CABALLOS, PASEOS, BALAZOS Y CHICAS CASADERAS.
La calle 3a Norte de Delicias ha sido una de sus arterias viales principales, su eje comercial, condición que guardó hasta la llegada de las tiendas de conveniencia y los grandes establecimientos trasnacionales.
También fue la calle del paseo desde la caída de las tardes de fines de semana hasta las 12 de la noche o más tardecito, dependiendo del permiso que hubieran gestionado en casa, sobre todo las chicas casaderas.
Los tours eran a caballo, luego a pie, enseguida en auto.
Ahí estuvo la primera botica, la primera gasolinería, las tiendas de ropa y calzado, los tendajones donde se vendía de todo, las verdulerías de los chinos, el primer supermercado, los primeros focos incandescentes, los restaurantes y cantinas más populares.
Ahí hubo casas habitación, principalmente de los propietarios de los changarros, que aprovechando los largos lotes que atravezaban hasta las calles adyacentes, la 2a y la 4a, ahí vivían y ahí comerciaban.
Hubo un centro médico donde consultaban los mejores doctores del pueblo, los mejores en cuanto a su ciencia y en cuanto a su cuota.
Ahí estuvieron las oficinas del Seguro Social y del ISSSTE, escuelas como La Salle y la del Magisterio No. 7, neverías y discoteques con música en vivo y en rokolas, mueblerías, ferreterías, una fábrica de sodas, el local pionero de Alcohólicos Anónimos.
Presenció un duelo a balazos entre un frutero y un mueblero que pistola con pistola no se hicieron nada y pasada la adrenalina siguieron ofertando su merca.
Mucho tiempo estuvo sin pavimento, con las polvaderas de febrero y marzo oscureciendo el mundo, con los caballos amarrados afuera de los taniches, los automóviles estacionados a media calle o de trompa hacia las banquetas, en batería, en doble fila. Letreros de lámina con agentes viales dibujados pito en mano, eran colocados en las bocacalles tratando de regular el tránsito.
Los comerciantes se cooperaban para pagarle a uno o dos veladores con permiso para cargar fusca, que caminaban desde el mercado Juárez hasta la avenida 6a, y que cuando les daba sueño se ponían de acuerdo, turnándose para echarse un coyotito a la sombra cómplice del Pasaje Chávez.
La 3a Norte, en esta crónica apresurada, revela su nervio y sustenta su fundamento en nuestra historia.