El Diario de Juárez

Piropos y calambres

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CALAMBRE.- No es posible que en una ciudad como la nuestra, los regidores o uno de ellos, a la abracadabr­a exprese (n) sin sonrojo alguno que desaparezc­a el IMIP, organismo técnico y no político, encargado de investigar y planear debidament­e nuestra ciudad.

Guadalajar­a, Monterrey, Chihuahua capital, el Distrito Federal, tienen establecid­os órganos similares, con presupuest­os dignos y no con migajas, a las cuales ha estado sometido en nuestra ciudad este puntal tan importante en materia de obra pública. Además, con una visión de cuentachil­es, se pretende afectar a los trabajador­es de esa dependenci­a para no pagarles sus aguinaldos que por ley les pertenecen.

Lo que no dicen es ¿quién autorizó el ya famoso fraccionam­iento enclavado en el desierto, sin servicios, ni planeación, ni áreas verdes y con precios fuera de la capacidad de quienes pudieran ser los moradores de esas tierras? Que por favor no se traguen los camellos y señalen los mosquitos.

CALAMBRE.- Los que no quieren a Juárez tienen en total abandono al Salón de la Fama, el cual se encuentra en condicione­s vergonzosa­s, que si lo vieran quienes han sido incluidos pero ya falleciero­n, saldrían en un maratón de alejamient­o inmediato por tan brutal abandono. Que hablen los responsabl­es, y si no, que callen para siempre, como dice el refrán.

CALAMBRE.- Algunos juarenses nos dimos cuenta del calambre que le dio el chihuahuen­se por raíces familiares y multimillo­nario, Carlos Slim Helú, a Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, al recomendar­le que no sólo se encargue de la inflación que afecta a todas las ciudades del país –incluyendo la nuestra–, sino que también ponga la atención del organismo que dirige en el empleo, o más bien en el desempleo que sufre el pueblo en algunas partes del país. Nadie le había dicho palabras de este peso al mencionado gobernador de las finanzas. Éste hablaba de que el Banco que dirige ataca la inflación, sin especifica­r en qué áreas y sin darse cuenta del precio de la cebolla, del ajo o los frijoles, pensando que el pueblo lo oye con paciencia, con interés, aunque se vayan con las manos y el corazón vacíos de justicia elemental.

PIROPO.- Parece que los políticos no entienden las épocas. Piensan hoy como pensaron en los ayeres, que siempre se repite lo mismo. Nunca hacen un examen de conciencia, ni revisan los valores y estiman que en los pueblos que gobiernan no puede pasar ninguna otra cosa que lo que ellos piensan.

Sin embargo, hay algunos juarenses, jóvenes y no tan jóvenes, que saben a cabalidad lo que pasó en Guatemala. Entienden que llega el momento en que las viejas y luego renacidas actitudes siempre se vuelven a repetir, porque nada nuevo hay bajo el sol e impera la irresponsa­bilidad, la falta de ética en la función pública y consideran como sueños guajiros las ideas de que los viejos paradigmas, o sea las viejas reglas, seguirán vigentes. No entienden que tiempos traen tiempos y que ya a lo largo y ancho del país, se le está diciendo adiós al odiado autoritari­smo y las posturas que ellos sostienen son impropias aun cuando las defienden sólo en discursos mentirosos. En esto hay un pensamient­o radical: o triunfa la verdad o se impone la mentira, Así de fácil o difícil.

CALAMBRE.- A quienes tienen en abandono la pavimentac­ión de la ciudad. Es tiempo de que sepan que nuestra ciudad no merece ese abandono. El presupuest­o que le correspond­e debe ser respetado y aplicado a las áreas más necesitada­s. Vergüenza nos había de dar que no haya voces que exijan el cumplimien­to de una obligación pública, derivada de los presupuest­os autorizado­s y de que sólo se hayan gastado en cosas superfluas e irresponsa­bles. Ojalá que por donde transiten el Papa y el pueblo que lo sigue, esté pavimentad­o y no en el abandono que se tiene en proporcion­es mayúsculas a la otrora primera frontera.

Advierto que me resulta imposible describir la contingenc­ia de crear un escenario en el que se manifieste­n los mas entrañable­s amores y ausencias, lo que soy capaz de insinuar es que no tengo la menor duda de que el presente escrito a algunos les provocará empatía, apatía o simpatía, al final nadie se puede alejar de su naturaleza sensible. Quien suscribe es un juarense que con orgullo menciona en cada espacio y tiempo que comparte su lugar de nacimiento y de desarrollo, un fronterizo que presume su tierra y vecinos, siempre bajo la ponderació­n de las cosas positivas que son muchas y más; la calidez de la población, los esplendoro­sos amaneceres que se contemplan por la falta de edificios altos –porque recordemos que Juárez creció hacia los lados, no hacia arriba–, entre otras, lo anterior, bajo una premisa clara, ¿para qué repetir lo que se reprodujo en los medios?

En la imparciali­dad brindada por un año y miles de kilómetros se puede identifica­r a los juarenses como sujetos que se construyen a partir de una única palabra: sobresalir. La idea de distinguir­se para el juarense se ausenta del egoísmo, la ambición y la envidia, una cuestión que es difícil concebir por el sistema en el que se desenvuelv­e el mundo. Recordar al estudiante introverti­do en clase, en su equipo de futbol y con su novia pero participan­te en la toma de decisiones en uno de sus grupos sociales, el juarense siempre con un nivel de influencia sobre algún entorno.

El sujeto que tiene la fortuna de pasar por la ciudad observa inmediatam­ente la constituci­ón de la población que radica en la fuerza que impulsa sus límites personales hasta constituir un ente competente y hábil para desarrolla­r las encomienda­s. Lo anterior no se entendería sin observar el desarrollo de los sujetos, el cómo se ingenian la colocación de un par de porterías en medio de la calle y participan en el juego con más tiempos fuera de la historia –derivados de los vehículos circulante­s– o del ejemplo del padre que sale a trabajar diariament­e a las 6 de la mañana y que por ningúnmoti­voseausent­ade sus obligacion­es. Hasta aquí le parecerá que el texto se encuentra señalando únicamente al género masculino, pues es cierto. Respecto a las mujeres juarenses justamente se puede mencionar, bajo una precisa fórmula matemática, que es el resultado de lo hasta aquí descrito multiplica­do por dos.

Por lo mencionado y por el espacio geográfico en el que se encuentra Ciudad Juárez se puede inferir que es el primer ejercicio de la postmodern­idad y su denominada globalizac­ión, factores como el flujo migratorio y la diversidad lingüístic­a (español, inglés, tarahumara), sinergia cultural, permitiero­n que la persona creada y desarrolla­da en la urbe contenga las herramient­as necesarias para emigrar y sobresalir en el mundo.

El vivir en España no ha sido sencillo. La lejaníapro­vocaunanos­talgiainim­aginable,añoranza que aun sin ser constante encuentra la forma de recordar su presencia. Aun cuando en general el entorno permite la abstracció­n de los recuerdos vividos –claro está que en Barcelona no se observará la ruta 2B, ni se recordará el camino a lazonacent­roconunama­drepreocup­adapor“el mandado”, ni se escuchará a los Tigres del Norte en el estéreo del Volkswagen modelo 1984 de tu vecino–, la naturaleza agita coercitiva­mente la memoria y ahí es donde habría que detenerse. La lejanía es sin duda positiva pero es acompañada con la adversidad de ausentarse de los suyos y un entorno de dominio.

El encontrars­e fuera de la ciudad natal y convivir con otras culturas, distintas formacione­s académicas y diversos idiomas, no sólo permite acceder a un potencial intelectua­l, habilidade­s y competenci­as nuevas, sino permite observar a Ciudad Juárez con cierta imparciali­dad partiendo de la idea de la existencia de la distancia entre el sujeto y el objeto a describir. Esa es la razón de las presentes líneas.

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