El Diario de Delicias

REFLEXIÓN DE LA PALABRA

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1a.- Ensalzo los árboles humildes (Ezequiel 17,22-24) 2ª.- En destierro o en patria, nos esforzamos en agradar al Señor (2 Corintios 5,6-10) Evangelio. - Era la semilla más pequeña, pero se hace más alta que las demás hortalizas (Marcos 4,26-34) Es bueno darte gracias, Señor. (Salmo 91) 1. Por qué es detestable la soberbia. La primera lectura y el Evangelio de hoy concuerdan en algo: a menudo, la obra de Dios hace que lo pequeño llegue a ser grande. Por contraste, pasa en cambio que lo que se veía grande termine en la insignific­ancia.

Para entender el aprecio que Dios tiene por la humildad hay que comprender dos cosas: primera, que la soberbia riñe con la verdad porque la pretensión de imponer mi punto de vista no es compatible con el deseo puro de que aparezca lo que es cierto.

El otro daño que hace la soberbia, consecuenc­ia de lo ya dicho, es que bloquee los caminos por donde podía llegar la luz y la ayuda. Incapaz de aprender a fondo y de veras, el soberbio se ve obligado a repetirse. Incapaz de ver su límite, tiene que habitar el engaño.

2. La humildad nos abre al tamaño de las obras de Dios. Al entender el daño que hace la soberbia uno ve el bien que trae la humildad: nos devuelve al terreno de lo verdadero, y abre de nuevo las puertas del necesario aprendizaj­e y auxilio que todos requerimos alguna vez.

Por eso el Reino de Dios despunta de manera poco dramática, más bien oculta, y en todo caso, muy humilde. Con el tiempo, esa humilde entrada da paso a la verdad y la fuerza del amor y del poder de Dios: entonces la semilla de mostaza se convierte en la más alta de las hortalizas.

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