ALBERCA CLUB DE LOS SAPOS
Marcó toda una época en la infancia de los delicienses
La alberca Club de Sapos, en el sector sur de Delicias y ubicada casi en el cruce de Gómez Morín y avenida Cuarta, marcó toda una época de vagancias infantiles, cuando se acudía a bañarse de trampa ante la ausencia del dueño y las maestras de Primaria mandaban por la ropa cuando los niños se iban de pinta y ahí van los infantes en puros calzoncillos a recuperarla.
La alberca Club de Sapos, fue muy famosa en el sector sur de Delicias, al grado de llegar a competir con su homónima Club de Leones, ya cerrada y al servicio de la Secundaria Federal "Leyes de Reforma".
El pueblo mexicano siempre a través de la historia ha sido muy ocurrente y parte de su cultura es ponerle apodos a las personas, o es muy dado a “bautizar” lugares, construcciones o edificios, como en este caso.
Ubicada sobre el bulevar Gómez Morín, casi cruce con la avenida Cuarta sur, esta alberca, ahora propiedad de un particular y que en su época de bonanza era visitada por familias y los niños y jóvenes de clase media y baja, agarró fama debido a que era llenada con agua de canal o de riego y en una ocasión hasta sapos salieron, por lo que de ahí tomó su nombre, bautizada por la “palomilla” que solía irse a bañar en la época de calor.
De todos son conocidas las altas temperaturas que se registran en Delicias, desde la segunda semana de abril hasta por allá de la segunda quincena de septiembre.
Antes las familias era grandes o numerosas, de cinco hijos para arriba y como los papás no tenían dinero para darles a todos para sus golosinas o para divertirse, los niños como podían se las ingeniaban y bañaban en los canales de riego o de trampa en esta alberca, que llegó a hacerse célebre y ser parte de la memoria colectiva de los delicienses y en particular de los del sector sur.
Muchos niños y jóvenes no tenían en aquellos años de los 80 dinero para pagar, por lo que cuando no estaba el dueño o encargado se metían “de trampa” zorreándose las clases en la escuela, por lo que la maestra mandaba por los que se fueron de “pinta” y el más grande o consentido del salón de clases iba por la ropa, teniendo que ir los niños muchas de las veces de regreso en puroscalzones,dejando de lado la vergüenza.
Manuel Darío Ogaz Valles, la recuerda de la siguiente manera: “Era la alberca de los pobres, de aquellos que no podían ir a la de Leones. Muchos nos íbamos de pinta y terminábamos en ese lugar disfrutando de un rico chapuzón”.