Nuevo repunte del Covid: ¿qué parte no entendimos?
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Parece un chiste de mal gusto, pero hasta que vemos la muerte asomarse por una de nuestras ventanas, entendemos de qué se trata esto del Covid”, dice el doctor Ricardo Petlacalco Ruiz, quien tiene bajo su responsabilidad una importante función para prevenir en varias dependencias gubernamentales los contagios del virus más letal en las últimas décadas.
Y tiene razón. ¿Qué parte no entendimos de la pandemia? Si bien la memoria es escasa cuando nos conviene el olvido -o el discreto mutis-, la historia reciente no debe borrar las decenas de miles de muertes provocadas por el Covid-19. Las distintas variantes han atacado, si bien con menos fiereza, sí con más frecuencia y esto nos pone en una situación de alerta.
Elda Cantú escribió en The New York Times, a principios de septiembre: “Tal vez conozcas a alguien que contrajo Covid hace poco. O quizás tú mismo te hayas contagiado recientemente. En Estados Unidos, las infecciones de coronavirus han repuntado desde julio.
En el país se registraron 600 muertes semanales por Covid-19 en agosto, una quinta parte de las 3000 del mismo periodo en 2022 y muchas menos que las 14,000 semanales de agosto de 2021”.
Agrega: “En todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud, se han reportado 16,000 nuevos casos de infección en la última semana. Pero no todos los países llevan un registro tan minucioso como durante la pandemia”.
Puntualiza: “A pesar del repunte, no hay pruebas de que alguna de las variantes en circulación provoque una enfermedad más grave o evada la inmunidad con suficiente habilidad como para que las vacunas resulten ineficaces”. Artículos como este, en uno de los medios más influyentes del mundo, se replican a diario en la mayor parte de los países donde las autoridades de salud llaman a la población a no bajar la guardia, pero parece que entre más insisten, menos respuesta hay de la población. Y esto es grave, sumamente grave y serio.
El 4 de septiembre pasado, el periódico mexicano El Financiero -nota firmada por La redacción-, establece que la Organización Mundial de la Salud, “en su informe más reciente, del 24 de julio al 20 de agosto se notificaron alrededor de 1.5 millones de casos nuevos de coronavirus y más de 2 mil muertes en el mundo” y señala que los casos de Covid-19 en México tuvieron un ligero repunte en agosto, a comparación de los meses anteriores.
Hasta el 22 de agosto, -agrega El Financiero- hubo 3 mil 772 contagios confirmados durante los últimos siete días y 16 fallecimientos. Así como 46 mil 574 casos sospechosos, hasta la fecha. Por supuesto, cifras en México.
“Los casos confirmados corresponden a 60.1 por ciento mujeres y 39.9 por ciento hombres, mientras que los rangos de edad en los que se presentan los contagios van de los 25 a 34 años, según la Secretaría de Salud”. Fin de la cita.
Pero en las últimas semanas, en Chihuahua como en varias entidades del país hemos sido testigos de contagios entre familiares, compañeros de trabajo, conocidos o vecinos, que manifiestan ser “positivos” después del reglamentario examen de Covid.
Y parece que no es suficiente para generar una alerta. Al menos en dos entidades de la República Mexicana, algunas escuelas públicas y una universidad privada volvieron a establecer las medidas más elementales para evitar contagios, como el uso del cubrebocas obligatorio, con el fin de crear conciencia entre la población estudiantil.
No es para menos. Aunque esta nueva “cepa”, que según los expertos no es tan mortal como la que inició en 2019, sí se propaga con mayor facilidad y en muchos casos los portadores son asintomáticos, lo que hace más difícil detectar a tiempo el Covid.
Por eso es válida la pregunta: ¿qué parte no entendimos de la pandemia? ¿Acaso no fueron suficientes las muertes, el cierre de negocios, la suspensión de actividades industriales, escolares y gubernamentales como para haber cultivado un mínimo de conciencia? ¿Qué necesitamos para entender que un contagio de Covid es tan peligroso como cualquier padecimiento que pone en riesgo la vida de las personas?
Más aún: ¿quién quiere regresar a esos años en que nos vimos obligados a encerrarnos en casa durante casi un año? Nada nos cuesta usar el cubrebocas, tomar las medidas más indispensables como la sana distancia, el gel y el lavado de manos permanente. Que nadie se diga sorprendido: la pandemia nos debió dejar una enseñanza directa y muy sencilla… pero algo no entendimos de aquél azote de muerte y angustia, cuyas consecuencias aún seguimos sufriendo. Al tiempo.