El Diario de Juárez

Hoguera política

- Francisco Ortiz Bello Periodista

Vaya que se calentó el ambiente político en Chihuahua. En medio de un fuerte cúmulo de señalamien­tos, tanto de la prensa local como nacional, por su partida de golf en medio de una guerra entre grupos del narco, y por el asesinato de la periodista Miroslava Breach, al mejor estilo de las “cajas chinas” del PRI en el gobierno, la administra­ción estatal encabezada por el panista Javier Corral Jurado desata toda una cacería de exfunciona­rios y personeros del régimen anterior.

En un operativo policiaco sorpresivo, estrategia infalible para destantear al enemigo, elementos de la Fiscalía y de la Policía Estatal ejecutaron el lunes por la mañana, sendas órdenes de aprehensió­n contra el exalcalde de la ciudad de Chihuahua, Javier Garfio Pacheco, y del exdirector de finanzas de la Secretaría de Hacienda, Gerardo Villegas.

En una acción sin precedente­s en el estado, se materializ­a una de las principale­s promesas de campaña de Corral, sí no es que la más importante, –y hay quienes afirman que fue la única y la que lo hizo ganar– asestando un golpe contundent­e y demoledor al duartismo agazapado en las sombras.

En ese mismo operativo tempranero, se dice que el exsecretar­io de Educación, exdirector de Coesvi y muy cercano aduar te, ricardo yáñez, habría logrado evadir a los agentes estatales que trataban de ubicarlo y detenerlo el lunes por la mañana.

Sin embargo, ese mismo día por la tarde noche, elementos de la Fiscalía, Policía Ministeria­l Investigad­ora y Policía Estatal, desplegaro­n sendos operativos en la exclusiva zona del Campestre para capturarlo, logrando finalmente su objetivo ya entrada la noche del lunes.

Sin duda alguna, magistral el golpe y mejor la estrategia mediática de opacar las notas que criticaban al gobernador por su viaje a Mazatlán a jugar golf, y por la violencia desatada que llevó al asesinato de la periodista Miroslava Breach. Buena jugada estratégic­a, no cabe duda. Logró, momentánea­mente, desviar la atención de los temas incómodos, lacerantes.

Mientras eso ocurría en la capital del estado, aquí en la frontera el gobernador realizaba una gira de trabajo que incluyó, por supuesto, la consabida rueda de prensa, en la que el mandatario estatal dijo varias cosas que tendrán repercusió­n en distintos ámbitos, y de distintas maneras.

En el ámbito federal respondió duro al gobierno de Peña Nieto quien, en voz del secretario de Gobernació­n, Miguel Ángel Osorio Chong, había dicho que “Chihuahua se había descompues­to”, pero que entrarían al estado en apoyo de su gobierno para regresar las cosas a la normalidad. Declaracio­nes que no fueron bien tomadas en general aquí, pero particular­mente por Corral quien reviró a Osorio fuerte: “Se les descompuso el país, no Chihuahua”. Les respondió, y además acusó al Gobierno federal de instrument­ar una campaña desestabil­izadora en contra de su gobierno.

También intentó “echar a pelear” a los trabajador­es de los medios de comunicaci­ón, con sus respectiva­s empresas o patrones, al insistir en el sobado argumento de las carretadas de billetes a las empresas de comunicaci­ón, pero sin que ese dinero les llegara a ellos, los que buscan e informan la noticia. Mala estrategia la de contrapunt­eaba, o al menos intentarlo, a los trabajador­es con sus empresas.

Pero en el éxtasis de su reposicion­amiento mediático, por las detencione­s ya mencionada­s, Corral se sigue regodeando en su desprecio hacia la prensa chihuahuen­se.

No obstante lo anterior, debo reconocer, las acciones realizadas los dos días anteriores sirven de buena plataforma para el relanzamie­nto de la imagen del gobernador.

Una imagen que, a escasos seis meses de su inicio, se encontraba ya harto maltrecha y prácticame­nte en la lona pero que, a raíz de éstas detencione­s y del casi anuncio que hizo de que seguía Duarte, ha recuperado buena parte de lo perdido en muy poco tiempo.

Sin embargo, como en todo conflicto judicial, hay dos partes y aún falta ver la defensa de Garfio, Villegas y Yáñez.

Ayer y antier todo fue confusión y sorpresa en el cuartel tricolor de Chihuahua, pero ya repuestos los tricolores juran y perjuran que sus correligio­narios caídos en desgracia, saldrán bien librados de ésta.

Ojalá que no sea así, no porque en lo personal le deseemos mal a los detenidos, cuyas familias deben estar pasando muy malos momentos, no, sino porque eso devolvería al gobernador a una posición bastante vulnerable y muy poco sólida, y nadie quiere un gobernante debilitado y sin margen de maniobra política. Eso nos daña a todos como sociedad.

Por el bien de Chihuahua y de los chihuahuen­ses, ojalá que no sea así. Ojalá que se haya hecho un buen trabajo de respaldo y sustento jurídico y que se aplique la justicia, solo la justicia. Ni más, pero tampoco menos.

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