HABLEMOS DE NEGLIGENCIA PSICOLÓGICA
Hay en nuestra nación una necesidad evidente de atención psicológica, esto se puede constatar a través de diversas estadísticas en las que se muestra un incremento importante en padecimientos relacionados con la salud mental.
Lamentablemente el tabú que existe en torno a la psicología, así como a la psiquiatría, genera diversas situaciones, siendo la más habitual el prejuicio al hablar de este tipo de atenciones, no obstante, existe también un gigantesco problema en cuanto a la regulación de estos profesionales, en especial los psicólogos.
Es de dominio público el término de “negligencia médica”, haciendo referencia a una mala praxis por parte del personal médico, incrementándose el riesgo de alguna consecuencia adversa a la salud del paciente, o bien, llegando a tener alguna secuela directa por una práctica inadecuada, en el peor de los casos pudiendo ser fatal.
Al ser un servicio que implica trabajar con la salud de una persona, es de suma importancia que éste sea adecuadamente regulado. Naturalmente hay marcos normativos que rigen todo ello, al igual que sanciones que pueden inhabilitar temporalmente a médicos y enfermeras, e inclusive retirarles sus cédulas profesionales.
A sabiendas que puede haber repercusiones legales, es lógico que se tenga cuidado a la hora de actuar, y se trate de hacer lo mejor posible en cada caso. Asimismo, la formación de los estudiantes incluye de manera importante esta temática legal y ética.
Tristemente el caso para la psicología, así como otras disciplinas que atienden situaciones de salud de las personas parecen estar en el olvido, ya que, si bien en teoría estos servicios están regidos por leyes federales y estatales, hay una amplia carencia de regulación real por parte del sistema de salud y jurídico, por ende, el libertinaje profesional crece.
No se debe de asumir la buena voluntad del psicólogo, mucho menos tenerles fe, debe de existir una regulación que proteja jurídicamente la salud mental del ser humano, porque al haber sanciones importantes, bastantes pseudopsicólogos se lo pensarán dos veces antes de atender pacientes.
El acudir con un pseudopsicólogo que carezca de una formación profesional en psicología, se vuelve sumamente peligroso, al igual que asistir con un psicólogo poco ético, ambos escenarios tenderán a desencadenar problemas graves por no saber (o querer) atender al paciente de una forma ética.
En nuestro país, la psicología clínica (acudir al consultorio a terapia) está regulada por la Ley General de Salud (LGS), así como la Normativa Oficial Mexicana (NOM), y el Código de Ética del Psicólogo.
El Código establece en su Artículo 30 que: “El psicólogo efectúa solamente las intervenciones para las cuales posee la educación, formación, o experiencia supervisada, y la pericia necesarias”; tanto la NOM como la LGS son ambiguas y menos claras.
Hablamos de un limbo legal, sumado a la falta de ética de psicólogos mexicanos al momento de ejercer la profesión, y en especial la permisividad ya comentada en la cual personas ajenas al gremio realizan “intervenciones psicológicas”, todo lo anterior crea un riesgo latente para la salud mental de los mexicanos.
Para muestra un botón, existe un caso registrado en el Hospital General de Reynosa, en donde una persona que “daba” psicoterapia hizo que el paciente se comiera una fotografía como parte de la terapia. Esto fue el parteaguas para que el entonces Distrito Federal emitiera la primera Ley de Salud Mental en 2009.
Debemos de entender que como en cualquier enfermedad, es habitual que el paciente se encuentre en un estado emocional vulnerable, por lo cual, todos podemos llegar a peligrar si depositamos nuestra confianza en un “profesional” que en realidad solo busca lucrar con la salud de sus pacientes.
La regulación jurídica varía por estado. Chihuahua optó por aceptar y copiar la Ley creada por parte del D.F. en 2009, sin embargo, aunque en teoría se exige una cédula profesional no se solicita un posgrado, pero se establece que para ofrecer psicoterapia mínimamente se debe de contar con una especialidad en el área clínica, no solo la licenciatura.
Evidentemente al momento de, por ejemplo, hacerse una cirugía, usted buscará a un médico especializado en el tema, porque comprende que de no hacerse correctamente puede peligrar su salud. En el caso de ir a terapia es similar, si va con una persona que se acreditó ella misma como “psicólogo” (o especialista por tomar un curso, conferencia, diplomado, y similares) pone en riesgo su propia salud.