Plan migratorio de Biden enfrenta batalla judicial
Agobiado por excesivo cruce de extranjeros, presidente anunciará ‘mano dura que había abolido’
Washington— Si el presidente Joe Biden sigue adelante con un plan para impedir que las personas que cruzan ilegalmente a Estados Unidos soliciten asilo, es probable que se enfrente a un rápido desafío legal, de la misma manera en que una iniciativa de su predecesor en 2018 fue bloqueada por los tribunales.
Desde el punto de vista político, este revés podría no importar.
Para Biden, la simple emisión de una acción ejecutiva justo antes de su Discurso sobre el Estado de la Unión el 7 de marzo podría reforzar su campaña de reelección al demostrar que está tratando unilateralmente de asegurar la frontera por encima de la oposición republicana.
Los asesores del presidente aprovecharon la decisión de los legisladores republicanos el mes pasado de acabar con una medida fronteriza bipartidista, en un momento en que las encuestas muestran que a los estadounidenses les preocupa bastante el número de personas que cruzan desde México huyendo de las pandillas, la tortura y las dificultades económicas en América Central y del Sur.
“Amigos, no hacer nada no es opción”, dijo Biden a los gobernadores de la nación el viernes durante una reunión en la Casa Blanca, en la que les sugirió presionar a los legisladores para revivir el proyecto de ley fronterizo en los días subsecuentes.
Pero si no lo hacen, Biden apuesta por atraer a los votantes preocupados por la inmigración invocando su autoridad ejecutiva para demostrar que está dispuesto, en sus propias palabras, a “cerrar la frontera” en medio de un aumento de la inmigración.
El plan que se está considerando reflejaría el proyecto de ley bipartidista que los republicanos del Congreso frustraron. Pero incluso la Casa Blanca reconoce que la acción ejecutiva –incluso si sobreviviera a los desafíos jurídicos– no podría proporcionar el tipo de dinero y recursos para controlar la frontera que Biden quería que aprobara el Congreso.
A pesar de ello, la estrategia representa un revés drástico en la política estadounidense. El expresidente Donald Trump y los republicanos pasaron la última década avivando las llamas del miedo y la inseguridad sobre la frontera, mientras los demócratas se posicionaban como los defensores de las personas perseguidas que merecían una oportunidad para alcanzar el ‘sueño americano’.
En los últimos años, esa dinámica cambió, pues Biden tuvo problemas para contener a la cantidad histórica de personas que trataban de entrar a Estados Unidos provenientes de Venezuela, Haití, Honduras y países de África y Asia.
A medida que muchos de esos inmigrantes llegaban a ciudades lideradas por los demócratas como Nueva York, Denver y Chicago –muchos enviados por el gobernador republicano en Texas– los demócratas comenzaron a exigir controles más estrictos en la frontera. Muchos demócratas en el Congreso, incluso algunos que durante mucho tiempo defendieron la inmigración, apoyan ahora esas peticiones.
La Casa Blanca ha criticado a los republicanos por socavar las mismas restricciones que llevan años exigiendo. Los asesores de Biden han calificado la medida de política cobarde y de regalo para Trump, cuyo ataque durante años al sistema de asilo ha sido una pieza central de su identidad política y de su presidencia.