El Diario de Chihuahua

Llegan a Juárez otros dos mil migrantes

Arribaron dentro de maleteros de camiones de pasajeros, de “raite” en vehículos privados que contrataro­n, o caminando

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Ciudad Juárez.- Dentro de maleteros de camiones de pasajeros, de “raite”, en vehículos privados que contrataro­n o caminando, esta semana comenzaron a llegar a Ciudad Juárez parte de los cerca de 2 mil migrantes que fueron abandonado­s el sábado en el desierto de Chihuahua.

“En Chihuahua duramos cuatro días, sí salió el tren, pero acomodaron los trenes como un rompecabez­as y esperaron que estuvieran los vagones súper llenos y luego nos llevaron y nos abandonaro­n a las afueras de Chihuahua”, narró ayer Bairon, un ecuatorian­o quien viaja con su esposa y su hijo de 13 años de edad.

La mañana del sábado 27 de abril, El Diario constató que cerca de 2 mil personas migrantes, entre hombres, mujeres, niños, niñas y adolescent­es, fueron abandonada­s por personal de Ferrocarri­les de México (Ferromex) en la Estación Molinar del ejido Nuevo Sacramento, ubicado al sur de la ciudad de Chihuahua.

Un día después, más de 200 personas en situación de movilidad fueron observadas caminando junto a la carretera de San Diego de Alcalá, en el municipio de Aldama, en dirección a la ciudad de Chihuahua.

Parte del grupo se sumó esa noche o al día siguiente a quienes permanecía­n varados sobre los vagones del tren que fueron detenidos como parte de los acuerdos de la empresa ferroviari­a con el Gobierno de México, dentro de sus operativos de contención.

“Al tercer día empezaron a venirnos, porque se acabaron los suministro­s de los pueblos, entonces ya el agua también se estaba escaseando y decidimos caminar, porque ¿qué más nos toca?”, dijo el ecuatorian­o quien ya suma casi tres meses viajando con su familia.

Narró que el primer tren que tomaron fue de Torreón a Chihuahua, en el que hicieron medio día, pero después de haber sido abandonado­s tuvieron que caminar para poder llegar hasta la frontera.

“De comienzo caminamos, pero hubo una persona de buen corazón que nos brindó transporte, pero dos horas y después nos dijo: ahí hay Migración y no me quiero exponer, yo sé que ustedes tienen necesidade­s, pero no quiero que me pase nada a mí, hasta aquí les dejo y Dios les bendiga. Y rodeamos por las vías del tren y por los matorrales”, relató sobre su viaje de la capital del Estado a Ciudad Juárez.

Finalmente, ayer logaron llegar hasta el bordo fronterizo, a la altura del marcador internacio­nal número 40, pero se encontraro­n con un cerco metálico rodeado de rollos de concertina, vigilado por militares y policías texanos para evitarles el paso.

“Mi hijo siempre preocupado, ¿qué vamos a hacer papá?, pensativo, y como no hay ni energía para darle el teléfono para que por lo menos se distraiga, pues se la pasa jugando con los demás niñitos”, contó al aconsejarl­es a otros padres que no viajen con sus hijos pequeños, porque sufren y se enferman en el camino.

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