“LA CABALLA” GONZÁLEZ, LANZADOR DE ANTOLOGÍA
Como muchos peloteros de renombre, Luis Arturo González Herrera se formó con Los Bulldogs de la Tercera Zona en la Liga Municipal de Delicias, igual que a otros la afición o algún ocurrente de esos que nunca faltan, lo rebautizó con un mote que al paso del tiempo casi haría olvidar su nombre.
En su caso el apodo que mereció fue el de la caballa que sí sería conocido de ahí en adelante, aunque su círculo más cercano también le diría “güicho”.
Sus padres fueron Natividad González Chávez y Cruz Herrera, él de La Cruz y ella de Orranteño.
En el cercano municipio de Saucillo, donde el 13 de noviembre de 1939 nació este as del beisbol regional, estatal, nacional e internacional, quien en sus inicios jugaba de cátcher y ocasionalmente de pitcher, posición en la que alcanzaría sus mejores momentos
Del Changais se vinieron a las cercanías de Delicias donde Don Nati encontró trabajo de canalero, posteriormente se adentraron al bullicioso centro de población, asentándose en la calle Primera Poniente Sur 109, en el bravo barrio de El Parralito.
Fue inscrito en la Primaria Melchor Ocampo y luego en el Colegio La Paz, destacando de inmediato en beisbol y en basquetbol; sólo estudió hasta Sexto año y sus talentos deportivos fueron descubiertos por el profesor José Payán, quién lo registró como un miembro más de la plantilla de Los Bulldogs, los perros, como le decían al equipo beisbolero llanero de moda, patrocinado primero por Santa Cruz Román y luego por el comerciante Carlos Terrazas.
Llegó de cátcher, pero desesperado ante la lentitud de los lanzadores, a quienes frecuentemente regañaba y tomando su lugar, porque un día dejó peto y careta y echó los cimientos de lo que sería una brillante carrera en el montículo
A los 16 años fue llevado de la mano por su papá que le consiguió trabajo en la Junta de Mejoras Materiales, hoy Junta Municipal de Agua y Saneamiento y también después en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, empezó de telefonista, luego fue ascendido a topografía y de ahí pasó al manejo de maquinaria pesada, donde permanecería hasta pensionarse en 1988.
Con más de 1.90 de estatura, tez blanca, huesos anchos, flaco correoso y aires de galán de cine tipo Jean Dean, la caballa, fue un gigante con alma de niño, un portento de carisma y facultades beisbolistas…
Extracto obtenido del Libro “Delicias Vida Deportiva” del escritor Carlos Gallegos López