S NI QUIÉN TE QUITE LO BAILADO
umamente festivo y alegre suena el desafiante dicho, y en verdad expresa un mensaje de lo más optimista, sensato y positivo, no desprovisto de filosófico filo, ya que imposible siendo volver atrás en la vida, los goces habidos no pueden serle al gozante arrebatados, ni el placentero y gratificante recuerdo de los mismos,
Afortunada resulta la elección de la actividad evocada, pues comporta decisión, osadía, expansión, placer corporal, contacto físico, comunicación, música envolvente, esparcimiento, diversión, juego, y en ocasiones, incluso amor, mucho que recordar, simbolizar pudiendo todos los momentos gozosos vividos.
Otro popular dicho complementarlo puede: “A mal tiempo, buena cara”, pues el desafío del anterior recobra en el recuerdo la sonrisa, pese a que circunstancias adversas en su camino se crucen. De nada sirve una “buena cara” fingida, ser debe real, sentida, verdadera, y eso es lo que los gratos recuerdos evocados nos otorgan, contrapesando las alegrías pasadas lo ingrato presente.
Todo hecho álgido y gratificante resulta enriquecedor, benéfico, positivamente transformador, fortaleciendo la seguridad del individuo y la confianza en sí mismo, evaluando la existencia de satisfactorio modo, pese a uno que otro contratiempo de cuando en cuando.
Replicarse puede que no todo el mundo es de carácter alegre, incapaces siendo muchos individuos de abandonarse plenamente al goce irrestricto del instante, pero como hemos ido viendo en esta serie de análisis del comportamiento humano, la formación del carácter depende fundamentalmente de las actitudes tomadas ante los hechos cotidianos de la vida, pudiendo revertirse el proceso formativo de lograr mudar dichas actitudes, comprendiendo que desfavorables resultan para el bienestar interno.
Así como la tristeza suele resultar por lo general igual a sí misma, la alegría posee infinitud de matices y niveles, alcanzando intensidades antes no vividas, sorprendiéndonos una y otra vez al invadir nuestro ser, preservando el recuerdo las diferencias habidas y atesorando amplia gama de goces vividos.
La prevención contra los perniciosos estados depresivos se radicaliza en otro admonitorio dicho: “A las penas, puñaladas”, propugnando un tratamiento quirúrgico, cortando de modo tajante tal propensión, que ningún bien puede aportarnos, y sí muchos males, sin provecho alguno añadidos a la causa original del conflicto interno, de tal torpe e inútil modo agravado. :
Lo “bailado” puede ser también todo aquello realizado en la vida de modo gratificante, íntimamente satisfechos estando de ello, así como toda experiencia aportadora de enriquecimiento personal, sea de orden sensorial, emocional, afectivo o intelectivo.
Aquellos individuos con mayor posesión de gratos recuerdos y mayor diversidad de los mismos, así como de gozosas realizaciones y aleccionadores experiencias, vacunados suelen resultar ante los virus depresivos, expandiéndose la alegría en todos los instantes de su vida, llegando incluso a desechar como vano el instintivo temor a la muerte, sujeto haciéndola del desafío del jocoso dicho: “Ni quién me quite lo bailado”, feliz hallándose del positivo conjunto de lo vivido., hasta el último instante su corazón confortando.
Los estados depresivos han tomado al asalto los psicoanalíticos divanes, manteniéndolos en constante tratamiento sanador, pasando la depresión oficialmente al rango de enfermedad psíquica cada día más extendida, no solo tratada por medios comprensivos de las razones que la generan, sino con adictivos fármacos adormecientes. En países de cierta bonanza económica, por supuesto, ya que los pueblos sumidos en la miseria y el desamparo bastante tienen con la lucha por la sobrevivencia para andar además deprimiéndose, y hasta la muerte resultar puede postrera consolación, algo que debieran tener presente los depresivos, en comparación con ellos privilegiados seres, felices pudiendo sentirse de su sólida posición ante tanta desventura. En ocasiones es poco lo que se requiere para mudar una actitud, tan sólo una nueva comprensión alumbradora de la relatividad de todo en la existencia, descargando de sí inútiles pesos no gratificantes.
Por entero saludable es una vida repleta de gozosos bailes, de gozosas realizaciones, de gozosos instantes vivos siempre en el recuerdo, inatacables por la depresión en su perenne sonrisa de satisfacción por la existencia, llamárseles puede sin exagerar de mucho hombres sabios en este tan agitado mundo en que vivimos.