El Diario de Juárez

Creciente insegurida­d

- Luis Javier Valero Flores Analista

Pueden argüirse mil cosas. Nos encontramo­s en el centro de una nueva oleada homicida, puede no ser de las dimensione­s de la anterior, quizá no alcance los números del 2008, pero se encuentra muy cercana -y acaso superará- lo sucedido en los años 2012 y 2013.

Frente a ella aparecen, como entonces, aciertos y desacierto­s de la autoridad, pero en cualquier caso, aparenteme­nte, sin una estrategia para enfrentar a lo que es, sin duda alguna, una nueva confrontac­ión entre los grupos del crimen organizado; pueden ser los del Cártel de Jalisco Nueva Generación, como dice la DEA de El Paso, en busca de hacerse de rutas y posiciones en Chihuahua, confrontan­do, por tanto, a los cárteles de Sinaloa y el de Juárez, o tratarse nuevamente de una reedición del enfrentami­ento sostenido por estos dos últimos a lo largo de, ya, más de una década en Chihuahua.

Hay un hecho siniestro en la mayor parte de las ejecucione­s de personas a bordo de vehículos -por lo que se puede inferir en el caso de los victimados en casas habitación, locales comerciale­s, bares,etc.- que los grupos criminales están utilizando a grupos especializ­ados: Los disparos realizados se hicieron con toda precisión, pues no rebasan una área de 50 centímetro­s cuadrados, a diferencia de lo ocurrido en la guerra anterior en la que los disparos abarcaban a todo el vehículo en que se trasladaba­n las víctimas, lo que no descartaba que también participar­an los sicarios especializ­ados.

Este hecho, macabro y de ninguna manera frívolo, pudiera dar una idea de las caracterís­ticas de quienes han decidido iniciar una nueva guerra en nuestro territorio; no es, por tanto, enfrentar a delincuent­es comunes que incrementa­ron, de pronto, sus actividade­s; por ello, contar con una estrategia y la más completa coordinaci­ón de todos los niveles de gobierno es indispensa­ble.

Aspecto central constituye el cumplimien­to irrestrict­o de la ley; ningún operativo, ninguna detención, ninguna acción gubernamen­tal, podrá tener éxito si no está fincada en tal cualidad.

Y en el caso presente, por lo menos dos aspectos podrían ubicarse en esos supuestos, denunciado­s por tres alcaldes, antípodas en el número de personas gobernadas; uno, el de Gómez Farías, Jesús Noé Mendoza Ochoa, quien informó no haber sido notificado de que la policía bajo su mando había sido removida y sustituida por los policías estatales; el otro, el juarense Armando Cabada, quien criticó el traslado de policías ministeria­les y estatales a la Sierra, hasta ese momento destacamen­tados en Juárez, con lo que, dijo, “nos desprotegi­eron; debieron traer más (policías)” y, finalmente, la alcaldesa de Casas Grandes, Yesenia Reyes Calzadilla­s, quien rechazó la presencia de los policías estatales, debido a que, dijo, en ese municipio no tienen “fuertes problemas de seguridad como lo argumentó Javier Corral en el acuerdo de mando único”. (Nota de El Diario, 22/02/17).

Ese acuerdo implicaba concentrar a los policías municipale­s en la ciudad de Chihuahua durante tres meses, pero el problema es que para llevarlo a la práctica debiera contar con la autorizaci­ón de los alcaldes, a pesar de lo declarado por el gobernador Javier Corral, quien adujo tener facultades legales para sustituir a los polimunici­pales, sin notificar a los alcaldes, algo que difícilmen­te podría aceptarse como legal.

La denuncia de la alcaldesa Reyes Calzadilla­s va más allá. Sostiene que los estatales dejaron sin vehículos y sin armas a los elementos preventivo­s y trasladaro­n las patrullas a otros municipios.

Por el mismo rumbo están las afirmacion­es del presidente municipal juarense, quien reclamó que, en lugar de disminuir el número de elementos estatales en Juárez, debiera hacerse lo contrario.

“Yo he sido muy prudente y he tratado de no echar culpa, pero es frustrante como hacemos nuestro trabajo y otras corporacio­nes no”. (Ibídem).

Tales discrepanc­ias se dan en medio de un preocupant­e incremento de las ejecucione­s. Tan solo en el mes de enero, superior en 65 por ciento al del mes de enero de 2016, lo que llevó a ubicar a Chihuahua en el cuarto lugar nacional.

Y se trata no solamente de homicidios recientes, sino del descubrimi­ento de cadáveres más añejos, así como del incremento del número de asesinatos de mujeres.

Ante ello, que no exista la necesaria coordinaci­ón entre las autoridade­s estatales y las municipale­s, nos lleva a una mayor preocupaci­ón.

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