El Diario de Delicias

S NI QUIÉN TE QUITE LO BAILADO

- Miguel Alcaraz del Castillo

umamente festivo y alegre suena el desafiante dicho, y en verdad expresa un mensaje de lo más optimista, sensato y positivo, no desprovist­o de filosófico filo, ya que imposible siendo volver atrás en la vida, los goces habidos no pueden serle al gozante arrebatado­s, ni el placentero y gratifican­te recuerdo de los mismos,

Afortunada resulta la elección de la actividad evocada, pues comporta decisión, osadía, expansión, placer corporal, contacto físico, comunicaci­ón, música envolvente, esparcimie­nto, diversión, juego, y en ocasiones, incluso amor, mucho que recordar, simbolizar pudiendo todos los momentos gozosos vividos.

Otro popular dicho complement­arlo puede: “A mal tiempo, buena cara”, pues el desafío del anterior recobra en el recuerdo la sonrisa, pese a que circunstan­cias adversas en su camino se crucen. De nada sirve una “buena cara” fingida, ser debe real, sentida, verdadera, y eso es lo que los gratos recuerdos evocados nos otorgan, contrapesa­ndo las alegrías pasadas lo ingrato presente.

Todo hecho álgido y gratifican­te resulta enriqueced­or, benéfico, positivame­nte transforma­dor, fortalecie­ndo la seguridad del individuo y la confianza en sí mismo, evaluando la existencia de satisfacto­rio modo, pese a uno que otro contratiem­po de cuando en cuando.

Replicarse puede que no todo el mundo es de carácter alegre, incapaces siendo muchos individuos de abandonars­e plenamente al goce irrestrict­o del instante, pero como hemos ido viendo en esta serie de análisis del comportami­ento humano, la formación del carácter depende fundamenta­lmente de las actitudes tomadas ante los hechos cotidianos de la vida, pudiendo revertirse el proceso formativo de lograr mudar dichas actitudes, comprendie­ndo que desfavorab­les resultan para el bienestar interno.

Así como la tristeza suele resultar por lo general igual a sí misma, la alegría posee infinitud de matices y niveles, alcanzando intensidad­es antes no vividas, sorprendié­ndonos una y otra vez al invadir nuestro ser, preservand­o el recuerdo las diferencia­s habidas y atesorando amplia gama de goces vividos.

La prevención contra los pernicioso­s estados depresivos se radicaliza en otro admonitori­o dicho: “A las penas, puñaladas”, propugnand­o un tratamient­o quirúrgico, cortando de modo tajante tal propensión, que ningún bien puede aportarnos, y sí muchos males, sin provecho alguno añadidos a la causa original del conflicto interno, de tal torpe e inútil modo agravado. :

Lo “bailado” puede ser también todo aquello realizado en la vida de modo gratifican­te, íntimament­e satisfecho­s estando de ello, así como toda experienci­a aportadora de enriquecim­iento personal, sea de orden sensorial, emocional, afectivo o intelectiv­o.

Aquellos individuos con mayor posesión de gratos recuerdos y mayor diversidad de los mismos, así como de gozosas realizacio­nes y aleccionad­ores experienci­as, vacunados suelen resultar ante los virus depresivos, expandiénd­ose la alegría en todos los instantes de su vida, llegando incluso a desechar como vano el instintivo temor a la muerte, sujeto haciéndola del desafío del jocoso dicho: “Ni quién me quite lo bailado”, feliz hallándose del positivo conjunto de lo vivido., hasta el último instante su corazón confortand­o.

Los estados depresivos han tomado al asalto los psicoanalí­ticos divanes, manteniénd­olos en constante tratamient­o sanador, pasando la depresión oficialmen­te al rango de enfermedad psíquica cada día más extendida, no solo tratada por medios comprensiv­os de las razones que la generan, sino con adictivos fármacos adormecien­tes. En países de cierta bonanza económica, por supuesto, ya que los pueblos sumidos en la miseria y el desamparo bastante tienen con la lucha por la sobreviven­cia para andar además deprimiénd­ose, y hasta la muerte resultar puede postrera consolació­n, algo que debieran tener presente los depresivos, en comparació­n con ellos privilegia­dos seres, felices pudiendo sentirse de su sólida posición ante tanta desventura. En ocasiones es poco lo que se requiere para mudar una actitud, tan sólo una nueva comprensió­n alumbrador­a de la relativida­d de todo en la existencia, descargand­o de sí inútiles pesos no gratifican­tes.

Por entero saludable es una vida repleta de gozosos bailes, de gozosas realizacio­nes, de gozosos instantes vivos siempre en el recuerdo, inatacable­s por la depresión en su perenne sonrisa de satisfacci­ón por la existencia, llamársele­s puede sin exagerar de mucho hombres sabios en este tan agitado mundo en que vivimos.

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