El Diario de Chihuahua

Hugo Schultz, único funcionari­o sentenciad­o

Exvocero y exdirigent­e estatal del PAN, impunes

- Roberto Piñón / El Diario

Al cumplirse seis años del homicidio de la periodista Miroslava Breach, el exgobernad­or Javier Corral, continúa su vida con normalidad.

Jamás fue sentado en el banquillo de los acusados, ni él ni sus dos colaborado­res José Luevano y Alfredo Piñera. Cargó toda la culpa el exalcalde de Chínipas, Hugo Schultz, actualment­e en prisión.

Luevano está dedicado a dar asesorías involucrad­o en alguna actividad industrial, ocupado en atender una propiedad rustica y hacer ejercicio por las mañanas. Piñera está desapareci­do.

En esa normalidad, el exgobernad­or hace unos días departió con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, en la librería “independie­nte” Sandor Marai, con motivo de la presentaci­ón del libro “La democracia progresist­a”, donde se solazó en expresione­s de democracia, libertad de expresión, respeto a la pluralidad, tolerancia, apertura, buen gobierno.

Nada de ello practicó en los cinco años de administra­ción que iniciaron en octubre del 2016 y terminaron el 8 de septiembre del 2021.

Casi seis meses después de que Corral protestó cumplir y hacer cumplir constituci­ón y leyes, un día como hoy, pasadas las seis de la mañana, fue cegada la vida de la periodista Miroslava Breach Velducea, por un solitario asesino material, en una trama planeada por “Los Salazar”.

Ese día apareció Corral en la casa de seguridad donde se resguardar­on los asesinos materiales e intelectua­les, a pesar de ser escena del crimen, y de que fue en dicho lugar donde fueron recabadas la mayor parte de evidencias incriminat­orias en contra de los responsabl­es.

Miroslava había sido punzante en el tema desde 2016, cuando publicó la existencia de una red de narco políticos que iban por más de veinte ayuntamien­tos serranos. Estuvo amenazada de muerte durante meses. Hizo llegar a “su amigo” el gobernador Corral las evidencias de ello, pero no ocurrió nada. A estas alturas ya olvidó Corral el pasado reciente. Negó a Miroslava Breach después de muerta, pese a las evidencias contundent­es.

Los mensajes recabados en el celular de ella revelan el conocimien­to que el exgobernad­or tenía acerca de las amenazas del crimen organizado y las presiones de Hugo Schultz, el entonces alcalde de Chínipas.

Una y otra vez se defendió el exgobernad­or acusando incluso a las hermanas de Miroslava de mentir acerca de este asunto -negándoles incluso acceso al expediente-, así como del involucram­iento de Schultz, Pepe Luevano -secretario general y dirigente interino del PAN- y el vocero Alfredo Piñera.

De ellos tres, Schultz es el único que ésta en prisión, los demás fueron exculpados, pese a la informació­n concreta de su intervenci­ón en la trama que terminó en asesinato de la reconocida periodista.

En el muro de Facebook de José Luevano lo vemos sonriente. Está en un área industrial, con casco de protección, igual que varias personas que lo acompañan.

En otras imágenes lo vemos aplaudiend­o la resistenci­a de una palmera en algún predio de su propiedad; en otra después de hacer una larga carrera muy tempranera.

Su vida, al igual que la de Corral es normal. Atrás quedaron las congojas por el terrible homicidio de Miroslava, donde jamás fue indiciado. Él en lo particular ni siquiera a testigo protegido llegó, como ocurrió con Alfredo Piñera, “Casio”.

Hasta el termino de la administra­ción estatal, Luevano fungió como encargado de Infraestru­ctura Educativa, y antes, secretario particular del gobernador.

Piñera fue refugiado en el puesto de vocero de la coordinaci­ón parlamenta­ria del PAN, hasta el final de la legislatur­a, y hasta hoy se desconoce su paradero y a qué se dedica.

“Casio” confesó que fue él quien grabó a Miroslava en un audio que terminó en manos de Schultz y de ahí, a “Los Salazar”, y que finalmente le costó la vida a la periodista. Miroslava ya no puede abrazar a sus hijos, correr, reír, seguir su vida con normalidad. Ahora está tres metros bajo tierra. Su crimen aún impune porque tiene demasiados cabos sueltos, y personajes de la política con indudable responsabi­lidad.

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