El Diario de Chihuahua

Cuando los niños nos regalan sus sonrisas

- Elvira Maycotte Escritora

Ciudad Juárez.- Apenas hace unas horas acabaron los festejos que preparamos para nuestros niños. En la escuela, si es que tienen el privilegio de ir, maestros y padres de familia hicieron todo lo posible para que ese día fuera distinto a los que suelen pasar; para algunos quizá fue la única celebració­n. Otros muchos fueron agasajados por sus padres y los abuelos en cuanto pudieron se sumaron a la fiesta: ¡No hay mayor alegría que ver sus sonrisas!

Sin embargo, segurament­e no pocos niños se quedaron fuera de las algarabías sin enterarse siquiera de que el 30 de abril es la ocasión de olvidar por un momento su realidad, aunque más triste lo viven aquellos pequeños que sí lo saben y, ante su ilusión, recibieron indiferenc­ia y quizá hasta maltratos, como los que sufren a diario.

Esa es la realidad para muchos de ellos. Nuestros niños viven preocupado­s y ocupados en estar alerta entre las condicione­s hostiles del medio en que viven.

En nuestros recorridos por las calles de las colonias del suroriente nos encontramo­s con realidades a las que muchos estamos lejos de comprender, lo creemos porque lo constatamo­s en a través de los dibujos que ellos elaboran y las palabras que los acompañan. Varias niñas, por ejemplo, se sienten inseguras en el parque, que es el lugar en donde deberían estar sin temor, “porque ay muchos robachicos” (sic); tampoco se sienten seguras en las calles porque “hay personas malas”; otro testimonio de una nena de once años nos dice: “No me siento segura en l acalle porque unaves asaltaron a mi mamá y también se roban a las mujeres que trabajan y se tienen queir muy temprano“(sic), mientras dibuja un individuo con una pistola apuntando a una mujer a la que identifica con una flecha como “mi mamá” ; dibuja también a una mujer tirada en el suelo mientras un hombre con una pistola en mano la arrastra.

Una pequeña de la misma edad dibuja unas casas y un lote baldío atrás de ellas y escribe: “No meciento segura porque pueden robar o yebarnos” (sic); una más: “yo no me siento comoda en la calle porque te rovan, te asaltan, te secuestra, puedes tener un accidente o problemas, o asta pueden morir o casi en drogas”. Otra pequeña no se siente segura “ni en el Smart, centro, y en casas ajenas y ni en ubers, ni en rutas”. Las hay que temen estar en su casa.

En el caso de los niños sus temores no son muy diferentes: no les gusta pasar por los baldíos cerca de su casa porque hay “muchotota violencia” y ahí asaltan: un día, dice, una mujer pedía auxilio mientras era arrastrada; en el parque sienten que los van a robar “o algo así”; otro pequeño nos dice que en las calles, baldíos y parques pueden hacer “algo malo”, mientras dibuja un hombre tomando, otro fumando, alimañas y perros sueltos; de noche les da miedo la oscuridad. Un niño siente miedo en la escuela porque ahí están los que hacen eso: robar en el Oxxo. Hay muchos “robateros”. Y un dibujo “mudo”, sin palabras pero elocuente: se dibuja a él mismo de la mano de su madre frente a un hombre con cuchillo en mano amenazando a otro.

Y si cuando te encuentras a jovencitos de catorce años a la pregunta ¿qué quieres ser de grande? Te responden ¿de grande? ¿Yo? ... no creo llegar a los veinte… observas entonces que detrás sus ojos perdidos y sus dientes casi desapareci­dos por el consumo de droga se escribe la historia del fracaso y muerte no solo de ellos, de toda la sociedad.

Estas son las escenas de terror que viven las niñas y niños de nuestra ciudad.

Algo estamos haciendo mal, muy mal como sociedad y como gobierno para que la calle, el parque y obvio, los baldíos, asusten tanto a niñas como a niños. ¿Qué estamos tatuando en estos niños? Si sus huesos están en formación, su espíritu también; no habrá que esperar mucho para descubrir lo que se sembró en él: dicen que ellos tratarán a la sociedad tal como fueron tratados. Tan indolentes e indiferent­es como lo somos con ellos.

Todos fuimos niños alguna vez, príncipes y princesas, guerreros en batallas y heroínas de sueños imaginados. Hagamos caras y gestos, sonriamos ¿será que pasa tan rápido la infancia que ya olvidamos cómo hacerlo? Pero eso sí, lo que tampoco debemos olvidar es que tenemos una gran, gran deuda con los niños, que con toda su fragilidad esperan con ansias no solo ser recordados cada 30 de abril para regalar sus sonrisas. Ellos no olvidan a quienes les aman.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico