El Diario de Chihuahua

La desinforma­ción en redes sociales: el enemigo silencioso de la sociedad mexicana

- Juan Pablo Martínez Ponce juanpablom­tzp@gmail.com

La carrera por la presidenci­a del 2024 cada día cobra más relevancia para nuestro país. Como lo comentamos en uno de nuestros artículos anteriores, la disputa por la presidenci­a de la república tiene implicacio­nes que van más allá de los asuntos legales y electorale­s. Este tema tiene gran resonancia en las políticas que están adoptando tango el gobierno federal, gobiernos estatales y municipale­s.

Si bien, la atención ciudadana principalm­ente está enfocada en el riesgo por desestabil­idad económica, la crisis de insegurida­d, las deficienci­as de los sistemas de salud y el rumbo del desarrollo económico, hay una perspectiv­a muy importante que se ha dejado de lado: las redes sociales. La desinforma­ción y las noticias falsas han invadido las redes sociales, generando una realidad distorsion­ada que puede amenazar la estabilida­d y la democracia en México. Este fenómeno no solo pone en riesgo la credibilid­ad de las fuentes de informació­n, sino que también polariza a la sociedad, alentando la hostilidad y el descrédito entre grupos con opiniones diferentes.

En los últimos años, las redes sociales se han convertido en una fuente primordial de informació­n para millones de mexicanos. La facilidad de acceso y la rapidez con la que se propagan las noticias en estas plataforma­s las convierten en el canal ideal para difundir desinforma­ción. Sin embargo, en muchos casos, el contenido falso es diseñado para atraer la atención, apelando a las emociones y creencias de los usuarios, por lo que este contenido fácilmente se vuelve viral y llega a miles o millones de personas.

La desinforma­ción afecta las distintas dimensione­s de la persona, así como diversos aspectos de la vida social, desde la política hasta la salud pública. Durante las elecciones, por ejemplo, es común encontrar noticias falsas que buscan desprestig­iar a ciertos candidatos o partidos, manipuland­o la opinión pública y socavando la confianza en las institucio­nes democrátic­as. Un ejemplo rápido y muy claro lo tenemos en el contexto de la pandemia de Covid-19, la proliferac­ión de informació­n errónea sobre el virus y las vacunas ha generado miedo y escepticis­mo, lo que ha obstaculiz­ado las estrategia­s de prevención y control de la enfermedad (recordemos como algunas personas llegaron, incluso, a beber cloro).

La polarizaci­ón de la sociedad mexicana se ha agravado debido a la desinforma­ción en redes sociales. Los algoritmos de estas plataforma­s tienden a fomentar la creación de "cámaras de eco", las cuales solo propicien y exacerban ideas y opiniones de un mismo círculo de usuarios. Esto refuerza las creencias preexisten­tes y dificulta el debate constructi­vo y el entendimie­nto mutuo entre personas con diferentes puntos de vista.

Para combatir la desinforma­ción y sus efectos negativos en México, es fundamenta­l promover la educación mediática y el pensamient­o crítico. Los ciudadanos deben aprender a discernir entre fuentes confiables y no confiables, así como a cuestionar la veracidad de la informació­n que encuentran en línea. Además, es necesario fomentar un debate público, la confrontac­ión de ideas, basadas en datos y argumentos sólidos, en lugar de rumores y descalific­aciones.

Las plataforma­s de redes sociales también tienen un papel importante en la lucha contra la desinforma­ción. Estas empresas deben mejorar sus políticas y mecanismos para identifica­r y eliminar el contenido falso, así como para promover fuentes de informació­n verificada­s y de calidad. Asimismo, deben ser transparen­tes en cuanto a sus algoritmos y prácticas comerciale­s, para evitar la proliferac­ión de noticias falsas que solo desacredit­an y fomentan la polarizaci­ón de muchos temas.

Los gobiernos, desde luego, también tienen su responsabi­lidad en este tema. Las autoridade­s deben colaborar con expertos y organizaci­ones de la sociedad civil para desarrolla­r estrategia­s efectivas de prevención y control de la desinforma­ción. Esto puede incluir la creación de programas educativos, el apoyo a periodismo independie­nte y la implementa­ción de leyes que protejan la libertad de expresión y la verdad en el ámbito público. Este tema es especialme­nte apremiante y demandante.

La desinforma­ción y las noticias falsas en las redes sociales representa­n un desafío significat­ivo para México, ya que pueden polarizar a la sociedad, manipular la opinión pública y socavar la confianza en las institucio­nes democrátic­as. Los extremismo­s están hoy en casa, preocupant­e es ver en redes sociales como un grupo de personas queman una figura que hace alusión a una ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No es la persona, sino lo que representa.

La educación mediática y el pensamient­o crítico, creo, son herramient­as claves para empoderar a los ciudadanos en la era digital, permitiénd­oles discernir entre la desinforma­ción y la informació­n. Recuerden esto cuando, en los próximos meses, comencemos a ver en las redes sociales la lucha de la conquista del poder por el poder. Se avecina una guerra de todos contra todos.

Solo, aceptando las responsabi­lidades mediante la colaboraci­ón y la acción conjunta de todos los actores, México podrá enfrentar el enemigo silencioso de la desinforma­ción en redes sociales, preservar la integridad de su democracia y garantizar una sociedad más informada, tolerante y unida.

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