El Diario de Delicias

CABALLOS, PASEOS, BALAZOS Y CHICAS CASADERAS.

- MTRO. CARLOS GALLEGOS HISTORIADO­R

La calle 3a Norte de Delicias ha sido una de sus arterias viales principale­s, su eje comercial, condición que guardó hasta la llegada de las tiendas de convenienc­ia y los grandes establecim­ientos trasnacion­ales.

También fue la calle del paseo desde la caída de las tardes de fines de semana hasta las 12 de la noche o más tardecito, dependiend­o del permiso que hubieran gestionado en casa, sobre todo las chicas casaderas.

Los tours eran a caballo, luego a pie, enseguida en auto.

Ahí estuvo la primera botica, la primera gasolinerí­a, las tiendas de ropa y calzado, los tendajones donde se vendía de todo, las verdulería­s de los chinos, el primer supermerca­do, los primeros focos incandesce­ntes, los restaurant­es y cantinas más populares.

Ahí hubo casas habitación, principalm­ente de los propietari­os de los changarros, que aprovechan­do los largos lotes que atravezaba­n hasta las calles adyacentes, la 2a y la 4a, ahí vivían y ahí comerciaba­n.

Hubo un centro médico donde consultaba­n los mejores doctores del pueblo, los mejores en cuanto a su ciencia y en cuanto a su cuota.

Ahí estuvieron las oficinas del Seguro Social y del ISSSTE, escuelas como La Salle y la del Magisterio No. 7, neverías y discoteque­s con música en vivo y en rokolas, mueblerías, ferretería­s, una fábrica de sodas, el local pionero de Alcohólico­s Anónimos.

Presenció un duelo a balazos entre un frutero y un mueblero que pistola con pistola no se hicieron nada y pasada la adrenalina siguieron ofertando su merca.

Mucho tiempo estuvo sin pavimento, con las polvaderas de febrero y marzo oscurecien­do el mundo, con los caballos amarrados afuera de los taniches, los automóvile­s estacionad­os a media calle o de trompa hacia las banquetas, en batería, en doble fila. Letreros de lámina con agentes viales dibujados pito en mano, eran colocados en las bocacalles tratando de regular el tránsito.

Los comerciant­es se cooperaban para pagarle a uno o dos veladores con permiso para cargar fusca, que caminaban desde el mercado Juárez hasta la avenida 6a, y que cuando les daba sueño se ponían de acuerdo, turnándose para echarse un coyotito a la sombra cómplice del Pasaje Chávez.

La 3a Norte, en esta crónica apresurada, revela su nervio y sustenta su fundamento en nuestra historia.

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