijos, nuestros nietos… todos estamos en riesgo de sobrevivencia. Ahí está el ejemplo en el estado de Nuevo León.
El clima está cambiando todos los rincones del planeta a una escala inimaginable. Se asegura, mucho se puede hacer para alargar la vida y preservación del agua dulce, sólo es cuestión que nuestros gobiernos desarrollen políticas públicas para un uso razonable y responsable.
Estamos a tiempo de alargar la duración del agua.
En este mismo informe anual de la ONU, también se lee que los humanos propiciamos “un mundo con avalanchas que sepultan pueblos y ciudades de montaña; islas y costas sumergidas por el aumento del nivel del mar, y un océano cada vez más ácido, caliente e inhabitable para una gran cantidad de seres vivos; este es el futuro que le espera a la humanidad si no se actúa ya contra el cambio climático”.
“Los océanos se ha calentado progresivamente desde 1970 y ha absorbido más del 90% del exceso de calor del sistema climático. Desde 1993, la tasa de calentamiento de los mares se ha duplicado, y desde 1982, las “olas de calor” dentro del mar se han duplicado en frecuencia e intensidad. Además, al absorber más dióxido de carbono, el océano se vuelve más ácido y pierde oxígeno vital para los ecosistemas que lo habitan. Muchas especies marinas han tenido que migrar a lugares donde antes no se encontraban para sobrevivir”, se lee.
Los expertos describen una situación poco alentadora, y que exige un cambio radical del modo de vida de los habitantes de ciudades costeras y de las regiones árticas. Insisto e insisten los científicos, debemos todos adoptar las medidas necesarias, sin excepción. Urge que nuestros gobiernos dejen a un lado otras prioridades y aboquen su visión hacia el cuidado del agua, hacia la consolidación de medidas que eviten el calentamiento global derivadas de las malas decisiones y factores que lo propician.
Muchos más han advertido a los gobiernos locales que la construcción desmedida de fraccionamientos en zonas donde hay escasez de agua y donde las vialidades rápidas no están contempladas, podría generar un conflicto fuerte en un tiempo corto inmediato.
En una nota informativa de un medio de comunicación de la ciudad de Chihuahua, me enteré que si no se actúa en consecuencia, en la capital no habrá agua en un tiempo tan corto como lo imaginamos, quizás en 8 años. La situación será tan crítica como la están padeciendo en el estado de Nuevo León.
De acuerdo al especialista Kamel Athié, quien hizo la declaración al medio de comunicación, sostiene en su tesis que no sólo en hogares chihuahuenses se ha dado este uso irracional del vital líquido, sino que a ello le contribuyen sectores agrícolas que sin permiso ni estudio de factibilidad, usan el agua doméstica para regar miles de hectáreas de cultivo.
Declaró Athié que de los 61 acuíferos que existen en toda nuestra entidad estatal, el 58 de ellos ya no tienen disponibilidad y 30 son utilizados con la extracción de más agua de la que almacenan al año, esto es, los están sobreexplotando y “exprimiendo” a modo de dejarlos sin utilidad.
Sepa usted, que del agua del estado de Chihuahua, el 80% la destinan a la agricultura, donde la mayoría de sus tomas son clandestinas; del resto del agua, el 12% es para el consumo en los hogares; el 5% del agua la utilizan en la industrial y el 3% en otros usos.
Me llama seriamente la declaración de Kamel Athié cuando explica que “los mismos productores están alarmados por el crecimiento exacerbado del cultivo como los de nogal, además de que existe un “mercado negro” de concesiones de agua que ha engrandecido el tráfico de documentos falsos, o títulos que se venden dos o tres veces más a distintas personas, para aprovechar los permisos para extraer agua”.
Y es que el problema es tan serio y tan delicado que las autoridades de Gobierno no han dimensionado lo complicado que resultará esta corrupción. Los años cobrarán la factura y quizás ya no habrá la fórmula para remediar los perjuicios, ni regresando 1000 veces más la cantidad de dinero que se guardaron en los bolsillos.
La ministra Norma Lucía Piña Hernández, Presidenta del Poder Judicial de la Federación, en su participación reciente de la Conferencia del Agua de las Naciones Unidas 2023, habló de detener la crisis global en esta materia y convocó a “juzgar con perspectiva de justicia hídrica a fin que se convierta en una función innata a nuestros procesos de adjudicación”; ahí mismo reconoció que aún son insuficientes los esfuerzos para enfrentar la emergencia planetaria y el cambio climático, por lo que llamó a ponderar el uso sustentable por encima de intereses privados: “que nuestras sentencias constituyan una fuerza disuasoria a través de un enfoque de responsabilidad ambiental objetiva estricta”.
El tema está por demás interesante. Este próximo día 22 y en el marco por el Día Mundial del Agua, en la ciudad de Nueva York, se desarrollará la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua donde pudiera surgir una agenda de acuerdos entre los países.
Se habla de fomentar la cooperación transfronteriza en materia de aguas, así como crear una nueva plataforma para consolidar los datos y la información relacionados con el agua; promover la gestión sostenible de los lagos y la valoración de los lagos y otros humedales como soluciones basadas en la naturaleza ante las inclemencias del cambio climático, e impulsar, finalmente, la gestión de fuentes, vías y peligros, desde la fuente hasta el mar.
Miles de millones de personas en todo el mundo todavía viven sin agua potable y saneamiento, a pesar de que el acceso a ambos servicios se ha reconocido durante mucho tiempo como un derecho humano. Pero ellos, siguen a la espera de justicia.